Hoy he pasado una noche toledana, eso sí inconscientemente.
He soñado que estaba en el más allá del más allá, es decir en la puerta del cielo, y he descubierto que allí no se entra así por así.
Había una gran cola de espíritus en fila india esperando pacientemente, como para que se vayan dando cuenta de que van a estar dentro toda la eternidad, y que prisas no hay ninguna.
Hay una gran puerta de entrada, que por cierto, ya la deberían engrasar, porque aquello lleva siglos y siglos sin ningún servicio de reparación, y con la altura que debe de tener aquello, pues no se ve el final debido a la gran cantidad de nubes que hay por todas partes, si algún día se cae, se podría dar el caso, de que miles de almas fueran afectadas. Morir no podrían morir, pero a lo mejor se mezclarían los sentimientos de unas almas con otras, creándose una gran confusión entre ellas.
Estábamos entrando al cielo. Al pasar la puerta, encuentras una gran sala, llena de oficinas, cada una de ellas no muy grande, pues tampoco hace falta más. Al contrario de la puerta de entrada, cada uno de los recintos está amueblado con los últimos adelantos técnicos, algunos de ellos todavía no son conocidos a este lado. Descubrí, para mi desconcierto, que en cada puerta estaba el nombre de un banco de los de la tierra, también hay de las cajas de ahorro, aunque éstas oficinas son un poco más pequeñas todavía.
A medida que va tocando el turno, cada una de las almas se dirige a su banco terrenal correspondiente.
Tras verificar el estado de cuentas en el momento de fallecer, si no tienen nada pendiente toman un pasillo por el que se supone que van al verdadero cielo. Si dejaron lo que se conoce en la tierra como “agujeros pendientes”, van por otro pasillo, que por lo que me enteré es una especie de limbo en el que tienen que hacer diversos trabajos, para terminar de pagar sus deudas.
Parece que los bancos se habían hecho, por decirlo de alguna manera, con el poder también en el cielo, puesto que el Gran Jefe había tenido que recurrir a ellos para poder acometer diversas obras de ampliación en sus instalaciones, y como no existía en el cielo el sistema de dación en pago, para por lo menos intentar perder solo una parte, al final la banca se había quedado con todo, y el Gran Jefe era solo la figura visible.
Ahora comprenderéis mi estado de ánimo tras despertarme, y entender que lo que está pasando aquí, puede que no se acabe ni con la muerte, y que exista la posibilidad de que lo suframos eternamente.
*FOTO: DE LA RED