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lunes, 23 de junio de 2014

¿CARA RARA? NO, ESTOY PENSANDO.

¿No os ha pasado nunca eso de que, sin darte cuenta, debes estar poniendo una cara muy rara, porque el que está al lado tuyo no tiene más remedio que preguntarte qué estás  pensando? Y lo peor no es eso. Lo peor es cuando en un alarde de honestidad respondes: -Nada. Pero, no queda ahí la cosa, porque  la respuesta podría ser aun peor si contestas: -Pues no sé.
En cambio, los blogueros, o "bloggers" si le damos un aire internacional, eso lo tenemos más fácil. Por ejemplo, este vecino del mundo para saber lo que le preocupa, lo que piensa habitualmente, no tiene nada más que leer su post diario, y así se entera de lo que le está preocupando. Y hay algunas veces, incluso, que no le ha gustado lo que ha escrito, y puede estar varios días sin hablarse, aunque se deje mensajes en el mismo blog.
Y es que la mente del hombre es muy compleja, y cuando este vecino del mundo dice “hombre” se refiere también a la “mujer”, que tampoco se escapa .
Cuando estamos mucho tiempo sin volver a un mismo sitio, por ejemplo, a nuestro pueblo, pensamos eso de “lo mayor que está menganito”, o “lo fondón que está fulanito”. Pero nunca pensamos en cómo nos habrá visto fulanito, o menganito a nosotros.
Y es que como nosotros somos el héroe de nuestra propia película, el héroe nunca ni se despeina, ni se constipa, ni hace el ridículo.
De todo esto quizá venga el misterioso hecho de que las leyes se han hecho para cumplirlas, pero siempre, naturalmente, los demás.
Ayer estaba esperando un autobús, que por cierto, creo que lo esperé por un montón de pasajeros, porque prácticamente estuve  casi una hora, y en frente de la marquesina, ya en el asfalto, estaba bien marcado en el suelo la palabra “bus”, que además no puedes poner por excusa que no entiendes ese idioma, porque es internacional, y un coche aparcó, no paró solo, sino que hizo la maniobra de aparcar encima de la palabra escrita en el suelo, para que no se viera.
En un principio este vecino dio el beneficio de la duda, y quizás pensando eso de que “será alguna urgencia”, porque eran más de las nueve de la noche, y al lado mismo había una farmacia abierta, dio un margen prudencial. Los dos hombres, de alrededor de los cuarenta, sin embargo, solo hablaban tranquilamente entre ellos, con risotadas incluidas, que, así, a la distancia, se podían traducir como “qué inteligentes somos, y qué tontos son los demás”.
Y cuando este vecino ya vio que la única urgencia que había era la de la cara dura que ambos tenían, y que un autobús acababa de parar en paralelo para que se bajaran varios pasajeros, sin que los dos se inmutaran, se acercó a ellos, y cuando les empezó a decir lo egoístas que eran, y que el cemento era menos duro que su rostro por aparcar en la parada del autobús, la expresión de ambos fue la misma que pondría un marciano al ver un desfile del Corpus Christi, vamos, de total incomprensión. Y, así, sin inmutarse, optaron, pero con tranquilidad, mucha tranquilidad, por irse con la música a otra parte.
Nos quejamos de los desmanes que nos hacen los banqueros, empresarios o políticos de turno, en el uso de su poder, y sin embargo, hay mucha gente de esa que se queja, que en cuanto roza ligeramente un poco de ese mismo poder, aunque sea encarnado en el volante de su coche, se convierte en otra persona, y no es, desgraciadamente, como en el caso de Clark Kent que se transforma en Superman para salvar a la humanidad, sino en un auténtico peligro de dos patas, repleto de egoísmo, y que solo piensa en que se aparte el otro.
Por cierto, y de acuerdo con lo comentado al principio, voy ahora mismo a leer mi blog, para ver lo que hoy me preocupa, porque al mirarme ahora mismo en el espejo, me acabo de dar cuenta de que estoy poniendo una cara muy rara y se me está alterando la tensión.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 21 de junio de 2014

