Mostrando entradas con la etiqueta pasado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pasado. Mostrar todas las entradas

miércoles, 15 de febrero de 2017

JOSE MARI QUE ESTÁS EN LOS CIELOS...

Hay días en que prácticamente rezas  para encontrar un buen tema para el blog, y otros en cambio te encuentras con el deber moral de tratar un tema que te atañe y mucho, y que el día anterior ni te imaginabas que eso iba a ocurrir.

Esta mañana he recibido una llamada telefónica que al comprobar el origen, me ha dado mala espina, ya que era de un excompañero de trabajo, y ahora, y no es poco, amigo, con el que había hablado ayer, y el instinto me ha puesto en alerta ya que de ayer a hoy, era difícil  que se hubiera hecho millonario, único hecho positivo porque el que hubiera merecido la pena volver a llamarme.

Jon, me ha comunicado el fallecimiento de Jose Mari, una de esas personas que crees que van a vivir para siempre, porque se lo merecen.

La verdad es que siempre he considerado a Jose Mari como el prototipo del vasco: voz profunda, ademanes toscos, rudo e incluso con un punto bronco, pero tras su aparente seriedad adivinabas mucha honestidad y un amigo para los que buscaban amistad.

Jose Mari ha sido, se me hace muy raro hablar de él en pasado, un Sancho Panza vasco, con un refrán o un dicho para cada momento.

 Con él la vida ha sido, ese maldito pasado otra vez, una especie de enciclopedia gráfica mucho más divertida. Desde que le conocí, las personas, por ejemplo, no se ponen nerviosas sin más, hay que compararlas con algo, por eso, yo, o el que sea, está más nervioso… que una vieja con novio. Y ya, personalmente, este vecino del mundo, no se puede imaginar a nadie más nervioso.

No, lo adivináis, Jose Mari nunca ha sido políticamente correcto, quizás, como la vida misma. Es lo que tiene ir de frente.

Siempre te recordaremos, y tranquilo, sabemos que no nos has dejado, simplemente te has adelantado para cuidar hasta el último detalle el momento en que nosotros lleguemos. Porque reencontrarte, siempre será, como volver a casa…

*FOTO: DE LA RED

lunes, 21 de noviembre de 2016

ESPLENDOR EN NUESTRA HIERBA...



Hoy he tenido, por motivos familiares, que hacer una especie de vuelta a mi pasado, al tener que regresar por unas horas no solo a mi casa familiar, sino a ese pueblo, en la que tus conocidos de toda esa parte de tu eternidad que has vivido en tus años mozos, disparan siempre con bala, aunque por sus sonrisas, parece que nunca se haya roto un plato, ni en ese mismo momento…


Tras haber terminado con los asuntos, o mejor dicho ellos conmigo, que me habían llevado a esa especie de salto al pasado y sin red, como a la postre se ha demostrado, y ya que tenía casi una hora hasta el próximo tren que me llevaría devuelta a Donosti y a mi normalidad más normal, he optado por saltarme las normas del forzado día a día ese que me hacen llevar cocodrilos en los bolsillos, para no gastarme un euro porque de lo contrario no me llega a fin de mes, y regalarme unos momentos de locura y frenesí económicos que se han traducido en una Coca-Cola y un pincho de tortilla, en un bar muy cercano a la casa familiar.


Solo intentaba pasar un rato tranquilo, y lejos estaba de temer que en breves instantes iba a sufrir una verdadera catarsis de recuerdos, sentimientos, y seguras culpas, en apenas cinco minutos, o lo que viene siendo el tiempo necesario para tomarse un vino.


Como mi intención era pasar lo más desapercibido posible para no ser preguntado ni por los motivos del viaje ni por recordar un pasado, que puede tener mil lecturas, quizás no muy justas, especialmente si se ve desde ojos ajenos, apenas he mirado más allá del entorno de mi plato, con una tortilla que estaba como para hacer la ola unas cuantas veces. No he querido dar pie a ninguna conversación, pero mi intención no ha sido suficiente…


De pronto, un torrente de voz en forma de trueno me ha saludado, mientras, seguro, todos, y cada uno de los clientes del bar, han captado nuestra imagen, y dirigido la antena de su atención. El conocido, y autor del saludo, iba con otras dos personas a las que yo conocía prácticamente de vista de aquella época, y a él, en realidad nunca me ha unido una gran amistad, aunque eso sí, era y es, supongo, amigo de un amigo mío.


