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viernes, 13 de diciembre de 2019

A PROPÓSITO DE UN CALENDARIO...



Muchas veces el precio de algo, mucho o poco, es totalmente subjetivo. Hoy lo he podido constatar.

Como este mes, e incluso el año, ya huele a difunto, y mis citas con los médicos o reuniones de alguna manera importantes, especialmente para mí, ya enlazan con el año que viene, he salido a comprar uno de esos calendarios, que bonitos no son, porque parecen meros croquis, pero que como no tengo secretaria o secretario, son los que más se acercan a mis necesidades.

Ya estaba pagando en la caja, un poco más de once euros, por el único calendario, al menos a la vista, que según mi criterio podía hacer de "secretario honoris causa", por la Universidad de mi casa, para los próximos doce meses, cuando la otra única clienta, que estaba detrás mio, ha dicho, se supone que a la que me estaba atendiendo: -¿Me cobras? A lo que la empleada con cara de sorpresa le ha contestado: -Espere un momento, por favor, mientras me señalaba.
En ese momento, me he dado la vuelta y la he saludado más que efusivamente, y con una gran sonrisa: -Muy buenos días. A lo que la clienta díscola o despistada, y ahora con cara de confusión, me ha contestado: -Al entrar ya he saludado.
Le he respondido: -Ahora le he saludado yo porque es obvio que no me había visto. De todas maneras, en la era del empoderamiento, nos empoderamos todas (aquí ha seguido un silencio bastante acusado), y todos, o se debería de romper la baraja.
En ese momento había dos moscas en la librería, sólo una de ellas volaba.

Como decía al principio, el precio muchas veces es relativo, porque hoy con la compra del calendario he cerrado alguna puerta de la que venía muchísima corriente, amén de conjugar, en mi caso, por primera vez el verbo empoderar. Me ha gustado.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 1 de febrero de 2017

SER MALA PERSONA ES UNA OPCIÓN MÁS



Está claro  que uno no se empieza a sentir mayor, porque todo es cuestión de sentimientos y de raciocinio, la primera vez que a uno le llaman "señor", ni por preguntarle la hora, ni por si tiene fuego, sino al ir comprobando lo rápido que pasa el tiempo, el sentir el déjà vu de las mismas circunstancias, de los mismos problemas..

Y…ya estamos en Febrero. Todavía no he acabado de hacer la lista de los célebres propósitos de año nuevo, y en mi familia ya se están preguntando cuándo es Carnavales, y La Nuri, mi sufrida, seguro que ya estará encargando algún regalo para San Valentín. Lo cual, en sí, está muy bien, yo también estoy en ello, lo admito, por aquello de que la ilusión continúe en el aire, como un buen ambientador que se precie.

Sin embargo, este vecino del mundo no sabe si está perdiendo reflejos, pero el vals con el que estamos siempre bailando, le da la sensación de que cada vez coge más velocidad, y uno no sabe si se va a lesionar o se va a marear, pero algo, seguro, que va a pasar; incluso, en los tiempos en que nos encontramos, de imposición en imposición, hasta que se prohíba bailar. Eso sí, siempre por nuestro bien, pero seguro que, además, nos hacen pagar hasta a los músicos.

Y es que ya no te dejan ni practicar los viejos hábitos de las quejas. Quejarse por llover, por ejemplo. Siempre ha sido sano, al menos como conversación de ascensor. Pero ahora ya no es admisible, porque llover, significará, así lo desveló el Señor Rajoy, que bajará el precio de la electricidad.

Uno ya tiene la sensación, más de una vez, con todo lo que observa, y muchas veces por la no reacción de los demás, como constatación de que ya tragan todo, que estamos en una broma pesada y que hay cámaras ocultas para convertir hasta la inoperancia, o incluso la insensatez, en negocio para unos cuantos.

Una de las últimas decepciones, si se le puede decir así, porque a ciencia cierta nada se puede garantizar, el papelón de “El hormiguero” como una especie de jarabe para que no nos dolieran las amígdalas por todo lo que querían que tragáramos, en una especie de reinvención de la historia de Isabel Pantoja.