LA SIESTA COMO TRAMPA MORTAL

Siempre se ha tenido a la siesta como nuestro tributo y aportación a la humanidad. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado porque a las siestas las carga el diablo. Una siesta mal culminada puede ser una especie de gatillazo matrimonial.
Despertarse en el sofá delante de la televisión con un “mira cariño lo que me he comprado” y no andar rápido de reflejos, o el menor atisbo de un gesto cuando menos dudoso, puede meterte en muchos problemas.
A tu mujer no le puedes "molestar" con cualquier tipo de pregunta, porque como mínimo te va a contestar que ha tenido un mal día, que no le preguntes tonterías, o que le duele la cabeza, y que le dejes tranquila, sin embargo ella a ti, sí.
Y es que ser un hombre no es nada fácil, porque en realidad toda mujer tiene en su interior una especie de cinta magnetofónica, o de video, que ya le viene de serie, en la que va grabando todo lo ocurrido durante el día. Los hombres sin embargo,  no tenemos este tipo de prestaciones. La memoria de un hombre es lo más parecido posible a la memoria de un pez, solo cuentan los cinco últimos segundos. ¡Y así nos va!
La memoria tipo, de larguísima duración, de una mujer,  está preparada en cualquier momento. Como un hombre intente defenderse de algo, la mujer siempre saca dichos, hechos, que has tenido, y en los que, digamos, por decirlo “suavemente”, no has estado nada afortunado, y cada cosa que digas para defenderte, en realidad es otro centímetro de tierra que cede debajo de tu orgullo, y dentro de unos segundos vas a estar tan enterrado en la discusión que para estar al ras del suelo te vas a tener que poner de puntillas.
Todos los momentos felices, los recuerdos/hechos bonitos que has dicho/tenido con tu pareja durante toda vuestra larga relación, no valen para nada, si no contestas bien al momento “mira cariño lo que me he comprado”. Por supuesto que no sirve para nada el decir “te sienta muy bien, cielo” simplemente, porque antes que eso es requisito indispensable, cuando menos, el haberla observado durante más de un minuto como si el mundo se hubiera parado, como si no hubiera  un más allá.
Por eso a las siestas las carga el diablo, es el lado indefenso del hombre. En el mundo animal equivaldría a mostrar la yugular y que la otra parte sea noble y no te ataque. En el ADN de todo hombre que quiera sobrevivir dialécticamente, siempre hablamos dialécticamente, a su mujer tiene que estar grabado a fuego el “sí cariño, si cielo”, porque solo ello puede salvar tu orgullo de hombre, evitarte miles de problemas, y además, y ésto es lo más importante, “decir la última palabra”, y que salgas del envite con la frente alta y dando la espalda al peligro, como los buenos toreros.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 29 de noviembre de 2013

SACANDO LA PATITA

Como hoy se estaba promocionando por todas partes el famoso Black Friday americano, un día en el que teoría se rompen los precios en muchos productos, y que siempre es posterior al día de acción de gracias, este vecino se ha pasado por la tienda francesa de las cuatro letras, especializada en libros, cámaras fotográficas y telefonía, y que tiene la por siempre gentileza de cobrarte la bolsa de plástico aunque te hayas gastado, por ejemplo, más de trescientos euros por una impresora.
Por la descripción hecha de esta gran superficie está claro que mi intención lejos estaba de comprar algo, sino solo de ver si se habían maquillado un poco los precios, y a este vecino le ha parecido que los gerifaltes no se habían herniado especialmente a la hora de bajarlos.
Pero la mañana, no por eso, ha dejado de ser clarificadora en algún aspecto. Me explico.
Este vecino se encontraba en la sección de teléfonos libres como el mar, cuando dos personas estaban hablando al lado suyo, y uno de ellos dice:
-Tengo que mirar un teléfono.-Y la otra persona le contesta – ¿Para ti o para tu mujer?
Puede parecer quizás una tontería, pero a este vecino la distinción del “amigo” entre un teléfono depende de para quién sea, le ha parecido bastante extraña, y como hace mucho tiempo se prometió así mismo que antes morirse que quedarse con una duda, aunque siempre con mucha educación, dirigiéndose al “amigo” le ha preguntado aun arriesgo de recibir una mala contestación:
-Perdone, joven, no entiendo mucho de teléfonos móviles. ¿Cuál es la diferencia entre un teléfono para un hombre o una mujer? -. El interpelado, que en ningún momento ha aparentado sentirse molesto, comenta: -Más que nada por los colores del chasis, y que yo no le compraría un teléfono muy potente.-
Como ha debido de ver la cara que este vecino le debía de estar poniendo, termina con esta joya: -Porque para hablar con sus amigas con uno normalito seguro que ya le vale.
Creo que sobran las palabras, y que las cosas nunca ocurren porque sí. Todos más o menos vamos avisando de nuestro comportamiento futuro al sacar la patita cuando menos lo esperamos.

