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viernes, 10 de noviembre de 2017

EL CLUB DE ROSARIO Y EL FORCADELL


Oído ayer a última hora en la farmacia de al lado:
-Señora, le digo una vez más que FORCADELL no es una marca de laxante, o como dice usted no es de ayuda para hacer de cuerpo. ¿Quién le ha dado ese nombre?

-No, hoy he oído en la radio que una señora ha tenido que verse con un juez y que casi se hace de todo encima,  y luego he entendido algo de FORCADELL, y me ha parecido creer que era el nombre del medicamento que había tomado.

-Pues me temo – le contesta el farmacéutico todavía asombrado – que si “eso” fuera un medicamento en estos momentos se cotiza a unos 150.000 Euros.

Por la manera de hablar y comportarse la señora en cuestión, a este vecino del mundo le recordó mucho a la Señora Rosario, la vecina del segundo, que no baja de los setenta, y que cada vez que coge el carrito de la compra dice que va al “club”.

Un día, en el que me pareció que podía estar perdiendo un poco el norte, le pregunté "¿Club de qué?", a lo que me respondió que en realidad iba al supermercado, pero que como allí siempre coinciden varias señoras, y hablan un buen rato entre estantería y estantería, ella le ha bautizado con ese nombre. En ese momento descubrí que Doña Rosario, de perder la cabeza nada de nada. Era poseedora de un finísimo sentido del humor mezclado con una ironía a prueba de bomba. Y que siempre se despedía diciendo eso de  “…Deja, deja, que tengo un poco de prisa”.

Estaba en esas cuando ya, habiendo sido atendido, me dirigía a la salida de la farmacia. En ese momento, la Señora del Forcadell con su carrito comenzó a hacer mi recorrido, mientras se despedía con una cantilena que de conocida para mí, me sorprendió:-Deja, deja, que tengo un poco de prisa.

En ese mismo momento, y sin mirar a la señora, porque sentía que ya nunca la iba a olvidar, comprendí que acababa de conocer a otra miembro del club de Rosario. Y si no era la Presidenta, seguro que era su mano derecha.


La vejez, en teoría, te hace más lento, pero la experiencia y el déjà vu de casi todo, te permiten que mientras los demás vamos, personas como las Señoras del Club, vuelven desde nuestra confusión a la luz de su sabiduría.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 4 de noviembre de 2015

NUESTRO MEJOR AMIGO



 
Está claro que hasta el 20 de Diciembre todo lo bueno que ocurra en España servirá para hacer publicidad del gobierno todavía en el poder.

Hoy, por ejemplo, ha habido motivo para ponerse medalla honoris causa, al enterarnos, aunque ya lo adelantó el Señor Rajoy en una de sus entrevistas ( porque “el presi” en estos días está que en cuanto se entera de algo bueno en su mandato, lo escupe en seguida a los medios de comunicación, con una incontinencia verbal exacerbada), que la esperanza de vida en España es de 83 años, y que sólo está por delante nuestro Japón. Otra medallita para el gobierno. Ya se sabe, y lo digo por el contenido sacro que puede tener la palabra "medalla", que tantos años de catolicismo y mantilla han dejado huella hasta en el ADN.

Lo que no se dice, en la citada noticia, es que si no se hubiera recortado en Sanidad en los últimos años, quizás ahora desde nuestro retrovisor veríamos a los japoneses quedando cada vez más atrás, y con evidentes caras de envidia.

De todas maneras, este vecino del mundo que siempre piensa mal, y es que como cantaba Jeanette , “yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así…", tiene otra teoría.

Más de uno, entre los que este vecino se incluye, intenta cuidarse por aquello de que cuando veas las barbas de tu vecino cortar… A ciertas edades uno ya no está buscando lo que se denomina como "tableta de chocolate",  para impresionar a la chica de turno, sino que intenta cuidarse para molestar lo indispensable a la parienta, a La Nuri en este caso, y a la familia en general, que serán los sufridores del futuro, si, tú, te encuentras mal.

Quien más quien menos, a no ser que sea un egoísta nato, y que esté convencido de que tras él no hay nada, al ver a sus vecinos, por ejemplo, tan ancianos, y tan … sólos, se ha hecho una serie de preguntas, y que nunca son verbalizadas. Pero más de uno, y de dos, no queremos que para vivir más, tengamos que pisotear a los demás, por aquello tan simple de donde empieza la libertad de los demás, termina la tuya.

Una vez de haber llegado a este circo que algunos llaman “vida”, se trata de sobrevivir molestando lo mínimo.  Ese es un gran motivo para cuidarse, y no la tableta de chocolate para impresionar. El chocolate  siempre es para comérselo, porque seguro que te sienta mejor que esas pastillas azules. 

Por cierto, más de uno se imaginará esa pastillita azul, colgada en una pared, dentro de una especia de urna. Como esos pequeños martillos que se pueden encontrar, por ejemplo, fijados a cierta altura, en cualquier autobús, con la leyenda: “Sólo usar en caso de emergencia”.  Sin embargo, este vecino del mundo está convencido que de guardar algo para caso de emergencia, siempre tiene que ser "el cerebro". Nuestra primera y última esperanza, como hubiera dicho Agatha Christie, tiene que ser nuestra materia gris, que nos haga diferenciar lo que es bueno y malo para nosotros. O lo que la filosofía popular viene denominando como "ser nuestro mejor amigo".

De todas las maneras, y ya para terminar, la expresión “esperanza de vida” está muy bien buscada. Entre otras cosas porque ya se sabe que la esperanza es lo último que se pierde, como la vida misma. Y en ese caso, no vas a ir a nadie a reclamar que te has quedado solo con la esperanza, y otro se ha llevado la vida...

*FOTO: DE LA RED