Demostraron, Pablo Motos y los suyos, que por un momento televisivo, quizás, "El momento televisivo", se supone que puntero donde los haya, eran capaces no solo de cambiar el formato, sino de intentar tomarnos, primero por amnésicos, y luego, o a la vez, por tontos.

Previamente, este vecino del mundo, ya se había negado a ver el programa pero hubo algún momento en el que tuvo que sucumbir, pues La Nuri, mi sufrida, es mucho, y había tomada secuestrada la televisión hasta que terminara el programa. Y este vecino pudo comprobar que no fueron capaces ni de preguntarle por sus célebres salidas de tono como aquel: “Dientes, dientes, que es lo que les jode”, o el no menos recordado: “Cómprate una vida”, humillante de la forma y maneras que se lo dijo a la periodista destajista a la que le tocó por destinos de la vida. Y pintaron esas frases, hay que joderse, como "frases curiosas que la gente ha copiado". Lo que hay que hacer, presuntamente, para promocionar una gira y un disco.

Al oír eso, sinceramente, a este vecino del mundo le entraron unas ganas enormes de que de la misma manera le contaran “la otra visión que pudieran tener ellos de Hitler”, y con ello, en ningún momento la estoy comparando con él, sino de lo descabellado de la situación.

Este vecino del mundo, desde la azotea de sus sesenta años, cada vez va teniendo como seguras más cosas. Y hoy ya tiene dos más.
Una, la primera, es que nunca es bueno insultar a la gente, pero sí se puede, es cuestión de opiniones, catalogarlas como buenas, o malas, más que nada como “consumo personal”. Y desde hace mucho tiempo, este vecino del mundo tiene catalogada a Isabel Pantoja, como una “mala persona”, y no con la diplomacia actual diciendo eso de "personas tóxicas".


La otra, la segunda, es que al menos durante un tiempo este vecino va a dejar de ver “El hormiguero”, y si tuviera La otra Zarzuela, como ente que velara por sus intereses, lo haría público como “Cese temporal de la convivencia matrimonial entre este vecino del mundo y El Hormiguero”. Nos vamos a dar un tiempo, y el tiempo, siempre sabio, hablará. 

Si antes, prácticamente he comenzado diciendo “Y… ya estamos en Febrero”, ahora es más exacto decir “Y… todavía estamos en Febrero”.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 20 de diciembre de 2013

EL ALMA DE UN BANQUERO

Acabo de estar hablando con un conocido cocinero vasco, y me ha negado tajantemente de que la electricidad provenga de las angulas, que aunque tienen un precio parecido es pura coincidencia. De todas maneras, ya me ha dicho, que como el tema siga así, en días especiales, como pueda ser la víspera o el día de San Sebastián, los restauradores están pensando muy seriamente en decantarse por tener electricidad en su local o por las angulas, pero las dos opciones a la vez, salvo para comidas de políticos, va a ser francamente imposible, pues los precios se pondrían similares a los presupuestos anuales de una autonomía, y no es plan.
Hoy la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha decidido que "no procede validar" la subasta eléctrica realizada ayer, debido a "la concurrencia de circunstancias atípicas y en un contexto de precios elevados en el mercado diario durante las semanas previas”. Que en realidad es lo mismo que no decir nada, pero alguien, con muy buen criterio por cierto, ha estimado que esta vez se han pasado de frenada, y se ha notado claramente.
Ayer, sin embargo, debimos de ser muchos los que ante la negra expectativa, tan negra como quedarse sin luz,  fuimos al chino de al lado de casa para comprarnos esa especie de linterna, que mediante unas gomas se coloca en la cabeza, como un Antonio Molina cualquiera que fuera a cantar “Soy minero”, porque se terminaron las existencias. Y ahora es de esperar que su precio suba mínimo un trescientos por cien. Para que luego se diga que Estados Unidos es la tierra de las oportunidades…
Ante la desgracia, siempre hay alguien que gana. Lo que ocurre es que tanto los sufrimientos como las ganancias ocurren en bandos diferentes, no es aleatorio. Y ya estamos otra vez con las dos Españas, con la diferencia de que ahora no se puede ver, por el mapa de Google, la parte de España que sufre, porque ya no es un problema geográfico ni ideológico, sino de carteras, quien la tenga llena, o quien la tenga más vacía que el alma de un banquero.

*FOTO: DE LA RED