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lunes, 27 de febrero de 2017

¿JARRÓN CHINO, O BESUGO?



Confieso, por si hubiera alguna duda, que no me gustan las mujeres. Las adoro. ¡Qué le voy a hacer! Me parieron así, con mis filias y  fobias; pero en cuanto a mujeres, sin ningún tipo de dudas.

Sin embargo, a la hora de excitarme, me confieso como de gustos más abiertos. ¡Vamos! Que me gusta la carne, el pescado, y hoy, visto lo visto, hasta el besugo. Porque, en este mismo momento, estoy terriblemente excitado, no diría cachondo, pero sí muy excitado, con un, presuntamente, besugo, llamado José  María Aznar.

Ya lo dijo hace mucho tiempo el Señor González, Don  Felipe, al hacer un símil entre los expresidentes y los jarrones chinos, por aquello de nunca saber el lugar dónde deben de ser colocados (en aquel momento “colocar” no significaba “puertas giratorias”), ya  que, al parecer, molestaban en todas partes.

Pero lo de hoy de “Josemari"  (ya que si  él se ha tomado más que confianzas con todos los españoles, este vecino del mundo lo hace con él también) ha clamado al cielo de los creyentes, y a la ya comentada excitación de este voyeur de noticias, al afirmar sin ningún tipo de rubor, que deberíamos trabajar hasta los setenta años.

Sinceramente, lo primero que he recordado tras el “shock” inicial, son aquellas declaraciones del entonces Presidente de la Patronal, Gerardo Díaz Ferrán, diciendo: "Hay que trabajar más y ganar menos para salir de la crisis". Y al poco tiempo, por aquellas ironías del destino, “le pusieron a la sombra”, otra contradicción para un hombre que basaba gran parte de su posible fortuna en la venta de nuestro sol.

Habrá que preguntar a Don Josemari, si no es mejor  que los jóvenes accedan antes al mercado laboral, pero al del bueno, al bien pagado, y no a ese otro disfrazado de becarios de muchos años, o bajo la excusa de “aprender”, pero que desde el minuto uno te piden saber de todo.

¿Qué quiere Don Josemari, unas oficinas llenas de viejos oficinistas con marcas de pis en sus braguetas, o perdidos por los pasillos víctimas de un alzheimer incipiente? O más bien, puede desear unos trabajadores que coticen hasta los setenta, además con un seguro privado, para seguir fomentando el paraíso empresarial, y que se mueran a los dos días de haber cumplido los setenta, para que no cante tanto la situación.

Hoy, esos ojitos salientes de Don Josemari, esos ojitos que recuerdan a un besugo inquieto, tenían el mismo sentimiento al hacer sus excitantes declaraciones, que las vacas al ver pasar el tren.

Ya para terminar, si algún día estamos buscando al Señor Aznar sabremos dónde no indagar por ser una pérdida de tiempo, y es en el Diccionario de la R.A.E. en la palabra “empatía”; ni a él, ni a su señora, la misma que vendió, sin  parpadear, aunque ella no tiene ojos de besugo, más de tres mil pisos protegidos, de “su” ayuntamiento madrileño, a un fondo buitre.

Lo  dicho, hay asuntos que me seguirán excitando más que una mujer. Y quizás, eso, en el peor de los casos, signifique que sigo vivo, y con la cabeza bien amueblada. Eso sí, no con muebles de alta gama, porque después de que, gentilmente, me estén descontando para mi jubilación, durante más de treinta años, no me llega para todo. 

*FOTO: DE LA RED
*DIBUJO: PATXIPE

domingo, 14 de junio de 2015

LA LLAMADA DEL DOMINGO



¡Es curioso! Nunca sabes cómo va a funcionar tu cerebro.

Son las cuatro de la tarde de un domingo. Estás delante del televisor, con los ojos más para allá que para acá, en una verdadera lucha para no quedarte rendido bajo el manto de Morfeo, y de pronto suena el timbre de la calle. Coges el teléfono, y la voz de un joven te dice que abras la puerta del portal para dejar publicidad. Y tu mente hace que en lugar de acordarte de los padres del joven, porque éste te ha sacado de un sueño prometedor, te  hayas acordado de aquella máxima, “No trabajar en días de guardar”.

Y has viajado al pasado. Si todo el mundo asociaba a la mili, o mejor dicho al ambiente militar, las órdenes, el mundo de los niños estaba también, al comienzo de los años sesenta, lleno de máximas:

-No vengas a casa más tarde de las nueve.
-Toma el zumo de naranja rápido para que no se pierdan las vitaminas.
-No te bañes en la playa hasta que hayan pasado tres horas después de comer.
-No se dicen mentiras.
-No se comen porquerías antes de la hora de comer.
-Lo importante es participar.

Quizás eso es la niñez.  Un conjunto de órdenes por cumplir, y la esperanza dada por tu madre de que cuando seas mayor lo entenderás todo. O  esa versión, en especial para hombres de “cuando seas mayor, comerás huevo”.

Y es que se tarda en asimilar de que la vida es como es y no como te contaron que sería. Pero lo que realmente se tarda en asimilar, es eso de que “tus padres no eran perfectos”, y después de todo, se equivocaron, y la vida no es como te contaron que era, sino que era cómo querían que hubiera sido.


En realidad, y bien pensado, la propaganda para cuando fueras mayor, tenía mucho  de publicidad religiosa.  “Hoy no vas a entender nada, pero en el más allá lo comprenderás todo.”

Y si uno de los, digamos, dogmas del catolicismo era eso de “no trabajar en días de guardar”, que en realidad siempre ha sido hasta repipi y rebuscado la manera de decirlo, ahora encontrar trabajo y mantenerlo no es que sea un milagro, sino que puede ir en contra de la religión, y sino que se lo pregunten al que ha llamado a mi puerta para dejar publicidad en la tarde de un domingo. 

Quizás fuera, después de todo, para dar gentilmente a conocer, el horario de misas de mi parroquia más cercana, lo cual pudiera ser rizar el rizo, o simplemente el esgrimir que para extender la palabra del Señor no hay horarios ni calendarios. Lo puede decir la patronal de Nuestro Señor. Y todo el mundo sabe, que eso, va a misa.

*DIBUJO: DE LA RED