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viernes, 26 de abril de 2019

A CALZÓN QUITADO...



Por aquello de que mañana, sábado, es Santa Reflexión, y no se podrá comentar nada sobre a quién votar en los comicios del domingo, este vecino va a dar hoy su opinión, sin que le duelan prendas, en una especie de streptease interior, o como se decía antes, hablando a calzón  quitado. Y además aceptando como primera premisa, que ni este vecino es el Oráculo de Delfos, ni  su opinión tiene más valor que la de otro cualquiera.

En primer lugar, decir que este vecino no entiende de política, pero sí ha tenido siempre claro que un voto es como el famoso dicho del grano, que no hace granero pero ayuda al compañero. Y ver el percal de la política española actual es como para echarse a temblar.

Ya sólo por edad, este vecino del mundo, recuerda a los diputados de cuando empezó nuestra democracia. Y si a aquellos se les podía confundir en su defecto como ilustres galenos, a los de hoy en día, en el mejor de los casos, como a un tertuliano en busca de “su” cámara y sus minutos de gloria que luego le puedan ayudar a medrar cuando lo de la política acabe.

Dicho todo lo anterior, este vecino digamos que se prepara para el suceso del domingo, como si tuviera que afrontar una gran tormenta, y sufrir los males menores. Con lo cual, siempre se ha planteado que con su voto tiene que intentar “equilibrar” la mesa que sería, después de todo, el gobierno que se forme con los votos de todos.  Equilibrar para que todo lo que se deposite en los próximos años, ideas, proyectos, no se caiga a las primeras de cambio, por una falta total de comprensión entre los integrantes del gobierno en cuestión.

Con lo cual, y ahora entramos en materia, por aquello de “Virgencita que me quede como estoy”, y no me dejen ni más cheposo, ni más ciego, ni más reumático-traumático, dejémonos de experimentos, es la opinión de este vecino, que nunca ha bebido de abrevaderos socialistas, pero desea que siga el Señor Pedro Sánchez, eso sí tutelado por un ojo de izquierdas, “Podemos”, al que tampoco ve mandando, por aquello de que lo mucho puede empalagar, o llevarnos a las guerrillas, y que en el medio está la virtud, si la hubiere.

Resumiendo, este vecino desea, más que prevé, que el Señor Sánchez obtenga el triunfo, bastante alejado, eso sí, de la mayoría, y que entre Podemos, y seguramente con un PNV siempre dispuesto a ayudar si le prometen lo suyo, puedan alcanzar un gobierno en condiciones.

Lo veas, como lo veas, desees que gane hasta el Sursum corda, lo primordial es que votes, porque luego…no se te ocurra quejarte.

Por aquello de que Dios nos pille confesados, iba a ir a confesarme, pero bien pensado ya lo he hecho.

Suerte a todos, y especialmente a nuestra sociedad española.

*FOTO COMPOSICIÓN: DE LA RED

viernes, 12 de mayo de 2017

EL JOYSTICK DE MI VIDA



Ayer fue el día. Uno de esos días que incluso dudas que lleguen porque estás convencido de que sólo forma parte del mundo de la utopía.

Fue mi cumpleaños, y presenté los papeles de la jubilación.

Como si hubiera ingresado en la categoría de héroes del cómic, me he autonombrado “jubilata de hojalata”, por aquello de que la materia ósea se va deteriorando con los años; en los héroes y antihéroes del cómic, va “mutando”, y uno ya no está para bailar claqué, sino solo para tararear la melodía, pero con muchas ganas.

Normalmente, este vecino del mundo es bastante frío en cuanto  a cumplir años; nunca ha tenido crisis de identidad, con la monetaria ha sido más que suficiente.  Sin embargo ayer, y sin hacer grandes alharacas, lo vivió muy intensamente. Con la certeza de que ese día ya no volverá, y de que me quiten lo bailao”.  

Este vecino, este jubilado de hojalata sólo por esta vez, se siente más como un hijo de Don Quijote, que como un mutante americano. Sin creer a los que le rodean, especialmente si son políticos; porque tiene la esperanza de que el mundo es mejor de lo que reflejan los periódicos, y mucho peor que el resumen anual que nos vende nuestro “Rey de Reyes” en plena “Nochebuena”.