-FOTO: DE LA RED

miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA MUJER DE LA PRIMERA PUERTA (CUENTO)

Era la quinta vez que había llamado a esa puerta y seguía sin tener suerte.

Su amigo Luis, el adivino, le había dicho hace dos días, al echarle las cartas, que en esa dirección, iba a encontrar su felicidad.

Él no le había creído en ningún momento, ni siquiera esa misma mañana al levantarse se hubiera imaginado que tan solo unas horas después, como guiado por una extraña sensación, se iba a dirigir a aquella calle, tan lejana a la que él vivía, y llamado a la puerta, con una burda excusa, para comprobar quién vivía allí.

Una mujer morena, de ojos azules y expresión dulce apareció a los pocos segundos. Desde que se vieron, ninguno de los dos apartó los ojos del otro. De hecho, Luis ni siquiera podía recordar la excusa que había puesto, solo recordaba que tras despedirse de ella, en el umbral, del que no se había movido, le había vuelto a llamar, para, armándose de valor, intentar quedar con ella, y ya no había tenido suerte.

Cada una de las cuatro veces posteriores, no es que la persona que le abría la puerta era diferente, sino que el mismo pasillo que se veía desde la puerta lo era. Era algo así como viajar sin moverse del sitio.

No podía pensar, porque la situación se le escapaba, pero tenía claro que no iba a volver a llamar, porque al hacerlo, parece que la imagen que tenía de ella se iba diluyendo poco a poco.

Como siempre hacía cuando no lograba encontrar la solución a algo, decidió dejarlo por el momento, y cogió el mismo autobús rojo que le había traído hasta allí.

Siempre que no daba con la respuesta a algo, decidía parar y pensar en otra cosa, y como por arte de magia, algunas veces más tarde que otras, encontraba la respuesta, o incluso, había situaciones en que  estaba convencido, que ésta, la solución, le encontraba a él.

Intentando recordarla, el autobús, que no llevaba mucha gente en ese momento, paró delante de un paso cebra. De pronto, vio a aquella mujer, la de la primera puerta, que comenzaba a pisar por las rayas blancas. Sin embargo, algo le hizo darse cuenta, de que en los pocos minutos que habían pasado, la mujer parecía más madura, como si en lugar de minutos hubieran pasado algunos años. Iba sonriendo mientras agarraba a dos niños, y por un momento le pareció que sus miradas se cruzaban. Fue entonces cuando se dio cuenta de que iban con un hombre cuya figura se le hizo conocida al principio, aunque tardó en comprender, porque no podía ser. Era él mismo, aunque con canas en las sienes, quien les acompañaba.

Por un momento pensó que estaba soñando, pero desgraciadamente al llegar a su casa, estaba tan solo como siempre. De qué le servía saber que en un futuro encontraría su felicidad, si en ese momento era el hombre más infeliz del mundo; y lo que es peor, y además, incomprensiblemente, celoso de sí mismo.

