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sábado, 17 de febrero de 2018

LA LOTERÍA MÁS SOLIDARIA...




Me he pasado la noche donando parte de mi pierna izquierda, concretamente, lo que viene siendo la zona de la bola, a La Nuri, mi sufrida.

Todo quedaría en una anécdota más, si no fuera parte de un reflejo, un tanto deformado, como deben de ser los sueños, de la realidad que me rodea.

Un gran amigo de la familia, en realidad un hijo más, y de sólo 34 años, ha recibido un trasplante de riñón hace apenas unas horas. La lotería de la vida le ha tocado plenamente. En momentos así, aprecias la solidaridad humana y la suerte que tenemos en la calidad de la sanidad que hay en España, al menos la que yo conozco en Euskadi, aunque algunos pretendan cargarsela. Hay algo que funciona, y muy bien: Toda la red montada de trasplantes de órganos, y que debe ser envidia a nivel mundial.

También es un canto, como ya he dicho, a la solidaridad: alguien muere, y con su donación, unos cuantos, muchos en realidad si añadimos a sus respectivas familias, vivirán a partir de ahora mejor. 

Mención expresa deben de merecer esos valientes familiares, que siguiendo, en muchos casos, el deseo expreso del fallecido, siguen las instrucciones, o ellos mismos dan orden de donar lo que su ser más querido, por desgracia, ya no va a necesitar.

Lo mismo que muchos días, la mayoría, agarro de la oreja, o de partes peores, para repartir collejas honoris causa, hoy aprendería a tocar la lira para cantar odas a quien hiciera falta. Porque la salud es la base de los sueños de cada uno. Y hoy hay unos cuantos implicados de la  misma tanda de trasplantes de ayer que tienen un futuro más cierto.

Particularizando, que es gerundio:
Mención expresa también merece el Departamento de trasplantes del Hospital Universitario de Cruces en Baracaldo, Vizcaya, por el trabajo que está haciendo siempre, aunque desde hace unos años la sombra de los recortes y los mismos que sólo se ponen de acuerdo para subirse sus propios sueldos, lo puedan poner en el aire.

Ya se sabe eso de que de bien nacidos es ser agradecidos. Y a partir de hoy una joven esposa y un niño de tres años, entre otros, podrán retomar el camino de los sueños junto con esa persona  que ha vuelto a nacer. Desaparecen todo tipo de tinieblas, y el sol vuelve a salir.
Gracias.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 29 de julio de 2017

LA SOMBRA DE LUCÍA ES ALARGADA...


Lo reconozco, soy un cotilla,  puede ser quizás como daño colateral a ser gran amante del cine. Procuro que no se me escape nada a mi alrededor, y escruto comportamientos para encontrar ese algo más de los actores secundarios en "mi película". Aunque luego, es muy probable, no me entere de la misa, la media.

Hace tres noches, precisamente antes de ir a ver la pelí comentada en el post anterior, estaba cenando en un buffet chino con parte de mi familia, y entró un matrimonio joven, se supone, con dos niños, el mayor tendría unos ocho años, y el pequeño, unos cinco.

Me fijé en ellos porque oí a la camarera china que le decía a la mujer, que no eran dos personas, sino cuatro, a lo que la mujer respondió que los niños no iban a cenar.

Llámenme mal pensado (que lo soy, pero yo le llamo experiencia), y una sonrisa irónica debió de aflorar en mis labios, con la certeza de que íbamos a asistir a una muestra de nuestra picaresca, y darles de cenar de extranjis, en un claro ejemplo de lo que el Señor Rajoy denominaría como “españoles, muy españoles, mucho españoles”.
Pero …, no fue así, y al poco tiempo, los niños no estaban. 

Al salir nosotros, comprobé que los niños estaban fuera del restaurante, sentados en un banco de la terraza, solos.

Ahora, parece que hay otros usos y costumbres. Nosotros, hace veinte años como padres, y siguiendo la ruta de nuestros padres, nunca hubiéramos procedido a actuar de la misma manera. Pero eso conlleva también otras costumbres. Nunca nos hubiéramos calificado como “amigos de nuestros hijos”, cosa que ahora ocurre con muchísima frecuencia. Y nunca nos hemos considerado como matones, pero unas cuantas tortas les han caído. Y por supuesto, también hay que decirlo, que nunca recibimos una demanda judicial desde su lado.

Todo ésto lo estoy comentando a vivencia pasada, teniendo siempre presente a Lucía, la niña de Málaga, que a esas mismas horas de lo relatado, estaba siendo buscada por toda su familia y amigos...

Ni  este vecino del mundo quiere dar ejemplo de nada, lanzando culpas a nadie, ni por supuestísimo a sus padres. Los niños son como el Houdini de su mejor época: Mil ojos mirándolos y desaparecen en una décima de segundo.

Lo que ocurre es que como padre (tras serlo, uno no dejará de ejercer, al menos en su interior, hasta que muera), este vecino del mundo no puede dejar de pensar lo que vio esa noche en el buffet, aunque seguro que me faltan datos para juzgarlo plenamente, pero la sombra de Lucía es alargada, y no deja que olvide a aquellos niños en la soledad de una terraza...

Lucia, descansa en paz. 

*FOTO: DE LA RED





martes, 8 de abril de 2014

EL APRENDIZ DE PETER PAN

No hay como un paseo por el campo para templar los ánimos, para ver la vida, con sus problemas, de otra manera. Y cuando este vecino se refiere al campo no es perderse por tierras que no están ni contempladas en el mapa, acompañado solo por una brújula y una cantimplora, sino que en este caso, y dado de que se encuentra en Ortuella, en el lado vizcaíno de su  vida a caballo de dos provincias, Guipúzcoa y Vizcaya, con solo andar una hora, uno se encuentra alejado de todo, al menos de su todo, que en realidad es muy poquito. Y quizás la vida es eso, una pura contradicción, hablar de todo cuando cada vez se tiene menos.
Habrá otras historias más interesantes, seguro, pero en el libro de tu vida, eres el protagonista, y has aprendido con los años, que quizás lo importante son los capítulos en sí, y que hay que vivirlos, cada uno de ellos, como si fuera el último, porque no sabes, en realidad, si de verdad lo será.
Estaba en ésas el vecino en el paseo de hoy, cuando ha visto a un niño, de poco más de un año, en esa época en que los niños andan marcando mucho los pasos y que parece que en cualquier momento se pueden caer, porque no saben qué hacer con su trasero, y les da problemas para guardar el equilibrio, cuando de repente ha “descubierto” su sombra en un pequeño momento de resol que ha habido, e intentaba escaparse de ella, como un aprendiz de Peter Pan. 
Y el vecino, ya en casa, ha llegado a la conclusión de que quizás la vida es eso mismo, un juego de luces y sombras, de creer ver y de lo que ves realmente.  De encontrar momentos mágicos entre momentos catalogados como “normales”, y saber vivirlos y saborearlos. Y por un momento, y aunque quizás no tenga relación, este vecino se ha acordado de aquel caballero de la Mancha, que confundía molinos con gigantes, y que quizás es bueno tener ese gramo de locura que hace la vida, sino más feliz, si al menos de dos lecturas.


*FOTO: DE LA RED