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lunes, 21 de noviembre de 2016

ESPLENDOR EN NUESTRA HIERBA...



Hoy he tenido, por motivos familiares, que hacer una especie de vuelta a mi pasado, al tener que regresar por unas horas no solo a mi casa familiar, sino a ese pueblo, en la que tus conocidos de toda esa parte de tu eternidad que has vivido en tus años mozos, disparan siempre con bala, aunque por sus sonrisas, parece que nunca se haya roto un plato, ni en ese mismo momento…


Tras haber terminado con los asuntos, o mejor dicho ellos conmigo, que me habían llevado a esa especie de salto al pasado y sin red, como a la postre se ha demostrado, y ya que tenía casi una hora hasta el próximo tren que me llevaría devuelta a Donosti y a mi normalidad más normal, he optado por saltarme las normas del forzado día a día ese que me hacen llevar cocodrilos en los bolsillos, para no gastarme un euro porque de lo contrario no me llega a fin de mes, y regalarme unos momentos de locura y frenesí económicos que se han traducido en una Coca-Cola y un pincho de tortilla, en un bar muy cercano a la casa familiar.


Solo intentaba pasar un rato tranquilo, y lejos estaba de temer que en breves instantes iba a sufrir una verdadera catarsis de recuerdos, sentimientos, y seguras culpas, en apenas cinco minutos, o lo que viene siendo el tiempo necesario para tomarse un vino.


Como mi intención era pasar lo más desapercibido posible para no ser preguntado ni por los motivos del viaje ni por recordar un pasado, que puede tener mil lecturas, quizás no muy justas, especialmente si se ve desde ojos ajenos, apenas he mirado más allá del entorno de mi plato, con una tortilla que estaba como para hacer la ola unas cuantas veces. No he querido dar pie a ninguna conversación, pero mi intención no ha sido suficiente…


De pronto, un torrente de voz en forma de trueno me ha saludado, mientras, seguro, todos, y cada uno de los clientes del bar, han captado nuestra imagen, y dirigido la antena de su atención. El conocido, y autor del saludo, iba con otras dos personas a las que yo conocía prácticamente de vista de aquella época, y a él, en realidad nunca me ha unido una gran amistad, aunque eso sí, era y es, supongo, amigo de un amigo mío.


La conversación, a decir verdad, ha sido más bien de esas que tienen lugar en un ascensor.  “¿Qué tal estás? ¿Cómo así? Han pasado muchos años…¿Qué es de tu vida?.” Y todo ello aderezado con el mismo cariño, esperanza, e interés que puede tener un forense esperando ser respondido por uno de sus nuevos cadáveres…


Y como al parecer ya no sabía qué preguntar, ya que yo tampoco estaba por la labor de darle cháchara, y era evidente que los silencios le incomodaban, ha optado por traer algún recuerdo del pasado, ni mintiendo ni diciendo la verdad verdadera, y ha soltado, dirigiéndose a sus dos mudos contertulios, la madre del cordero hecha aseveración con la misma voz de trueno con la que se había presentado: -Éste es el que decía que los negros destiñen.


En ese momento ya me he visto forzado a moverme cuarenta y cinco grados para quedarme en frente de él, y mirándole a los ojos, decirle:

-¡Vamos a ver! Primero de todo, esas palabras son de una época, más de treinta y cinco  años, en la que ni se sabía ni se practicaba el ser políticamente correcto. Hoy en día ni se me hubiera ocurrido… Ahora, a mis sesenta años, ni me voy a desdecir ni avergonzar de nada, porque nunca hay más de lo que hay. Pero seamos justos, estás hablando de una conversación mantenida a altas horas de la noche, - él todo el tiempo, es la verdad, con su cabeza ha estado confirmando que lo que yo decía era cierto - y tú lo sabes, todos bien regados de alcohol. Y tenía unos veintitrés años. Y algo muy importante, aquella época no era como ahora, ni había una especie de noción de lo que hoy se entendería por “aldea global” y un pensamiento casi universal.  Y sólo has dicho una parte de la verdad, porque aquello vino motivado porque había estado trabajando como limpiador de una residencia de estudiantes en Londres, con gente de muchos orígenes y de diferentes razas.
Y entonces, advertí que mientras te duchas vas perdiendo escamas de tu piel que quedan depositadas en las paredes de la bañera. Y que si eres de otro color, diferente al que se define como “blanco”, la suciedad, digamoslo de esa manera, es más evidente en la fría blancura de la cerámica.

Por cierto, espero que lo mismo que te has acordado de eso, también te acuerdes de que un íntimo amigo tuyo, a esas mismas horas y días, estaba totalmente enamorado y orgulloso de su coche, porque tenía forma de “porro”… Sin olvidar, ¿verdad?, de que en aquellos días de nuestro *“esplendor en la hierba” (obvio ha sido que ninguno de los tres ha entendido ni las referencias poéticas ni cinematográficas) todos tuvimos nuestras “perlas”, y si alguien las menciona justo sería que lo hiciera de todas. Y no utilizarlas a conveniencia, como armas arrojadizas…-


Creo recordar que al terminar estas palabras ya estaba sólo, como había venido, aunque eso sí, un poco más cabreado, entre otras cosas por haber sido joven y haber hablado en su momento con la ligereza que te da la inconsciencia de la juventud, y el creer que a las palabras se las lleva el viento... Van marcando nuestra estela, y advirtiendo de dónde nos encontramos en cada momento, como las migas del cuento.


