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viernes, 16 de septiembre de 2016

HABLANDO DE VERDADES VERDADERAS




Algunas veces, no importa el lugar por tan intrascendente que pueda parecer, se te presenta una variante, quizás alguien la sugiere casi sin pensárselo, y a ti que no la habías contemplado nunca, te da qué pensar y mucho. Y una verdad verdadera, en especial de esas que has aprendido últimamente al cobijo de lo políticamente correcto, se tambalea antes de caer destrozada.


Estaba esta mañana en el mercadillo semanal, rodeado de guiris, y dos nativos, de los pocos que en ese momento estaban cercanos entablan una conversación. Al parecer, se conocen. El primero está haciendo compras en un puesto  que vende ropa interior masculina y calcetines deportivos, y parece que está interesado en unos boxers que venden tres al precio de 5 euros. El segundo, que acaba de llegar le dice: -No compres eso, que seguro que los han traído de India, y a saber las condiciones en que trabajan los pobrecitos de los trabajadores…


El cliente en ciernes, que por un momento parecía despistado, se da la vuelta rápidamente y le contesta, de buenas maneras, eso sí:
-Una cosa es que fuera una marca conocida, que ellos paguen una porquería, y a ti te cobren el mil por cien, o más. Pero estas marcas de mercadillo, si las han traído de India, que me digan el avión porque me cojo un billete y me pego una vuelta por allí.


Y le añade además: -Por lógica, ésto está fabricado en España, lo que se viene en llamar la economía sumergida. Y seguro que no se llevan el dinero ni a Suiza ni a Panamá, porque con subsistir y cubrir gastos tendrán más que suficiente.


El otro, que al parecer venía con ganas de chufla se ha quedado cortado. No le han salido más palabras y se ha disuelto en la primera muchedumbre que le ha venido cercana. 


Por su lado, este vecino, se ha comprado dos paquetes de boxers, unos para ayudar a los trabajadores, y los otros para ayudarse a sí mismo, reduciendo los gastos anuales de ropa, ya que también tiene su economía sumergida, pero ésta, hasta límites insospechados...

*FOTO: DE LA RED


sábado, 16 de mayo de 2015

¿CAMBIANDO POR EVOLUCIÓN?



¿Os habéis vuelto a pensar alguna vez lo que ocurriría si algún familiar, que falleciera hace, por un decir, unos veinte años, volviera en nuestros días?

Pues a lo mejor se volvía al más allá más pronto que tarde. Y además este vecino tiene una gran duda, no sabe si hemos cambiado por evolución,  o nos han cambiado, y ya perdonaréis la expresión, más que por evolución, por cojones. Y es que quizás no hay que fijarse ni en internet, ni en los móviles, que han ido apareciendo, como mencionábamos antes, por lo que se denomina como evolución de sistemas pasados, sino en esas ganas, vaya usted a saber de quién, que ha entrado de adoptar las maneras más que del vecino, del habitante, casi, de las antípodas.

Esas ansias de llamarlo todo en inglés, y de inventarnos maneras cosmopolitas, cuando en lo más íntimo, y debemos de reconocerlo, nosotros somos de mercadillo y de tortilla de patatas, y no de “the mall” o “the kidney pie”. Quizás, nuestro problema es que no sabemos querernos nosotros mismos. Además, está comprobado, cuando compras algo que viene en inglés, es más caro, y luego, al final, en la letra pequeña, te enteras de que se hizo en el pueblo de al lado.

Los que ya tenemos una cierta edad y peinan canas, aquellos que tienen la suerte de tener todavía pelo, se acordarán de ese “artefacto” llamado “fiambrera” y que ha alimentado a millones de españolitos entre curro y curro.
Bueno, pues la mayoría se ha modernizado y ahora utiliza el famoso “taper”, que en realidad el nombre completo original es marca registrada, “Tupperware”, y la mayoría nos referimos a él con el mismo nombre que el auténtico, aunque el nuestro haya salido del chino de al lado de casa. Y ésto ya es harina de otro costal,  cambiar la tienda de toda la vida, que seguro que ha tenido que cerrar, porque no podía competir con los precios del “chino” que primero se puso al lado de ella, y luego directamente compró la tienda que ya había cerrado.  

Y la mayoría llama a “eso” modernizarse, cuando en realidad sería perder la identidad, y acercarnos a una manera de vivir que no es la nuestra. Pero como decía mi madre, con esas frases tan lapidarias que utilizan las madres: -Culo veo, culo quiero.


Sí, como decíamos antes, hemos cambiado de la querida y olvidada “fiambrera” al “tupperware”, pero el trabajo sigue siendo “trabajo” y no “job”, y además es más, con perdón, jodido y con menos derechos que cuando usábamos la fiambrera. Quizás, precisamente, por la tiranía de esos mismos que quieren que utilicemos su lengua y sus costumbres, pero que nunca, nunca, nos considerarán como iguales.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 28 de julio de 2014

