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lunes, 6 de febrero de 2017

CUANDO TE INVADE LA MELANCOLÍA...



Cuando te invade la melancolía, ese lienzo en blanco, como la muerte, que te aprisiona sin apenas dejarte respirar, con ese frío que te cala hasta el tuétano de tus recuerdos, cuando un simple olor es capaz de trasladarte al comienzo de tu primer viaje sentimental, quizás signifique que estás preparado para todo, y para nada. Para ese todo del comienzo de una vida. Para la nada, que sabes que es lo que vas a poder llevarte a ese viaje, de este viaje.

Porque del comienzo de un viaje, ya estás en el intercambio de trenes, no sabiendo si continúas en la misma dirección, o el destino te va a cambiar de destino, con buen o con mal tino.

Cuando te invade la melancolía, no tienes por qué sentir miedo, porque si de algo puedes estar seguro, es de estar todavía vivo, con fotos que estaban en tus recuerdos, y ahora has comprobado que están, estaban, amarillas. 

Con aquella rosa que un día quedó aprisionada entre palabras de amor de un Bécquer que llegó a tu vida al mismo tiempo que aquellos granos tan impropios para tí, y esclarecedores para todos. Cuando aquella joven, era la joven que guiaba tus sueños primero, y luego tu decepción… y la culpa de todas las culpas.


Se ha apropiado de ti la melancolía, y con ella la sensación de que un día, en ese intercambio de vías que forman el tren de tu vida, perdiste tu Norte, y tu Sur. Desorientaste tus sentimientos dirigidos, ahora, a gente equivocada, aunque para ellos, a la postre, el equivocado siempre has sido tú.

Cuando te invade la melancolía, quizás es el momento de descubrir el ancla que te impide proseguir, aunque muchas veces, la mayoría, no sea de hierro, sino de miedo, ese material intangible, pero siempre tan pesado...

*FOTO: DE LA RED

sábado, 8 de agosto de 2015

PASEANDO CON AFGANO, O EL IDIOMA UNIVERSAL EXISTE



Lo que cunde un simple paseo con el perro a primera hora de la mañana.
Reconozco que hoy el que ha sacado a pasear ha sido Afgano, mi bichón frisé, a mí.

Antes de nada, y ahora que ha salido el tema, muchos de mis lectores me han preguntado más de una vez, por qué si mi perro es un bichón frisé, se llama Afgano. Pues por eso precisamente, para romper con la monotonía y ver la vida de otra manera, como en realidad hago, al menos lo intento, con el blog, ver las cosas de otra manera. Así si alguien me dice, como diríamos coloquialmente, el enterado de turno: Tu perro es bichón frisé. Le puedo contestar con contundencia: Mi perro es Afgano (y no miento). Como dice la canción del inefable Pablo Alborán (que he llegado a la conclusión de que puede ser el hijo de Dios, porque está en todas partes) “Me llaman loco”, pero es una manera de estar vivo y comprobar que los demás me ven, no me fuera a pasar lo que le pasaba al personaje de Bruce Willis en “El sexto sentido”.

Como decía, hoy al sacarme mi perro de paseo, y ver la cantidad de sus congéneres que hacían lo mismo con los míos, he llegado a la conclusión de que un idioma único es posible, pero no es necesario que sea ni el inglés, ni el español…

Los perros nos entienden especialmente por el tono que empleamos al hablarles. Después, ya vienen ciertas palabras que mediante la reiteración llegan a entender muy bien, como ocurre con la palabra “No” cuyo sonido viene a ser muy parecido en muchos idiomas. Pero, lo más importante, y visto lo que ocurre con muchos animales, y entre ellos el perro, los sentimientos son lo más importante; la manera de mirarles, de tocarles.

El sentimiento es un idioma universal, una mirada, una sonrisa, se traducen por sí mismo, y lo más importante: las ganas de entenderse.
Este vecino del mundo siempre ha dicho, y está totalmente convencido de ello, que si tienes dinero, puedes ir tranquilamente a dar la vuelta al mundo, que todos te van a entender. Pero, en el lado contrario, aunque seas políglota si no tienes un euro, incluso como ocurre con lo que ahora se denomina como minorías, te puedes volver invisible.

Deberíamos, iba a decir "regalar", pero el término exacto es "dar", dar amor y buenos sentimientos, para que poco a poco la cosa fuera recíproca, y no es que este vecino se esté volviendo “ñoño” con los años, sino que realmente lo creo. 

El idioma de los sentimientos es universal y lo que es más importante: mueve fronteras, si es que no las llega a quitar.


Le voy a decir a Afgano, mi bichón frisé, que mañana me dé un paseo por otro lado, y ya os contaré a que otra reflexión he llegado.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 21 de junio de 2013

ESTA NOCHE

Esta noche me he dormido delante de la televisión. Hasta aquí ninguna noticia memorable, porque quién no se duerme delante del televisor.
Esta noche me he despertado delante del televisor y he tenido la sensación más cercana que se puede tener al éxtasis. Una mujer de mediana edad cantando solo para mí una historia como muchas, de desencantos y de olvidos. Me cantaba solo a mi, o yo he creído que me cantaba solo a mí.
No he querido saber el nombre de la intérprete, porque no he querido entender que era una actuación, sino solo un momento para vivir, y lo he vivido.
Me he despertado. Y entre sueños he sentido y he vivido, por eso sobraban los nombres delimitando mundos. Porque solo se trataba de sentimientos, y de momentos abiertos encontrados al azar.
Era una sensación muy extraña, porque el cuerpo me pedía lágrimas, pero al mismo tiempo, ese mismo cuerpo sabio, a fuerza de haber vivido, sabía que soltar lágrimas era una perdida de tiempo, porque en cierta manera, esa parte dedicada a llorar se iba a perder el momento. Y eso no hubiera sido justo para esa milésima  parte de mi cuerpo.
Esta noche se ha abierto una puerta al sentimiento, y he utilizado esa puerta, y he sentido, no diré que como la primera vez, sino que he descubierto que los sentimientos son mundos paralelos, donde no se compara si mejor o peor, sino que simplemente se saborea. Cuando hueles una rosa, no te preguntas si huele mejor que la anterior que oliste, sino que te dejas llevar por el momento. Lo importante no es la rosa, ni el olor, sino el momento. Como hoy lo importante no era ni la cantante, ni la historia hecha canción, sino el sentimiento que me ha inundado y me ha hecho recordar aquello de que el hombre siente y padece, y por una vez el sentir y el padecer no venían juntos. Era una rara moneda con una sola cara.
Esta noche me he despertado, y no quiero dormir por miedo a olvidar.

*FOTO: DE LA RED