FOTO: DE LA RED

 *Película del mismo nombre dirigida por Elia Kazan en 1961, y poema del escritor inglés William Wordsworth (1770-1850), "Ode on Intimations of Immortality from Recollections of Early Childhood": "Nada nos devolverá los días del esplendor sobre la hierba, pero nos recordaremos y fortaleza hallaremos en lo que de ello nos queda"'.

lunes, 4 de abril de 2016

ANTONIO BANDERAS DIXIT



Si resumiéramos con un nombre, cuando expira cada semana, lo más importante de esos días, uno de los nombres de esta semana pasada sería, sin duda, Antonio Banderas.  


Estaba en plena promoción de una película en “El hormiguero”, pero en cuanto le pidieron su opinión sobre todo lo que está ocurriendo ahora en España, no dudó en ningún momento en mojarse, y  sentó cátedra, a entender de este vecino, dejando frases que los optimistas las verán como “perlas”, y los pesimistas como “losas”.


Este vecino del mundo que es optimista crónico, entre otras cosas porque quiere seguir vivo, por siempre va a recordar frases que valen su peso en oro. 


Al ser la mayoría de ellas transcritas literalmente, encontraréis el texto en negrita y en cursiva.

Cuando en Estados Unidos sale un talento,  aparece un patrocinador, cuando en España sale un talento, aparecen tres envidiosos…
…En Estados Unidos conseguir cosas cuesta, pero al que ha conseguido metas, le son reconocidas de por vida…
…Las cosas se pueden conseguir, no hay sueños imposibles…
…Si yo lo he conseguido cualquiera lo puede conseguir. Se trata de trabajar y de soñar muy fuerte. Y después, tener la capacidad de sacrificio para ir al lugar, y pelear, y levantarte siempre…

…Los americanos lo tienen clarísimo: no existe un  fracaso total…

En España se hizo unas encuestas en unas universidades, al parecer por la zona de Andalucía. Se les preguntaba a los estudiantes qué querían ser al salir de la universidad. El 75% querían ser funcionarios. Esa misma encuesta se hizo en Estados Unidos, el 75% querían ser emprendedores, dueños de sus propias vidas,  no querían estar con ningún jefe, sino rodearse de sus propios amigos, y tener una idea y pelearla. Así surgen los facebooks, los googles… con ese espíritu.


Con un 75 % que quieren ser funcionarios no se hace un país. Se hace un país con gente que se la juega.


---Tengo mucho respeto hacia la política, cuidado. En muchos aspectos de nuestras vidas son determinantes, no en todos. Pero creo que le estamos dando una importancia a la política, y al político, que está exacerbada. Estamos contaminados de política, empachados.


Es más importante leer un buen libro, de un buen autor, que estar todo el día pendientes de pactos, si no va a haber pactos, si éste ha dicho, o no ha dicho.


Darte un paseo con tu hijo por el parque, irte al teatro, al cine, escuchar una buena sinfonía. Esas cosas son muchísimo más importantes que los políticos. Pero ellos te hacen ver que son lo más importante de tu vida, y nosotros nos lo creemos. Y no está bien….


Nos quieren hacer creer que el pueblo español ha votado entre todos que haya un acuerdo.


El pueblo español es un montón de individualidades, que cada uno ha votado lo que quiere que salga. El que ha votado al PP, quiere que salga el PP… 
Pero no ha votado un gran acuerdo, ni ha votado mal. 

Es un problema, porque todos tienen programas diferentes.

Los políticos cuando son elegidos, chocan con la realidad. A veces nos tenemos que preguntar si no estamos viviendo en una época post-democrática, o si estamos siendo realmente gobernados por aquellas personas a las que hemos votado, o por poderes de los que no conocemos las cabezas, los mercados, los lobbies, las corporaciones. Los que manejan los hilos del poder puede que estén ahí. Es muy complicado. Ya es difícil mantener la paz entre tus amigos, tu familia. ¡Imagínate en un país!


Aunque el Señor Banderas, quizás no haya dicho nada nuevo, sí tiene las cosas muy claras.


Este vecino del mundo está convencido, y ya lo ha dicho en este mismo blog, que no va a haber unas nuevas elecciones, porque van a llegar a un acuerdo, eso sí, en el último segundo, se supone, tanto PSOE, CIUDADANOS como PODEMOS, porque entre otras cosas, no les conviene jugar con fuego.



De todas maneras, este vecino siguiendo la “Doctrina Banderas” ,de que los de a pie tienen que vivir, y los políticos hacer lo que se les presupone, tiene más que claro, nítido, de que si nos hacen la “humorada” de ir a unas nuevas elecciones, votará lo mismo


Es más, todos deberían de votar lo que ya han votado previamente. Porque son ellos, los políticos, los que tienen que aprender a dialogar, y no nosotros acercarnos a su ideal de mapa electoral. Ya que, de esa manera, político podría ser cualquiera, y en España especialmente, están muy mal acostumbrados.


*FOTO: DE LA RED