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miércoles, 16 de septiembre de 2020

¿PERSONAS, O PERCEBES?

Viendo la tele esta mañana, concretamente en La sexta, pero pudiera ser cualquier medio o cadena de televisión, estaban dando cifras, cada vez más altas, de personas con el Covid-19, que están siendo ingresadas en cuidados intensivos en cualquiera de nuestros hospitales.

No sabes, por la frialdad de los contertulios en comentar las cifras, rozando el hieratismo, si están hablando de personas o de percebes. Quisiera que, al menos puestos ya, fueran de los segundos, porque además en cualquier momento de esa cuenta, alguien pudiera hasta ascender a los cielos, como si de la carrera espacial  se tratara.

Cuándo se darán cuenta, los de los medios informativos, que toda información repetida machaconamente puede pasar de ser de ayuda a convertirse en cada una de las gotas malayas que  chocan machaconamente contra nuestro cerebro y convertirlas en motivos de histerismo, e incluso de cierta persecución psicológica.

En cualquier momento vas a abrir el frigorífico, y te va a aparecer Ferreras, metiéndote el dedo en el ojo mientras te da una colleja porque se ha enterado de que puedes tener un hijo que practica el botellón, y por supuesto tú eres el último en enterarte, lo mismo que pasa con los cuernos.

Desde que la OMS (Organización Mundial de la Salud) nos ha dejado claro que eso de saludarse con el codo nada de nada tampoco, hemos perdido el norte, y estamos más desorientados que un sordo en un congreso de espías, porque era lo único seguro que habíamos sacado de esta pandemía. 

Y lo de saludarse ahora con la mano derecha en el corazón, durante breves segundos al menos, te puede dejar con la mosca en la oreja, por sí a la otra persona le puede estar dando un amago de infarto, o puestos ya, de romanticismo, que incluso hasta pudiera ser peor, rayando con el terror, en una época en la que regalar flores, solo puede ser síntoma de que alguien desgraciadamente se ha ido al hoyo, ¿o no?.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 23 de marzo de 2016

SILENCIOS QUE GRITAN




Hoy, y ayer, es uno de esos días en que te avergüenzas de pertenecer a la raza humana. El hombre mata al hombre, el lobo por el lobo, y mientras intentas defender la esperanza de la vida por la vida, el hombre mismo se ataca y condena.


Este vecino del mundo, tras el amanecer de terror en Bruselas, ha estado más de veinticuatro horas callado. Irónicamente, más de uno, y una, no hubieran creído nunca este silencio por parte del vecino debido a su facilidad de palabra, y que  él mismo, algunas veces, la suele definir irónicamente como “felicidad de palabra”. Y ayer, queda más que claro, que no fue un día feliz, sino una pesadilla  en el que todas las palabras sobraban.


Quizás, como en el cine, cuando quieres realzar un momento, una clave de cierta escena, en lugar de acentuarlo con una música excesiva, es mejor dejarlo en silencio, y que los hechos hablen por sí mismos. Eso mismo pensó ayer este vecino del mundo, y se alejó por un día del teclado de su atalaya por la que observa.


Porque, en momentos como los de ayer, hay silencios que gritan.


Un grito es el comprobar, una y otra vez, que el hombre depende del hombre. Que si seguimos vivos, es porque el de al lado lo permite. Y que si tenemos que tener fe para seguir viviendo, la misma fe en exceso puede llevar a situaciones límite en las que alguien esgrime la bandera de su religión, teñida de intolerancia y odio para con los demás, disfrazado de misticismo con una gran recompensa al cruzar el umbral de esta vida con la eternidad.


Hay una imagen, la he visto hoy, y es de esos momentos que sabes que no los vas a olvidar nunca. Debían de pertenecer a los primeros momentos de confusión en el aeropuerto, y estaban captadas obviamente por un teléfono móvil de cualquier pasajero. Hacía un barrido de imagen en el que se mostraban unos diez o veinte metros que tenía de su izquierda a derecha, y junto a varios carros para llevar el equipaje, con maletas abandonadas en el descontrol, en el suelo yacía una pareja boca abajo, ambos agarrándose del talle. En un primer momento, he creído/querido que seguían así para fingir su muerte  y poder salvarse tras los momentos de confusión, pero mucho me temo, que fue su último viaje.