*FOTO: DE LA RED

martes, 17 de septiembre de 2013

CRÍA CUERVOS...Y ÉCHATE A TEMBLAR

Una de las frases de este siglo, del XXI, es esa de el mundo como aldea global, y mezclando un poco los términos, que si alguien se constipa en Florida, por ejemplo, otra persona como consecuencia de ello puede estornudar en Donosti, San Sebastián. Algo de eso me ha pasado estos días al enterarme de la noticia de esa niña de doce años, en Estados Unidos, que se ha suicidado, saltando al vacío, como consecuencia de, según parece, un ciber-acoso realizado por parte de otras niñas.
Siempre se ha utilizado la expresión “juego de niños” para referirse a algo inocuo, pero o ahora los niños no son tan niños pese a su edad, o en el tiempo en el que todavía deberían de jugar lo hacen con conceptos que no se prestan a ello pese a que haya videojuegos, por ejemplo, en los que sí puedan hacerlo. Y es que un niño, o una niña naturalmente, los conceptos son intercambiables, pueden ser muy crueles, porque dicen lo que piensan, sin cortapisas, aunque quizás en eso, los mayores, tengamos algo que decir.
Lo mismo que detrás de un gran hombre suele haber una gran mujer (una amiga mía, Toñi, luchadora feminista elevada a la enésima potencia, diría que detrás de un gran hombre hay una mujer grandemente sorprendida, pero de eso hablaremos otro día), detrás de un niño siempre deben de estar sus padres, especialmente con su ejemplo, porque en el mundo de los niños es más importante los gestos que las palabras.
Con los niños las únicas moralejas que funcionan son las de los cuentos, porque por lo demás, es más importante para ellos la imagen que la palabra. A un niño no le puedes enseñar ser un buen peatón por la boquilla, mientras luego te ve pasando los semáforos en rojo sin parpadear.
Hace muchos años ví una película española, dirigida por el televisivo Narciso Ibañez Serrado, titulada ¿Quién puede matar a un niño?, que bajo la forma de un cuento de terror, es más que todo eso, y en ella se puede comprobar como el arma más mortal que puede tener un niño es su rostro, su expresión, que te desarma, mientras su interior puede albergar de todo, y quizás ese todo se lo hemos permitido previamente nosotros, por aquello de Cría cuervos..., y lo triste es que muchas veces los ojos que sacan no son los nuestros, sino los de otros seres humanos, aunque sean niños también.

*FOTO: Fotograma de ¿Quién puede matar a un niño?

jueves, 4 de julio de 2013

DONANTE DE TODO

Esta mañana sobre las once camino despistado por la calle, mi manera natural de ser. De pronto tengo la sensación de que la acera se mueve y todo el mundo mira frente a mi. Una morena, más de uno ochenta de mujer, mujer, pasa a mi lado sin mirar a nadie, sabiendo que todos la miran. Tiene de todo, bien colocado pero para donar, y no me refiero a kilos de gordura. Da la sensación de que o todo le queda corto, o que se asoma por encima de su cazadora de cuero. Aunque todavía está a unos dos metros de mí, le puedo ver hasta los poros de la piel. En cualquier momento parece que la ropa le puede estallar, y seguro que tenemos un problema. Hay algo que me parece raro, pero no se decir el qué. Después, la oscuridad. Es como si un sistema de autodefensa haya actuado y me ha abstraído de la realidad durante un buen rato.
Habrá pasado más o menos un cuarto de hora cuando he vuelto otra vez en mí.
Ahora estoy al lado de una perfumería. Es una cadena importante. Una dependienta se dirige a su encargada y le dice: -¿Ya has visto cómo he ordenado todo?
-Sí, muy bien. Ya me he fijado – le contesta la jefa – Ahora has puesto aquí los productos obsoletos. Está muy bien así.
-Me alegro que te parezca buena idea. Por cierto, últimamente estoy vendiendo mucho eso. Nunca me había ocurrido. Todo el mundo viene preguntando por estos productos.
No he alcanzado a oír la respuesta de la encargada, ni me interesa.
Está claro que la gente se está buscando la vida como puede, y dándole al cerebro para intentar seguir con su manera de vivir anterior, pero intentando ahorrar al máximo, o al menos no derrochar.
De pronto, y sin venir en teoría a cuento, me he acordado de la morena donante de todo. Al verla por primera vez había algo que me había parecido diferente.
Ahora tengo una duda, y es que creo que ella por un motivo u otro, o no ha vuelto a casa por mucho tiempo, o no tiene más ropa, y ha crecido dentro de lo que lleva puesto.
En estos días inciertos, todo es posible menos la normalidad.

*FOTO: DE LA RED