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martes, 7 de noviembre de 2017

LA NOCHE DEL BLOGUERO


Hay momentos en los que uno se despierta como si cayera de la arista del K2, ha sido el caso, y se sorprende sentado en el sillón de la sala mientras tiene la inequívoca sensación de que por la ventana acaban de irse sus musas. Ha venido a visitarle la inspiración, pero no le ha pillado trabajando.

El bloguero en su sentido estricto vive en un continuo estrés dejando ya atrás un asunto vivido y depositado en su blog, mientras busca en lontananza otro artículo del que hablar, y que a él verdaderamente le resulte interesante.

En cierta manera, y salvando las distancias, un blogger se encuentra siempre en la noche que lleva al día de Reyes Magos, una noche de inocencia plena trufada de ilusiones, preguntándose continuamente qué le traerá el destino.

Es de suponer que lo mismo que cada maestrillo tiene su librillo, cada blogger tendrá su mundo, y habrá quienes ya tendrán prefijados temas en cada época del año, más que nada por aquellos que tienen firmas o empresas  a las que “ayudan” con su camuflada/descarada publicidad, disfrazada de descubrir nuevas sensaciones en artículos consumibles. Es una opción. No está ni bien ni mal.

En este blog, en A TROCHE Y MOCHE, se observa en seguida, como detalle inherente a su ADN, que el autor se define continuamente como “vecino del mundo”. Una manera de describirse, descubrirse, como continuo mirón/degustador de su entorno.

No es lo mismo lo que tú te crees ser, a lo que los demás ven de ti. Y en ese juego vive/se nutre este blogger en ese “blog personal”. Y cuanto más fresco de ideas, mejor funcionará el juego de las apariencias: observar y ser observado. Porque lo que ves de los demás, en ningún caso te es ajeno, ya que en las descripciones que hagas, en parte, siempre hablarás también de ti, porque sólo puedes hablar del mundo que tú has descubierto. Julio Verne nos dejó hace mucho tiempo, y los demás de videntes hemos pasado a ver lo evidente.


Voy a recolocarme todo tras la caída de la arista de ese K2 metafórico. Al menos este “accidente” ha sido fructífero, y ya tengo mi nuevo artículo. Ha acabado la noche del bloguero, y las luces de un nuevo día alumbran ya sus opiniones.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 7 de diciembre de 2016

LA VIDA A LO FORREST GUMP


Siempre se ha hablado de la crisis personal de los treinta o de los cuarenta, y en cuanto a parejas, la crisis de los siete años.


Este vecino del mundo, y tras pensarlo mucho, ha llegado a la conclusión de que va por libre. Quizás sea eso de las estadísticas, que si uno se ha comido cinco pasteles, y cogen un campo de cinco personas, llegarán a la conclusión de que todos se han llevado a la boca un pastel...


Alguien ha debido de vivir y disfrutar a tope en su lugar, porque este vecino ya ha llegado a los sesenta, en realidad hace ya unos meses, y como hubiera dicho su madre, que siempre ha tenido un léxico peculiar para resumir todo, “sin vender una escoba”.


En fin, he sido padre, he ligado, bueno, seamos sinceros, me han ligado, las veces que han querido ellas, que seamos justos, no han sido muchas, y como decía un actor español, muy famoso en los cincuenta/sesenta, sobre la industria del cine: el resto me lo he pasado esperando.


Eso sí, siempre he tenido algo a favor: el sentido del humor y la practicidad, porque pasara lo que pasara: siempre podía haber sido peor.


Quizás haya sido, no sé si una virtud o un defecto: pero no he mirado para atrás. Como si la vida fuera un camino estrecho que no permite darte la vuelta,  un buen día, este mismo año como ya he dicho, al recordar el pasado, me he dado cuenta de la de curvas que ha tenido el camino. Y que tú quizás como eres el que vive “tu aventura” en primera persona, tan poco seas el más indicado para juzgarte. Porque tú te sientes como te sientes, pero quizás viéndolo desde fuera te dieras cuenta de que arrastras, por ejemplo, una depresión de caballo. Y quizá, porque te has ido haciendo pequeño poco a poco, has pensado que era el suelo quien había subido…



Bien pensado, la vida es, con reminiscencias a lo Forrest Gump, como esas luces navideñas, que el ayuntamiento donostiarra en mi caso, ha tenido a bien colgar para estas (no diremos "felices" porque eso irá, es una manera de decirlo, por barrios) fiestas, pero que en realidad no deja de ser un oasis, o un simple señuelo, ante la oscuridad permanente de la vida. 

*FOTO: F.E. Pérez Ruiz-Poveda