Me he criado en la creencia de a donde fueres haz lo que vieres, por eso cuando alguien te exige cómo te tienes que comportar  primero en su terreno, y luego en el tuyo, para que ellos siempre se encuentren como en su casa, es que algo realmente anda mal. Especialmente cuando no hay lugar para el diálogo sino para los hechos violentos, porque como primera tarjeta de visita te van a llamar "racista".



Ayer vimos una vez más el sinsentido de la violencia y el odio, pero no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Y lo peor es, cuando sabes que no hay solución, porque se pone por delante un estandarte, y no el corazón.


*FOTO: DE LA RED

miércoles, 20 de agosto de 2014

PREGUNTAS INCÓMODAS

A este vecino del mundo siempre le han gustado las películas lindando con el terror, pero no ese terror de seres carniceros, o escenas de casquería tosca, sino ese “fino” terror que puede producirse  a partir de una escena cotidiana.
Durante mucho tiempo, este vecino se obsesionó con las cabinas telefónicas, tras ver esa pequeña obra maestra televisiva que fue y es “La cabina”, de Antonio Mercero, sobre un guion, entre otros, de un todavía desconocido Garci. Por eso, para este vecino el teléfono móvil ha sido un gran descubrimiento al poder evitar perpetuamente las cabinas y el recuerdo de aquellas, las de la peli, cabinas malditas.
Pero la gran película de un terror cotidiano es “Los pájaros”, con esa premisa de qué pasaría  si un buen día a las aves les diera por atacarnos. Un pequeño cambio en el transcurrir del día a día puede crearnos una verdadera pesadilla.
Seguro que más de uno ya os estaréis preguntando: ¿Este vecino, hoy, por dónde quiere ir?
Tan sencillo como que durante estas vacaciones, el vecino ha pasado grandes momentos paseando por los bellos paisajes torrevejenses, y todos ellos han tenido algo en común: una gran cantidad de gatos asilvestrados, o muchos de ellos ya nacidos directamente lejos de la tutela de cualquier vecino de esta comunidad. Gatos, por otra parte, que además están ya acostumbrados a la figura humana, y prácticamente ni se apartan cuando pasas, dándote la sensación de que si lo haces, es porque ellos te dejan, con lo cual este vecino no ha tenido más remedio que recordar algunas escenas de la célebre película de Alfred Hitchcock, y el sudor que te entra no sabes si es cien por cien motivado por el calor y la humedad imperante,  o por un cierto “canguelo” que va imprimiendo tu piel.
Tal vez el primer paso para ese terror solapado comience con la gestación de, quizás, una pregunta inadecuada, y que a partir de ella, posiblemente, te haga ver las cosas de otra manera.
Por eso este vecino del mundo quiere jugar con vosotros, y como hace tan solo un momento, sobre las seis y media, y al no poder seguir durmiendo, ha salido a la calle para dar un paseo, y contemplar la conquista de la playa de los primeros conquistadores veraniegos del día, os quiere hacer una pregunta inconveniente: ¿Estas personas capaces de levantarse por un metro de terreno a horas intempestivas son verdaderamente fiables, o son capaces de cualquier cosa por conseguir su objetivo?¿Estamos seguros estando esas personas entre nosotros?
Como mi deber como “blogger” es anticiparme a lo que pueda pensar mi potencial lector, este vecino está seguro de que puede recibir también la siguiente pregunta/respuesta por parte de algún lector ¿Es fiable una persona, en clara referencia a este vecino del mundo, que se levanta muy temprano, sin tener en cuenta el por qué, para ver a otras el tomar la playa a primera hora de la mañana?
Con el fin de ahorraros posibles debates, este vecino y sin dudarlo un solo momento ya desde ahora os contesta que no, no es de fiar, ni ahora ni nunca.
Sin embargo, a partir de ahora seguro que veréis esa realidad, la de los conquistadores de playas ya conquistadas, de otra manera. Y es que el germen de las historias terroríficas está en nosotros mismos.

*FOTO: PLAYA DE LOS LOCOS, TORREVIEJA, 6:45 A.M., 20.08.14.
              F.E.PEREZ RUIZ-POVEDA