Mostrando entradas con la etiqueta símbolo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta símbolo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 17 de abril de 2019

TANTO EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA...



En estos días donde todo un símbolo del catolicismo como Notre Dame, en París, ha sido víctima de un cruel incendio, mejor será mirar a los cielos, que a la tierra. Y más si tenemos en cuenta lo dicho por el mandamás de la compañía china Alibaba, Jack Ma, que se ha desmarcado con unas declaraciones en las que asevera que trabajar doce horas diarias, seis días a la semana, o más, es una bendición. Este vecino del mundo deduce, por aquello de piensa mal y acertarás, que la bendición será, por supuesto, para el empresario.

Como hubiera dicho mi difunta madre, que de ironía andaba bien cargada, con esos horarios por poco que te paguen no tienes posibilidades de gastar, y siempre ahorrarás un poco.

Por eso que, visto lo visto, mejor será mirar hacia el cielo, aunque mientras, te roben la cartera, y con declaraciones como las anteriores, te rompan el corazón. 

Al parecer Macron, muy competitivo él, quiere convertir la mala noticia del incendio en un punto de partida de algo ilusionante, como el lograr que en cinco años haya un nuevo Notre Dame, como diría aquel, corregido y aumentado. Un detalle, que se puede convertir en triste,  es esa lista de particulares y empresas que ya se están postulando para dar millones y millones (Disney incluido con cinco millones de dolares, se supone que en una especie de guiño de Quasimodo), y que a este vecino le traen recuerdos de momentos ocurridos, por ejemplo, en Haití, donde luego el dinero prometido no aparecía.

De todas maneras, que la gente se vaya retratando con sus promesas que luego siempre hay tiempo para mostrarles y recordarles el día en que hablaron y la cantidad prometida.

Por lo demás, a este vecino del mundo, le da mucha pena no haber estado nunca ni en Notre-Dame, ni haber visitado París como realmente se merece, por supuesto que viéndola y saboreándola con ojos de enamorado, cuando menos de su belleza.

*CUADRO: Vista de Notre-Dame, París, Loiseau, Gustav / Museo                            Nacional Thyssen-Bornemisza

miércoles, 7 de enero de 2015

PARÍS, EL ALMA A MEDIA ASTA

Hay días en que uno se siente como un horno, está cogiendo temperatura,  y sin embargo, sabe por los galones que da la experiencia, que no lo tiene precisamente preparado para bollos. Es como si te dirían “mira para otro lado”, pero en el fondo sabes hacia dónde quieres y tienes que mirar, y que si no lo haces, es de cobardes.
En este momento diría que tengo el alma a media asta.
Lo de hoy en París, ese acto terrorista no se limita a las doce personas asesinadas, ni dar un palo en la boca a la libertad de prensa. Es algo así como presentar un póquer de ases en cualquier garito jugado por profesionales, cuando nadie se lo espera, porque además ya habías visto que el jugador de tu derecha, tenía un as, y era imposible que otro también lo tuviera.
Hay gente que menosprecia el humor, por parecer menos serio que decir las verdades del barquero con una entonación formal, pero el humor siempre da algo más, porque deja una puerta abierta a la sugerencia, que alguien hoy ha intentado cerrar.
Hoy más de uno que oiga críticas sobre lo ocurrido en las oficinas del semanario satírico francés, puede tacharlas de racistas y de sectarias. Pero todo eso siempre tiene doble dirección, especialmente los que se quejan de no recibir un tratamiento como ellos creen que se merecen, mientras deparan por su parte  otro tratamiento a todas luces dictatorial, se juzgue desde el prisma que se quiera.
En días como hoy es una vergüenza ser un ser “humano” por lo poco que se practica la humanidad, teniendo además en cuenta que decir “París”, siempre ha sido decir “amor”, y en unos instantes se ha mancillado un símbolo, más que un lugar, que en cierta forma es de todos.
Algunas veces suele costar terminar un artículo por aquello de intentar aportar “un algo más”, una especie de broche de oro. Sin embargo, esta vez las palabras han salido solas, ya que además son, y no hace falta decirlo, el título de un libro que causó furor en su época:
Bonjour tristesse”.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 30 de octubre de 2013

PENSANDO EN MÍ

El otro día estaba pensando, que ya es de lo poco que el españolito medio se puede permitir sin que le cueste nada, …por ahora, haciendo un balance de mi vida, y a lo mejor me he pasado en eso de ser formal.
Con la amenaza constante de una filosofía familiar de “pórtate bien”, quizás durante toda mi vida lo he hecho, y la he convertido en un tanto monótona.
A lo mejor, el día aquel que todavía sin llegar a los catorce, pensé tirar mi bolígrafo al suelo para, aprovechando el incidente verle las piernas a la profesora…debí de hacerlo. Y, quizás entonces, las piernas no hubieran sido todo un símbolo de nuestra represión sexual, porque las piernas nunca es el comienzo de nada, sino solo una excusa. Y es que lo importante es París, y no un cartel que diga “París a 30 kms”, a no ser que seas un diseñador en ciernes, y te exciten los carteles en sí.
Tampoco cuenta, en lo de no haber sido un poco díscolo, aquellos partidos de fútbol en la plaza del pueblo, bajo el letrero de “se prohíbe jugar con la pelota bajo multa de cinco pesetas”, porque nunca fui ni el organizador, ni siquiera el capitán del equipo.
Mi madre siempre tuvo la filosofía de que el trabajo de un niño es jugar, y había que estar todo el día jugando, para cumplir con el estatuto del niño trabajador. Y quizás, visto desde la orilla de los cincuenta y tantos, no rompí todos los cristales que tenía que haber roto, ni di todas las patadas que tenía que haber dado, ni levanté las faldas que tenía que haber levantado. De hecho, creo que no levanté ninguna falda.
De todas maneras, en el baúl de mis recuerdos, solo me quedan dos cosas que no repartí:
Muchos besos, que tenía que haber dado y no me atreví a dar, en aquellos amores de juventud que se iban antes de comenzar, pero que luego lamenté por no haber dado un primer paso.
Y las cosas que se quedaron en el viejo tintero, por no decirlas. Especialmente el descubrimiento de buenos sentimientos hacia otras personas. Porque los malos pensamientos, los malos sentimientos, siempre caducan, pero los buenos, se marchitan y siempre quedan allí, como flores amarillas, que en un momento dado se cultivaron para regalar, y nunca llegaron a tal fin.

*FOTO: DE LA RED