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miércoles, 2 de abril de 2014

MÁS CABREADO QUE UNA MONA

El idioma castellano es muy rico en expresiones para resaltar el estado de ánimo, y este vecino se encuentra actualmente bajo la denominación popular de “más cabreado que una mona”.
Me explico. Esta mañana sobre las nueve he llegado al gimnasio. En el argot taurino diríamos que aquello estaba hasta la bandera y que no quedaba papel en la taquilla. Y es que entre jubilados y parados, encontrar un aparato, bici estática o máquina para subir y bajar escaleras, era más difícil que encontrar trabajo. Al cabo de unos minutos, este vecino ha conseguido una bici, y aunque se podía dar pedales, en la pequeña pantalla no se podía leer ninguna función.
En las paredes del recinto hay cada cinco metros más o menos unos carteles impresos que te recuerdan no superar los treinta minutos en cada aparato. Instintivamente he mirado a la bici de la chica de mi izquierda, su teclado marcaba 37 minutos, y al jubilado de mi derecha, su teclado marcaba 53. En ese momento y con cara de despistado le he comentado al señor de mi derecha: -Por lo que veo, sólo se puede usar 30 minutos cada aparato- Y él con cara de robot jubilado me ha contestado: -Ya, pero luego todo el mundo hace lo que quiere.- En ese momento y apuntándole a su teclado, con total aire de tranquilidad le he dicho –Ya veo, ya.-  
Y continuando con la conversación le he dicho: -Lo mismo pasa en los autobuses, que te dan en el billete el número de autobús y el asiento correspondiente. Y si ya hay alguien ocupando tu asiento, éste siempre te dice que él va todos los días y que nadie respeta el sitio. Y yo siempre les pregunto por qué en cambio respetan el número de autobús, porque cogiendo otro número diferente, a mí me hubieran dejado en paz.
Nada más terminar mi perorata, el señor, con cara de acordarse de algo o de alguien, muy probablemente de mi familia, se ha bajado de la bici, y tras secar el sudor en ella, y con aire de ofendido, ha asaltado otro aparato que se encontraba bastante alejado de mí.
Media hora después y rumiando todavía mis penas, le he comentado a un amigo lo sucedido, y pensando que se iba a adherir a mi sentir, me ha sorprendido diciendo que es probable que los del gimnasio  no puedan poner ese cartel, y que la culpa en realidad es del sistema, pues si antes era un gimnasio para unas mil personas, ahora van unas tres mil.
Le he contestado, ya con aire ausente y con tono de predicar en el desierto, que quizás, en este país, tenemos lo que nos merecemos en cuanto a chorizos que nos mandan, porque estoy comprobando que todos, o la mayoría, llevamos dentro un pequeño dictador, generalmente dormido, pero que cuando se despierta pasa lo que pasa, y hacemos de las leyes un sayo, nuestro sayo, naturalmente.
Lo dicho, más cabreado que una mona.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 15 de agosto de 2013

LA GENERACIÓN "NO ME CONSTA"

Lo mismo que los famosos son observados y copiados, al nivel que se pueda económicamente hablando, por sus fans, el españolito de a pie va cogiendo maneras y vocabulario de los lideres políticos.
Se supone que una persona a medida que va medrando en su compromiso político y ganando puestos en su partido, se va comprometiendo con los demás colegas, y sus votantes. Sin embargo, en España se está dando el caso, y cada vez más, que cuanto más “alto” están en su partido menos se enteran de la realidad que les circunda, y por si donde dije digo, digo diego, no hay que hacer declaraciones ni tajantes ni excluyentes, y qué hay menos excluyente que “el no me consta”.
Imaginemos un niño de unos tres años, ojito derecho de su madre y de su padre, al ser preguntado cariñosamente entre arrumacos y caricias: ¿Quienes te quieren más en el mundo? Con su lengua de trapo conteste muy afectadamente: No me consta. Una de dos, o lo tiran y hacen otro nuevo, o entran en el Nirvana exclusivo para padres de políticos, y ya comprueban sin género de dudas, a qué altas cotas de frialdad, maniqueísmo y cara dura llegará su hijo, si todo va bien para él, y bastante mal para “su” país.
Este vecino del mundo, y como se dice vulgar y rápidamente, está más cabreado que una mona.
Toda persona tiene que ser responsable de sus actos, y si en el momento de elegir, eliges la zona oscura, luego, si te pillan, hay que echarle los arrestos suficientes, y hacerse responsable también. Incluso en los malos momentos se puede dar ejemplo, y los ir-responables del PP, haciendo uso de su vocabulario, no constan a este vecino del mundo que sean valientes para reconocer sus errores, sino que no recuerdan, ignoran, y se convierten en auténticos suecos para desmarcarse de los problemas.
Lo que hizo ayer la Señora Cospedal, dejando a su jefe a los pies de los caballos, y no va a ser este vecino del mundo quien hable bien de nuestro todavía Presidente, es de auténtica pobreza de espíritu, “chivándose” de la conducta de los demás, dejando entrever que fueron Rajoy y Arenas quienes pactaron el finiquito de Bárcenas. Es curioso, esta señora recuerda lo que hicieron los demás, y no recuerda su conducta.
Lo que más rabia da a este vecino del mundo es que se diga esa frase de que “los españoles tenemos lo que nos merecemos”, porque no creo, sinceramente lo digo, que nadie se merezca el levantarse cada mañana y comprobar que no ha sido una pesadilla, sino que tenemos una panda, sobre todo de cobardes, que ahora mismo están más ocupados en borrar sus huellas que en ayudar a este país.
Este vecino no entiende nada de política, pero tiene varios master en la vida y unas cuantas medallas por heridas de guerra en la lucha de la vida, y está totalmente convencido de que este gobierno está herido de muerte. Lo malo del caso, los movimientos que intentará hacer hasta que finalmente muera, y todo eso lo seguiremos pagando en especies y en dignidad. 

*FOTO: DE LA RED