EL VERANEO COMO ENFERMEDAD

Nunca he comprendido ese ansia por cambiar, o cuando menos de hacer cosas diferentes cada vez que nos declaramos en vacaciones. Este vecino ha utilizado la expresión “declarar” como cuando se proclama una epidemia. Y es que, bien pensado, estar de vacaciones puede ser una enfermedad, que se cura con el tiempo.
Una cosa es que en la mayoría de los casos, vayamos a sitios donde hace bastante calor, y otra que eso nos de “licencia de corso”  para cambiar nuestra indumentaria hasta rayar con lo hortera, porque si te vieran en la oficina en la que trabajas (o en la que trabajabas antes de que te despidieran, con mucha pena por parte del empresario, eso sí, pero es que no quedaba más remedio) serías chantajeado de por vida. Además en vacaciones se nos olvida el concepto “talla” y nos da lo mismo que nos quede grande o pequeño, porque era una “ganga” que no se podía desperdiciar en el mercadillo de turno.
También es de mencionar esas ansias que nos entran de verlo todo a través de una pantalla, bien sea del móvil, cámara de fotos, o videocámara. Más de uno, con tal de que se vieran “sus aventuras” por la pantalla, ni se daría cuenta de que, en realidad, se ha quedado en casa. Fotos y fotos, que dentro de un mes no sabremos en qué archivo se encuentran, o nos daremos cuenta de que al intentar recuperar espacio en el disco duro del ordenador, nos hemos cargado el archivo, y procuraremos no confesar nuestro error a la sufrida (esposa) de turno, parapetándonos en “cariño, seguro que has movido tú el archivo sin darte cuenta”.
También es “de juzgado de guardia” esas ganas locas de hacer todo tipo de colas, Este vecino está convencido de que más de “un veraneante” se habrá colocado en una cola sin saber para qué era, partiendo de que si hay gente con pinta de “guiri”, seguro que es interesante.
Siguiendo con las colas, este vecino nunca ha entendido esas ganas de esperar haciendo cola para cenar en la terraza de un chiringuito determinado, entendiéndose por “terraza”,la pura y dura calle, mientras el interior de muchos de esos locales, está prácticamente vacío.
Y es que, como ya comentado, en verano nos volvemos muy raros, tanto como para ir a por churros  a esa caravana que está al lado del paseo marítimo, haciendo, por supuesto, otra cola, cuando el termómetro puede estar tranquilamente superando los treinta grados. Alguna vez este vecino ha llegado a pensar, que la explicación no es otra que la de utilizar la  propia grasa del churro para “engrasar” nuestro propio cuerpo, y así lograr un moreno más natural.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 5 de agosto de 2013

FAUNA VERANIEGA

Ya nos recordó el genial y habitualmente cabreado Fernan Gómez que las bicicletas son para el verano. Pero otras muchas cosas son para el verano también.
Cuando uno toma sus vacaciones en Agosto, es como si se sintiera uno de los protagonistas de “Atrapado en el tiempo”, película también conocida como “El día de la marmota”, y le ocurrieran continuamente escenas ya vividas, o frecuentes déjà vu, como diría el “enterao” de turno.
Decir Agosto es decir: operación salida, operación retorno, el famoso concurso de El cante de las minas, Celedón, Marijaia, y las Semanas Grandes, de muchas ciudades; sin olvidar a las famosas Lágrimas de San Lorenzo.
Este vecino siempre ha pensado que el oficio de periodista es como el de médico, que está abierto las 24 horas del día. Por lo demás, salvo los imprevistos, si se tiene una carpeta a modo de archivo de cada mes, hay noticias que se repiten todos los años, y ser periodista en Agosto, es un poco más fácil, y sino que se lo pregunten a los propietarios de emisoras de radio, que en estas fechas están plagadas de becarios, y siguen funcionando igual. Y es que los becarios también son para el verano. 
Más de uno se preguntará la diferencia entre “turista” y “veraneante”, y para este vecino del mundo, la diferencia es clara, turista es aquel que aprovechando unos días de vacaciones, este año va a un lugar y el siguiente a otro. Aunque pueda repetir estancia, no es lo habitual. Sin embargo el veraneante, termino cada vez más en desuso, es, por decirlo de alguna manera, aquel que vuelve al mismo lugar, y no precisamente en Navidad, sino cada vez que tiene vacaciones, normalmente largas temporadas, aunque en la vida actual cada vez son menores.
Antes de terminar por hoy, este vecino, va a hacer una corta lista de personajes sin los que el verano no sería lo mismo, y normalmente no los relacionamos con las vacaciones estrictamente:
-Todos aquellos que en contraposición a la figura del vampiro, en cuanto ven la primera luz del día, se pertrechan de todo lo pertrechable y desmontable, y se posicionan en primera linea de playa, sin mirar siquiera, si ese día va a llover o no. Y es que en el chip que nos incrustan al nacer, en el verano no llueve, y hay que tomar el sol porque sino, seremos diferentes, y eso no se puede permitir.
-El ingeniero en levantar músculos, también denominado “culturista”. Ya que ¿qué es una playa sin un culturista aficionado?, y que con cara de pasar desapercibido, intenta su segundo de gloria ante tus ojos. Siempre van acompañados de su pareja, aunque lo curioso del caso es que nunca, nunca, van a la par. El culturista en cuestión siempre va delante o atrás, con lo cual a la otra persona le está convirtiendo en estrella, ya que ellos parecen sus guardaespaldas.
-El trabajador de chiringuito, con color de esclavo, sonrisa jovial, y ademanes de camionero, en realidad se cree un donjuán, y solo es utilizado por la turista de turno para que le sirva más rápido.
-Y, en general, “la fauna”, dicho con todo el cariño y admiración, de que se compone todo mercadillo que se precie. 
Uno siempre se pregunta que cuando se termina ese mundo, normalmente al mediodía, dónde están esas personas, y si siguen gritando el resto del día, esta vez a sus allegados, incluso para pedir la sal durante la comida.
¿Vestirán, cuando van de “paisano”, las mismas ropas? ¿Comprarían su propia casa también en un mercadillo? ¿Existen estudios que te preparen para trabajar en ese medio?
El verano, y las vacaciones estivales, son un mundo, y en muchos momentos seguro que el sol no lo alumbra todo.

*FOTO: DE LA RED