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martes, 26 de agosto de 2014

LOS GALLOS DE LA MADRUGADA


La vida será diferente cuando los gallos de la madrugada canten canciones de amor, cuando los semáforos proyecten corazones de colores y la nostalgia tenga vacuna.
El futuro será mejor cuando el  presente solo sea un regalo, y no el momento en el que estamos, y la música  pueda ser el eco de nuestros pensamientos.
La vida será otra cuando la pupila de tus ojos me sonría con la verdad por delante, cuando los cruces de caminos sean como queremos que sea el amor, de ida y vuelta.
El destino podrá cambiarse cuando todos tengamos un precio y no haya el suficiente dinero en el mundo para poder pagarlo.
Los deseos son utopías que se anhelan sin pensar, porque están en el ADN de nuestro ser, y engordan la salsa de nuestra vida.
Muchas veces buscamos respuestas que no queremos conocer, porque nunca nos ha interesado la verdad sino tener una coartada para nuestras explicaciones.
La vida será diferente cuando los gallos de la madrugada no distingan el día de la noche, porque la diferencia de colores nos dé igual si están sobre nuestra piel, y no en nuestra alma. Porque las almas son blancas y el uso las ensucia.
El futuro será mejor cuando los niños nazcan riendo, porque hay que desterrar los lamentos con caminos de bondad y raciocinio.
Siempre será el primer día del resto de tu vida, y merece la pena olvidar, porque nuestros recuerdos no tienen que ser el comienzo de nuestro fin, sino el principio de nuestro edén particular. No hay mejor viaje que aquel que es hacia dentro, con billete de ida y vuelta, porque nuestro principio y fin es regresar a nuestra esencia, que la perdimos desde el momento en que nacimos.
Muchas veces buscamos respuestas por el mero hecho de seguir hacia adelante, sin saber que quizás ya hemos dejado atrás la estación para la que nacimos. Porque tan importante es saber comenzar nuestro viaje como terminarlo, y saber reconocer el inequívoco canto de nuestros gallos en la madrugada de la vida.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 13 de diciembre de 2013

QUEMANDO A LOS DÍAS ENTRAÑABLES

Estos días, y a medida que avance el mes,  vamos a ver en todo tipo de lugares y situaciones, la cara A de la Navidad, el dulzor, hasta empalagar, y la nostalgia, hasta hacernos daño. 
Sin embargo, desde esta ventana, este vecino va a lanzar a la hoguera, a modo de víspera de San Juan, aquellas cosas que quemaría de estos días entrañables o el hartazgo que ciertas cosas le producen.
Estoy harto de que estos días tengamos que ser buenos y portarnos bien con todo aquel que el resto del año ni nos traga ni nos trata.
Estoy cansado de recopilaciones en los medios de comunicación de todo lo que ha pasado durante el año. Una especie de lo que sería en un programa deportivo, las mejores y peores jugadas producidas por el género humano o la naturaleza durante todo este año. Todo eso es en realidad horas ya grabadas para ahorrarse mano de obra y dinero en sueldos.
Estoy hasta el tupé de esos “frikis” que van a salir, especialmente en la televisión, que nos van a decir lo que va a pasar el año que viene, y que normalmente solo aciertan que viene un nuevo año.
No puedo más con esos anuncios que huelen a purpurina, confeti, casas de ensueño, y  chicas famélicas, que nos sonríen con unos ojos sugerentes rodeadas de nieve, aunque vayan solo con una bufanda al cuello.
Hace tiempo que me dejó de importar que El Almendro vuelva por Navidad. Que se quede para siempre, o sino que no vuelva, porque ahora estamos más preocupados con todos aquellos, jóvenes especialmente, que se están yendo, y no solo en Navidades, quizás para no volver durante mucho tiempo, porque no tienen ni un euro para comprar el billete de vuelta.
A la hoguera con esas emisoras de radio y de televisión, con ese vecino coñazo, y grandes superficies, que nos inundan todos estos días con villancicos edulcorados.
Es una pena de que el Gobierno disfrazado de Hacienda nos haya quitado la ilusión de que nos pudiera tocar la lotería el día 22 de Diciembre, porque ya no pensamos en lo que pudiéramos ganar, sino en lo que les tenemos que “regalar” a ellos.
Y ya para terminar, estoy harto de esas cenas de empresa, en que además tienes que poner buena cara mientras te ha tocado a alguno de los jefes al lado, e intenta comerte el coco “desvelándote” de que la cosa va muy mal, y de que tenemos que arrimar el hombro entre todos ante las vacas flacas, pero no te dice nada de lo que hizo con el dinero que ganó cuando las vacas estaban bien gorditas y lustrosas.

*FOTO: DE LA RED