Entro ya en un mundo de interrogaciones, de futuribles. Eso sí, estoy seguro de una cosa: que el que va a mandar soy yo en el joystick de mi vida, para que el viaje sea lo más largo posible y, lo más importante, en las mejores condiciones para mí y los que me rodean.

Uno no quiere llegar a ser un problema, pero sí vivir lo máximo posible en la mejor de las condiciones. Y eso se trabaja cada día mentalmente, por supuesto que junto con un alto porcentaje de suerte.

¡Seamos realistas!   Me veo más mirando de reojo a una de dieciocho que cuidando a un nieto. ¿No es políticamente correcto? Ya lo sé, pero también me duermo, no lo puedo negar, con los documentales de la Dos.  

Y es que en España siempre hemos sido más de lo que queremos ser, que de lo que somos. Somos esplendidos en las distancias cortas, pero en las largas, siempre paga el último, y procuras, solo procuras, no serlo tú.


Ayer comenzó el resto de mi vida, y para variar, llámenlo egoísmo o “últimas voluntades”, prefiero recibir a dar. Más que nada, para variar.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 5 de octubre de 2016

EL INGLÉS Y LA BILBAINADA DE LA PAELLA



Cuando apenas han pasado 48 horas desde que se sepan más noticias sobre la  puesta en marcha del Brexit para el próximo marzo por parte de la primera ministra británica Theresa May, pareciera que los británicos no quisieran que nos olvidáramos de ellos; no antes, al menos, que ellos lo hagan de nosotros, y del resto del continente.


Quizás, esa fuera la oscura intención del cocinero inglés Jamie Oliver al añadir chorizo a la paella, en una receta que acaba de publicar. Y ya se sabe que los puristas, de todo, están a la que salta, y les ha faltado segundos para tratar como anatema la comentada receta del cocinero de Essex.


La única solución que le doy a esa creativa de Mister Oliver es que simplemente ha mezclado conceptos, y con tanto “chorizo” que últimamente, incluso desde el extranjero se sabe que hay en España, ahora él se ha convencido de  que debe de haber hasta en la paella.


Ya solo falta para comenzar la guerra gastronómica británico-española, que Karlos Arguiñano, por ejemplo, se descuelgue haciendo una receta tan típica británica como el pastel de riñones, y diga sin parpadear que uno de los ingredientes de ese famoso plato es las angulas; y para terminar la faena, cuente un chiste sobre Gibraltar y su pertenencia a España.


Quizás tengan razón los que opinan que ya son demasiados meses sin nadie que se haga al mando de este barco llamado España. Nos pueden subir desde Europa todo tipo de impuestos, y recortar la sanidad y las ayudas sociales, pero, eso sí, y rotundamente, la paella no se toca. Y el gobierno, todavía en funciones, debiera hacer algo al respecto. Este vecino se imagina a un serio, y con cara de circunstancias, Don Mariano Rajoy, acercándose a una paella, y mientras se cerciora de que nadie le ve, dice: “Paella, se fuerte”.


Este vecino del mundo, recuerda que sería en 1980 cuando estando en Londres, una mujer inglesa a la que conocía, le pidió la receta de la tortilla de patatas, y como al dársela, cometió el craso error, según ella, de omitir un ingrediente tan importante como el tomate, el de ensalada, se negó a seguir apuntando la receta, porque estaba convencida de que no la sabía.


He admirado a los ingleses, y a los británicos en general, porque siempre tienen la suerte de tener inevitablemente razón, y sino, se la otorgan. Practicando "bilbainadas", por supuesto que los mejores son los bilbainos, por algo las crearon, pero detrás vienen los ingleses, aunque ellos sin quererlo, hablan en serio.


Cualquier día Mr. Oliver se nos descuelga con un “marmitako”, y dice sin titubear, como se dicen las mayores mentiras, que es típico de los pescadores de Cornualles, y que los vascos, y el demonio que ellos representan, solo la copiaron, eso sí, de la peor manera posible.


Ya para terminar por hoy, no me extrañaría que en un momento dado descubramos que la letra de aquella bilbainada tan famosa ya ha cambiado:


Un inglés vino a Bilbao,
por ver la ría y el mar,
y al descubrir la paella,
con chorizo la quiso aliñar.


*FOTO: DE LA RED