La conversación, a decir verdad, ha sido más bien de esas que tienen lugar en un ascensor.  “¿Qué tal estás? ¿Cómo así? Han pasado muchos años…¿Qué es de tu vida?.” Y todo ello aderezado con el mismo cariño, esperanza, e interés que puede tener un forense esperando ser respondido por uno de sus nuevos cadáveres…


Y como al parecer ya no sabía qué preguntar, ya que yo tampoco estaba por la labor de darle cháchara, y era evidente que los silencios le incomodaban, ha optado por traer algún recuerdo del pasado, ni mintiendo ni diciendo la verdad verdadera, y ha soltado, dirigiéndose a sus dos mudos contertulios, la madre del cordero hecha aseveración con la misma voz de trueno con la que se había presentado: -Éste es el que decía que los negros destiñen.


En ese momento ya me he visto forzado a moverme cuarenta y cinco grados para quedarme en frente de él, y mirándole a los ojos, decirle:

-¡Vamos a ver! Primero de todo, esas palabras son de una época, más de treinta y cinco  años, en la que ni se sabía ni se practicaba el ser políticamente correcto. Hoy en día ni se me hubiera ocurrido… Ahora, a mis sesenta años, ni me voy a desdecir ni avergonzar de nada, porque nunca hay más de lo que hay. Pero seamos justos, estás hablando de una conversación mantenida a altas horas de la noche, - él todo el tiempo, es la verdad, con su cabeza ha estado confirmando que lo que yo decía era cierto - y tú lo sabes, todos bien regados de alcohol. Y tenía unos veintitrés años. Y algo muy importante, aquella época no era como ahora, ni había una especie de noción de lo que hoy se entendería por “aldea global” y un pensamiento casi universal.  Y sólo has dicho una parte de la verdad, porque aquello vino motivado porque había estado trabajando como limpiador de una residencia de estudiantes en Londres, con gente de muchos orígenes y de diferentes razas.
Y entonces, advertí que mientras te duchas vas perdiendo escamas de tu piel que quedan depositadas en las paredes de la bañera. Y que si eres de otro color, diferente al que se define como “blanco”, la suciedad, digamoslo de esa manera, es más evidente en la fría blancura de la cerámica.

Por cierto, espero que lo mismo que te has acordado de eso, también te acuerdes de que un íntimo amigo tuyo, a esas mismas horas y días, estaba totalmente enamorado y orgulloso de su coche, porque tenía forma de “porro”… Sin olvidar, ¿verdad?, de que en aquellos días de nuestro *“esplendor en la hierba” (obvio ha sido que ninguno de los tres ha entendido ni las referencias poéticas ni cinematográficas) todos tuvimos nuestras “perlas”, y si alguien las menciona justo sería que lo hiciera de todas. Y no utilizarlas a conveniencia, como armas arrojadizas…-


Creo recordar que al terminar estas palabras ya estaba sólo, como había venido, aunque eso sí, un poco más cabreado, entre otras cosas por haber sido joven y haber hablado en su momento con la ligereza que te da la inconsciencia de la juventud, y el creer que a las palabras se las lleva el viento... Van marcando nuestra estela, y advirtiendo de dónde nos encontramos en cada momento, como las migas del cuento.


FOTO: DE LA RED

 *Película del mismo nombre dirigida por Elia Kazan en 1961, y poema del escritor inglés William Wordsworth (1770-1850), "Ode on Intimations of Immortality from Recollections of Early Childhood": "Nada nos devolverá los días del esplendor sobre la hierba, pero nos recordaremos y fortaleza hallaremos en lo que de ello nos queda"'.

lunes, 19 de septiembre de 2016

ESA LLAMADA



Y de pronto, hacia el final del verano, un día, recibes una llamada telefónica, que te despierta del pasado, de una especie de letargo por auto-hipnosis.


Estabas convencido de que las heridas habían curado, pero a las primeras de cambio, te das cuenta de que todavía supuran; y que si hay sanación, aún no es el momento.


