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sábado, 20 de agosto de 2016

CAROLINA MARIN Y SU CARRO



Acaba de ganar Carolina Marín el partido que le da la medalla de oro en las Olimpiadas de Río,y en este momento está llorando como una Magdalena escuchando el himno español.


Y siento envidia, envidia por estar donde está, y especialmente por sentir lo que siente; e inmediatamente he recordado a esas miles de personas, en cualquier final de un campeonato de fútbol pitando al mismo himno. Y he recordado también, no me queda otro remedio, porque se lo ganan con creces cada día y en cada situación, a todos los políticos en general, sin logotipo de partido detrás. Hacen poco por ayudar a que sintamos unión entre todos.


Y son unos cuantos deportistas y figuras destacadas de nuestro país (entre las que se encuentra desde hace un tiempo Carolina Marín), los que hacen una labor de cirugía cardiovascular , para que sintamos lo nuestro por bandera, sin ningún partido político ni líderes de opinión que la hagan suya, sino simplemente "el partido" ganado por ellos, mientras se les adivina España en sus pupilas, y el chorro de sensaciones que pueden generar, como hoy, en todos.


Porque España no es, no debe ser, esa que algún partido se apodera de su nombre un día sí y el otro también, para que coincidan siempre las necesidades de la patria (concepto abstracto, y difícil de definir) con lo que el partido en cuestión quiere. Sino ese sentimiento de echarla de menos, por ejemplo, cuando no estás en ella.


Porque emigrantes ha habido siempre, y algunos nos fuimos disfrazados de estudiantes de inglés, y estuvimos en Londres tres años, ya a finales de los setenta. Con el agravante de que nadie apreciaba lo que hacías, porque se suponía que había trabajo en España. Y alguna vez, pasabas por debajo de una casa, de esos barrios obreros londinenses, y oías una canción española desde cualquier ventana entreabierta y se te ponía la carne de gallina y los ojos cristalinos.


Hoy Carolina Marín ha hecho por el rencuentro sentimental entre los españoles mucho más que cualquier premiado por la paz o por representar los valores de lo nuestro, dentro o fuera del país.


Un país se hace con el pundonor, la lucha, la garra, el desparpajo, y los gritos, muchos gritos, de una Carolina Marín, por la que más de uno perderá hoy el culo, y la vergüenza, por mostrar y demostrar que nada más terminado el partido de nuestras vidas, fue el primero en felicitarla. Incluso esa federación, la suya, que mostró, presuntamente, más interés por apoderarse de los beneficios publicitarios que generaba, que por darle toda la cobertura técnica y moral que era de ley.


Y antes de terminar, recuerdo también a un Manolo Santana, o a un Severiano Ballesteros (“Sevi” para los ingleses, que lo consideraban como un el hijo más), que se tuvieron que buscar la vida y el triunfo; y luego eran “España” cuando no existía la “Marca España”.

Hay unos cuantos, incluida Carolina Marín por lo que tengo entendido, que se han tenido que construir el carro para que luego la mayoría nos montemos en él. El mismo carro que antiguamente robaban en una canción española, y que más de uno ha cantado a voz en grito cuando se encontraba fuera de España, siempre fuera.

*FOTO: DE LA RED



jueves, 23 de mayo de 2013

SEGUNDA VIDA



Muchas veces el simple hecho de salir de compras, si no pierdes ripio de lo que te rodea en cada momento, puede valer por una graduación en psicología.
Al lado mismo del supermercado en el que hago la compra. hay una especie de chiringuito montado de compra/venta de joyas. Hoy estaba que no lo reconocía nadie. 
Ninguna referencia ni a “compra-venta”, ni a joyas. Un gran letrero en cada una de las caras, cuatro, del citado quiosco, en el que ponía en inglés “2nd life”, más o menos se adivina que puede querer decir “segunda vida”, y echándole imaginación “segunda oportunidad”. A ésto acompañaba en el mostrador mismo, un pequeño letrero en el que se recalcaba en castellano “reciclamos tus joyas”. Ninguna referencia a la posible humillación que supone vender o revender nuestras cosas. Todo muy higiénico y muy “verde”, reciclar. Nada que sugiera término, acabar, sino nueva vida, nuevas posibilidades.
Esa escena me ha recordado la cantidad de eufemismos que se emplean últimamente. No se lucha por acabar con los problemas, solo se le das otro nombre, para cambiar la apariencia, y no seamos conscientes de la gravedad de las cosas.
Hace mucho tiempo que por parte de Estados Unidos se dio orden en los asuntos bélicos de mostrar imágenes del campo de batalla, pero sin que se vean los muertos, pues lo mismo ocurre con todo.
Siempre hay que atraer la atención del espectador hacia otra cosa.
Cuando la presión hacia el Presidente de la nación es insufrible, aparece como por arte de “birlibirloque”, el presidente de la liga de los muertos vivientes diciendo que si hace falta él se postula cómo nuevo representante para llevar los asuntos de Dios en la tierra, mientras reescribe de nuevo la historia.
Al Señor Aznar le fueron en su momento bien las cosas, porque por casualidad todo iba bien, pero entonces mismo se pusieron las bases para la burbuja inmobiliaria, y entre los invitados de la boda de su hija, se puede encontrar un florido catálogo de presuntos chorizos con pedigrí ibérico.
Parece que lo mismo que a un actor le mueve, en parte, el reconocimiento de los aplausos, a un político también le pone el ser recordado.
El problema subsiste cuando sus recuerdos le nublan el panorama de lo que un día fue, no teniendo por qué ser lo que en realidad pasó.
Quizás lo que a primera vista pueda parecer un enfrentamiento de dos gallos en el mismo corral, en el mismo partido, solo sea una maniobra de distracción para darle al Señor Rajoy, un tiempo de relajo y de, sin parecer, quitarle parte de la presión, que se la lleva quien cree estar más allá del bien y del mal, y solo está pasado de rosca.

*NOTA: DE LA RED