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viernes, 17 de julio de 2020

TIEMPOS DE DISTANCIAS CORTAS...



A mí, a este vecino del mundo, la nueva normalidad le está matando. 

No puedes hacer planes ni a cinco días vista, porque puede que dentro de cinco días ya estemos todos calvos. Es muy probable que no te dé ni tiempo de llegar al autobús, al avión, o lo que tuvieras previsto utilizar para desplegar tus alas veraniegas.

Como decía el muy recordado “Chiquito de la calzada”, filósofo entre los filósofos de a pie: “La cosa está muy malamente”. Cualquier día comparece Fernando Simón dando pasitos y saltitos, porque lo del “no puedo, no puedo” ya se le está quedando corto.

En Donosti, el comportamiento de la gente, en apenas veinticuatro horas, ha dado un cambio radical. Al final sólo respondemos al castigo, y es que cien euros significa suspender una salida con la cuchipandi o lo que se esconda tras esas mascarillas, que por mucho de diseño que sean, no dejan de ser una especie de pasaporte para intentar escabullirte del bicho malo.

Este año, tiene toda la pinta de que va a primar la distancia corta, los planes pincelados con  dos días vista, porque el resto se puede escapar al intelecto pospandemia. Hacer un viaje en autobús de doce horas puede ser el equivalente de lo que antes sería ir de gira por el famoso Triángulo de las Bermudas.

Personalmente, y tras tanto brote y rebrote, ya he comprobado qué tal ando de previsiones de papel higiénico y sigo preparado para distancias largas. Lo de comer, bien pensado, me vendrá bien ajustarme el cinturón, por cuestión de gastos, sí, pero de los de calorías.

Llamadme malpensado, pero tiene toda la pinta que este año se nos junta la salida  de las vacaciones de verano con el regreso de Navidad. Y es que  si algo nos ha enseñado el confinamiento es que en una casa entran todo tipo de distancias: las cortas y las largas. Solo nos hace falta un mando a distancia y, especialmente, mucha paciencia para la convivencia incluida con nosotros mismos.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 31 de diciembre de 2018

ÚLTIMOS INSTANTES



Este vecino del mundo ha estado ponderando un buen rato sobre qué decir en el último post del año. Y como uno no tiene el poder de ser genial, o estar sembrado, en cada momento, ha  tomado la determinación de que lo mismo que piensa cenar esta noche en un atuendo que los pijos denominarían “casual”, y que en el pueblo que me vió nacer, Elgóibar, describiríamos como “de andar por casa”, que es como realmente me siento bien, en este post, el último de este año, solo quiero hablar de vosotros, ya que el resto del año ya aprovecho para hablar de lo que me mueve y me conmueve.

Hablando con el corazón en la mano, metafóricamente hablando, por supuesto, si no sería cuando menos engorroso e incluso complicado, os deseo que se cumplan todos vuestros planes, y que hagáis lo que verdaderamente os pidan vuestros respectivos cuerpos, dentro de un orden naturalmente, y sin volvernos locos. Respetando, por supuestísimo, a los demás y a sus respectivas maneras de ver la vida.

Ya hace tiempo que este vecino si tuviera que diseñar su “alma interior”, sería más bien de tendencia minimalista, y en colores de gama “blanca inocencia”.

Si nuestras vidas fueran historias escritas, el libro de este año se cerraría hoy, y el mañana, como en realidad ocurre, seguro que es otra historia, aunque el protagonista, tú, sea el mismo.

Un abrazo a cada uno de vosotros, y un muy feliz año nuevo.

*ILUSTRACIÓN: DE LA RED

jueves, 3 de noviembre de 2016

...Y AL FONDO, UNAS GAFAS ENSANGRENTADAS



Si algo tiene de bueno haber creado un blog, o como en el caso de este vecino del mundo, incluso dos (http://trazosyhuellas.blogspot.com.es/), es que te obligas a tener la materia gris, como diría el bueno de Hércules Poirot, preparada para hablar de un tema cada día, dos días, o cuando las musas se apiaden de ti, y crean conveniente aparecer.  Porque ven que estás preparado pero el tema no llega, aunque estés, como  los cursis,  pedantes, o del postureo fácil dicen, en plena catarsis. Y debido a tu propósito del blog, de vez en cuando te sorprendes con pensamientos que no te los dices a la cara mientras te estás afeitando ante el espejo. Esas verdades del barbero.


Hoy me he acordado de esa frase que un día oí y que, quizás por la edad que entonces tendría, me pareció liviana o prácticamente anecdótica, y que hoy me ha enganchado y bajado las pulsaciones hasta un estado casi catatónico: La vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes. E indagando posible autoría, hoy los dioses de internet estaban todos conformes, y se la han dado a John Lennon. Ya solo por una frase tan redonda hubiera merecido la pena su existencia.


La vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes, y normalmente el destino, muchas veces en forma de crisis, te lo moldea hasta casi dejarlo irreconocible. ¡Vamos! Que si de rodar un proyecto cinematográfico se tratara, te han cambiado prácticamente todo el casting, y no te queda dinero ni para rodar con principiantes.  ¿Y del guión?  Sólo queda la idea original, que no da ni para un “cortometraje”. Pero ya se sabe, que nosotros, los españoles, si por algo destacamos (sí, por nuestros tacos e improperios, cantidad y calidad, también, pero hoy me refiero a otro tema) es por nuestra capacidad de improvisar.


El único pero es que “improvisamos”, no por decisión propia sino porque los que nos rodea nos obliga a ello, o bien pensado en el ADN de improvisar está esa expresión tan española, y que me perdonen por la ordinariez, de “que no te queda más cojones”.


“La vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes”, y a este vecino del mundo le quedan cinco minutos de que alguien, siempre mucho más joven, le incluya en alguna lista de la tercera edad. Mientras que a ti todavía te parece que todavía llevas encima algún grano del arroz que te lanzaron el día de tu boda, y, en realidad, hasta aquellas fotos ya están amarillentas…



Y sólo caes en la cuenta de que el tiempo pasa para todos, cuando muy de vez en cuando vuelves a tus raíces, y las arrugas de tus amigos de entonces, te advierten de que si tú les ves así, ellos te pueden ver a ti peor. Y que de John Lennon, de aquel moderno melenudo, y rompedor, solo quedan, y no es pocos, sus canciones, y su bondad reflejadas en ellas. Y el recuerdo que muchos todavía tenemos de él, antes de que un desgraciado, del que nunca diremos su nombre para que no pase a la historia, tuviera otros planes, y los impusiera a la fuerza…


*FOTO: DE LA RED