No tienes ganas de volver a sufrir, no una decepción, sino un torrente de ellas, pero sabes que si mantienes la comunicación, esa voz te volverá a convencer. Y no hablamos de amor, no, sino de la vida diaria. Y no quieres. Tampoco quieres hacer una guerra, porque el botín, si lo hubiera, no merece la pena. Solo quieres olvidar, pero ese pasado vuelve en forma de llamada. Has cogido el teléfono porque no sabías quién era, aunque detrás de cada llamada que has ido recibiendo desde entonces siempre había una interrogación, prevención, porque el gato escaldado del agua huye. Y tú solo tienes una vida, y llena de cicatrices.


Hay llamadas traicioneras, hay personas traicioneras, que te señalan a un punto del infinito mientras te roban tu confianza. Si la crisis en un momento dado te abofeteó la vida, por qué no te alejó también las malas compañías. No es una pregunta, es un deseo.


Si el otoño llama a la puerta, habrá que barrer esas hojas caídas que se cuelan en tu vida. Y quizás sea el momento ahora, algún día tenía que ser, de poner en orden tu paisaje interior y exterior, y unir los puntos suspensivos que tu pasado dejó, para crear las bases del puente de tu futuro.


Hay días que no estás para nada, y vidas que no están para seguir compartiendo con personas que no te hacen ningún bien. No es lo mismo que te despeinen, se supone que amigablemente entre colegas, con veinte años, a que con sesenta te quieran seguir pasando la bayeta por tu calva. Uno ya no está ni para dar, nunca le ha gustado, ni para que le den jabón, porque en cuento te descuidas puedes partirte el alma con esas amistades resbaladizas.


Lo bueno que tiene, si lo hay, que te pongan entre la espada y la pared es que solo puedes ir hacia adelante, aunque duela. Ha llegado el día.


*FOTO: DE LA RED, Y F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA


jueves, 9 de junio de 2016

GEORGE MAHARIS, Y EL ARMARIO DE TU PASADO



Algunas veces, ver una simple foto es como abrir un cajón en el armario de tu pasado, y comienzan a aflorar todo tipo de sensaciones y recuerdos, desgraciadamente todos ellos amarillentos, por aquello de que cualquier tiempo pasado, no sé si fue mejor, pero sí anterior, y ya todo huele mucho a naftalina de realidad.


No sé cómo ni por qué, pero en los momentos previos  a comenzar el post de hoy, ha habido algún pensamiento cruzado, lo que los pedantes denominarían como “brainstorming” (tormenta de ideas), aunque luego solo sepan decir en inglés “singing in the rain”, por supuesto que marcando mucho la segunda “G”, y me he acordado de George Maharis, al que nosotros, también, llamábamos pronunciando en castellano todas y cada una de las letras, ¡faltaría más!


Antes de nada, y para ahorrar posibles cabreos, todo aquel que crea que aquí se va a hacer un estudio exhaustivo del citado actor, y por eso está leyendo este texto, es mejor que lo deje aquí, y acuda, por ejemplo, a Wikipedia.


Este vecino del mundo reparó en el Señor Maharis, atribuyéndole su nombre y apellido, tras bastante tiempo de verle en televisión, y prácticamente a raíz de “Juego mortífero”, a comienzo de los setenta, una serie sobre tres investigadores privados, con una vieja gloria, Ralph Bellamy, e Yvette Mimieux. A Yvette, por ejemplo, podría considerarse como la versión femenina de lo que representaba Mister Maharis, solo que ella, al menos en opinión de este vecino del mundo, era mucho mejor actriz, y a la que quizás, precisamente, le perjudicó ser “tan guapa”, y no se le tomó tan en serio como profesional, y presuntamente “sólo” se le elegía por su fachada.


George Maharis siempre me pareció tan perfecto, hierático, y como que hacía un esfuerzo para mover los labios, que me lo imaginaba como un efecto especial más. Y que cuando terminaba de actuar, o mejor dicho, de que contaran con él en una escena, le desconectaban de los cables que le daban movimiento; y automáticamente le llevaban al taller de reparaciones, para darle otra capa más de chapa y pintura, y dejarle resplandeciente, sin importar, quizás, que la escena del siguiente día, fuera de alguna catástrofe en la que su personaje saliera lastimado, porque nunca hubo un “lastimado” más sano que él.


