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lunes, 21 de agosto de 2017

JERRY LEWIS, EL ÚLTIMO DINOSAURIO



Los informativos anuncian el fallecimiento de Jerry Lewis, a los 91 años; un auténtico dinosaurio, dicho por supuesto con todo respeto de lo que viene a ser el showbusiness americano actual. En el fondo ha sido un todo-terreno, primero junto a Dean Martin, la pareja del "listo y el tonto" de toda la vida, de teatro en teatro, primero en tugurios de mala muerte, intentando sobrevivir, y en el culmen de su éxito, trabajando en Las Vegas, que es donde a la  postre vivió, y se supone muy bien, hasta el fin de sus días.

Este vecino del mundo no va a hacer el célebre "corta-y-pega" que hoy harán muchos para glosar su vida, y su muerte, sino que va a intentar expresar en palabras lo que le sugiere Jerry Lewis (nacido Joseph Levitch).



Para comenzar diremos que pertenece a una época en el que se españolizaba todo. A él nunca le llamamos "Yerri Louiss" como se intentaría pronunciar ahora, sino para demostrar que éramos unos modernos pronunciábamos todas y cada una de las letras, con aire muy digno y para que no se dijera que no dominábamos el inglés inglés, porque entre otras cosas nunca supimos que había un inglés británico, y otro americano.

En los días del gran éxito de"Yerry", finales de los cincuenta/comienzo de los sesenta, eran unos años en que ir al cine era toda una ceremonia que se hacía especialmente los domingos, y que los cines echaban la casa por la ventana dando a cada uno de los espectadores (que era parte del trabajo del acomodador,  figura que en la mayoría de los cines ya ha desaparecido) un programa de mano con la reproducción del cartel de la película.

Jerry Lewis representa al primer escalón del humorista, ese que se ha formado en la academia de la vida, y que hace reír guiándose de su "olfato" de supervivencia, poniendo caras, cantando, bailando y dejando ver que era, casi, un descerebrado. 

Algunos, muchos, dirán que es un humor fácil, este vecino les corregiría diciendo que es un humor primario, pero nunca fácil, cuando tienes que darle al magín para encontrar recursos. 

Muchos, así somos de ingratos, le dejamos atrás, atraídos, por un Woody Allen, que es esa visión del cómico que te hace pensar y como mucho hace que aflore en ti una sonrisa. Pero lo que nunca hemos olvidado del Señor Lewis es esas mujeres (en cada película una, para no exagerar y que fuera algo más bien real, y no que formaba parte de una superproducción americana) que siempre se acercaban a él, por lo que muchos niños de entonces, a medida que fuimos creciendo no perdíamos la esperanza, al conocer, por ejemplo, en otra pantalla, a la Meg Ryan de turno.

Jerry Lewis siempre nos sirvió para pensar que si él podía, nosotros también, y ahora se nos ha ido. Ya no nos queda ni esa red, esa última esperanza, y los niños de aquella época nos sentiremos ya muy solos, con esa sombra de pagafantas pendiendo de nuestros recuerdos, cuanto este término todavía no existía.

¡Descanse en paz!

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 29 de junio de 2016

ME EMOTICONO DE VERTE



Los emoticonos, hoy este vecino del mundo va a hablar de una convención social que ha inundado todo, y ya apesta. No se puede decir que, este blogger con su artículo, no se ha mojado desde un principio, en contra de lo que asegura normalmente, más de uno de sus lectores.


Utilizar  un emoticono, suena duro y quizás pedante, pero sería algo así como comprarse una vida en un prêt-à-porter. Irse por las ramas para decir algo sin entrar en el meollo de la cuestión. Y lo que es aún más duro, ser un “pagafantas”, antes de expresarle a su querida lo buena que está, y que prefieres decirle miles de tonterías para que siga cerca de ti, antes de que se vaya; porque sabes desde un principio, que por ti mismo no le atraes, y que te quedarás más solo que la una.


Usar un emoticono es llamar al Cyrano de Bergerac de las redes sociales para que haga un posado por ti para la Roxane que todos queremos llevar dentro.


Un emoticón es una excusa para continuar en línea sin demostrar tus verdaderas cartas, el enseñar una excusa mientras quizás quieres robarle la cartera, o lo que es peor, un sentimiento.


Un emoticono es una eyaculación precoz de un sentimiento antes de haber nacido. Es hacerse un selfish sin haber posado para ello. Valorarse tan poco que no se confía en uno mismo, y prefieres andar por sendas trilladas. Plagiar opiniones sin tan siquiera molestarse en disimular.


La rapidez de la vida hoy se retransmite por un teléfono sin cables ni ataduras, y los emoticonos serían una especie de código morse para voyeristas, explicaciones de manual para sedientos de imágenes; una especie de escritura jeroglífica para neonatos en la carrera de expresar sentimientos; dibujos que te doblan las escenas en las que se ponen en riesgo los más profundos sentimientos.



Hay más de uno, por favor no pertenezcas nunca a este grupo, que se merecería que su lápida se resumiera con un simple y seco emoticono.


*FOTO: DE LA RED