Muchas veces, la mayoría, el destino es muy injusto, y mientras hay personas que se fueron hace mucho tiempo ya, pero parece que siguen con nosotros, hay otras que para nosotros pertenecen a una época determinada, en su caso, a la televisión de años 60 y 70, y lo demás es una cruel broma del destino.


Hay actores, por ejemplo y sin ir más lejos, Charlton Heston, que siempre era él, aunque fuera “El Cid”, “Ben-Hur”, o el  mayor Matt Lewis en “55 días en Pekín”, pero su personalidad le daba más empaque o enjundia al personaje. Sin embargo, aparecer George Maharis en pantalla era como abrir un paréntesis en la película, y directamente pasar al “cómo se hizo el proyecto, pero a pesar de él”.


A medida que he ido redactando, y ya para terminar, el post de hoy, me voy dando cuenta de que quizás estoy siendo demasiado cruel con Mister Maharis, porque, por ejemplo, estudió en el Actors Studio y allí no entraba cualquiera. Tal vez fuera, y aquí ya claramente echo piedras contra mi propio tejado hasta acabar con él, porque fue el primero, quizás inconscientemente, que me hizo presentir que siempre un buen embalaje hace llegar el paquete más lejos, y eso no se olvida.



¡Larga vida a Mister Maharis!, y que me perdone,… si quiere.


*FOTO: DE LA RED

martes, 14 de enero de 2014

VIAJANDO AL PASADO

Uno lleva varios días con menos moral que la plantilla de la Real Sociedad después del repaso de ayer contra el Villarreal. Por cierto, en el futbol debería de existir, como en el boxeo, la posibilidad de tirar la toalla en un momento dado del partido, por parte del entrenador, y…a otra cosa mariposa, porque lo de ayer fue bastante cruel.
Bueno, pues lo que contaba, que este vecino lleva varios días tan mal que si él mismo fuera un piso ya se hubiera vendido, por no soportarse.
Sin embargo, esta mañana, en un periódico digital, mientras creía que iba a encontrar más de lo mismo, ha encontrado poesía pura en imagen.
La fotógrafa Chino Otsuka, que vive en Londres, ha creado una serie de fotografías bajo el nombre “Imagine Finding Me”, algo así como “Imagino encontrarme”, en las que viaja a su pasado, y se retrata ella misma, ahora, con la niña que fue.  
Al menos estas fotos han servido para que este vecino compruebe que sigue vivo, porque, literalmente, le han conmovido. Y es que el habitante de la atalaya, siempre ha pensado/soñado, que la vida se repite, y que quizás algún día se llegara a cruzar con la persona que fue, y como el paso del tiempo es tan cruel, no se llegará a reconocer.
Chino Otsuka ha tenido la suerte de encontrarse, y en alguna de las fotos posa abiertamente con ella misma, y en otras, según la teoría del vecino, sus destinos se entrecruzan sin siquiera verse.
Quién no ha pensado nunca eso de “si llego a saber lo que es la vida…” dando por sentado que nuestro comportamiento sería otro.
Sin embargo, lo único que nos queda, como mucho, es visitar los lugares  de nuestra niñez, y si no los has vuelto a ver, casi mejor que no los compares con el ahora, porque los escenarios naturales en los que viviste te parecerán completamente diferentes, ya que al ser entonces mucho más pequeño, y el ángulo de visión más bajo, todo te parecía mucho más grande.
De todas maneras, queda en el aire una pregunta, ¿sería bueno, si encontráramos a nuestro yo niño, desvelarle secretos de su futuro? ¿Sería justo, o incluso honesto, intentar que cambiara para que así su futuro fuera otro?, porque nadie puede asegurar que fuera mejor. Además, ¿mejor, para quién, para él o para ti?

*FOTO DE LA SERIE " IMAGINE FINDING ME", POR CHINO  OTSUKA

lunes, 18 de noviembre de 2013

IN MEMORIAM



Desde hoy la luz no tendrá la misma fuerza, y los vientos nos recordarán sonidos del pasado. Días de juventud en que la intensidad de la luz impactaba en nuestras jóvenes retinas sedientas  de experiencias.
Desde hoy el sonido solo tendrá ecos de antaño. Nos has dejado,  o quizás solo te has anticipado a nuestro último viaje.
El día no podía haber sido otro. Lluvia y frío, porque nos has robado, con tu ausencia, la pasión por vivir. En las fotos quedarán nuestros días de juventud, con sonrisas frescas de jóvenes labios sobre instantáneas ajadas.
No te ha quedado más remedio que dejarnos, aunque sabiendo que no es un “para siempre”, sino un “hasta pronto”, y que nuestro recuerdo es una manera de seguir entre nosotros.
Siempre has estado presente, y por lo tanto, a partir de hoy, el mundo será otro. Ni mejor ni peor, sino diferente. Ni vamos a poder acostumbrarnos a vivir sin ti, ni queremos. Porque no es justo que una persona, todavía joven como tú, tenga que dejarnos en lo mejor de la vida. Ya estaba anunciado, pero no por eso sigue siendo igual de triste, igual de injusto.
Se suele decir que los hombres no hablan de sentimientos, y es que somos así de tontos. Por eso, pensando que todavía no es tarde, te confesaré que la vida contigo, aunque muchas veces en la distancia, fue mejor, y el día a día visto con tu ironía, un poco menos amargo.
No quiero que estas líneas suenen a despedida, porque nunca puedes dejar atrás a alguien que siempre querrás, sino solo a una prueba de fe de que la vida, y la muerte, tienen esperanza, cuando nacen seres como tú, aun a sabiendas de que, aunque se vayan, no nos dejarán nunca.
Estamos muy orgullosos de haberte conocido, y poder haber compartido un poco de tu vida. En tu memoria, y en la nuestra, siempre te recordaremos.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 23 de mayo de 2013

SEGUNDA VIDA



Muchas veces el simple hecho de salir de compras, si no pierdes ripio de lo que te rodea en cada momento, puede valer por una graduación en psicología.
Al lado mismo del supermercado en el que hago la compra. hay una especie de chiringuito montado de compra/venta de joyas. Hoy estaba que no lo reconocía nadie. 
Ninguna referencia ni a “compra-venta”, ni a joyas. Un gran letrero en cada una de las caras, cuatro, del citado quiosco, en el que ponía en inglés “2nd life”, más o menos se adivina que puede querer decir “segunda vida”, y echándole imaginación “segunda oportunidad”. A ésto acompañaba en el mostrador mismo, un pequeño letrero en el que se recalcaba en castellano “reciclamos tus joyas”. Ninguna referencia a la posible humillación que supone vender o revender nuestras cosas. Todo muy higiénico y muy “verde”, reciclar. Nada que sugiera término, acabar, sino nueva vida, nuevas posibilidades.
Esa escena me ha recordado la cantidad de eufemismos que se emplean últimamente. No se lucha por acabar con los problemas, solo se le das otro nombre, para cambiar la apariencia, y no seamos conscientes de la gravedad de las cosas.
Hace mucho tiempo que por parte de Estados Unidos se dio orden en los asuntos bélicos de mostrar imágenes del campo de batalla, pero sin que se vean los muertos, pues lo mismo ocurre con todo.
Siempre hay que atraer la atención del espectador hacia otra cosa.
Cuando la presión hacia el Presidente de la nación es insufrible, aparece como por arte de “birlibirloque”, el presidente de la liga de los muertos vivientes diciendo que si hace falta él se postula cómo nuevo representante para llevar los asuntos de Dios en la tierra, mientras reescribe de nuevo la historia.
Al Señor Aznar le fueron en su momento bien las cosas, porque por casualidad todo iba bien, pero entonces mismo se pusieron las bases para la burbuja inmobiliaria, y entre los invitados de la boda de su hija, se puede encontrar un florido catálogo de presuntos chorizos con pedigrí ibérico.
Parece que lo mismo que a un actor le mueve, en parte, el reconocimiento de los aplausos, a un político también le pone el ser recordado.
El problema subsiste cuando sus recuerdos le nublan el panorama de lo que un día fue, no teniendo por qué ser lo que en realidad pasó.
Quizás lo que a primera vista pueda parecer un enfrentamiento de dos gallos en el mismo corral, en el mismo partido, solo sea una maniobra de distracción para darle al Señor Rajoy, un tiempo de relajo y de, sin parecer, quitarle parte de la presión, que se la lleva quien cree estar más allá del bien y del mal, y solo está pasado de rosca.

*NOTA: DE LA RED