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lunes, 20 de mayo de 2013

DESEO QUEBRADO


Hay una expresión en español que puede definir el estado actual de muchos de nosotros, y es “De ilusión también se vive”.
Personalmente me paso los días enteros buscando la lámpara del cuento, con genio incorporado. No, no quiero ser millonario, con no tener que mirar al mañana con miedo me vale. Sin embargo, sí quisiera pedir algún deseo quebrado. Lo he llamado así no por ser un sueño roto, sino por lo raro, para algunos, de la dirección del citado deseo. Quizás, algo diferente a lo que se pudiera pensar en un primer momento.
Me gustaría pegarme una juerga con Joaquín Sabina y Melendi. No, nada de sexo, al menos entre nosotros. Debo de ser de los pocos que quedan que soy heterosexual, pero es que nadie es perfecto.
Primero, por supuesto, me haría un chequeo médico para comprobar que tengo el hígado en buenas condiciones, y luego a la calle con ellos dos, hasta que el nuevo día nos mande a casa, o la policía nos pegue algún toque, y no me refiero con la porra, sino que nos recuerde que es mejor irse por decisión propia, que acompañado por una pareja, y no precisamente de gemelos.
Soy de la opinión de que a los genios, ahora no estoy hablando del de la lámpara, hay que mantenerlos en su medio ambiente, y considero que tanto Sabina como Melendi, son animales de humo y bar. En realidad, son los mejores embajadores de los bajos fondos, y te hacen añorar cosas que el normal de los mortales no ha vívido, y sientes una especie de celos por sentirte menos.
Había pensado al comienzo, que mi elección fuera un trío de nombres, pero ocurre que si llego a elegir a “Willy Toledo” también, como era mi primera pensamiento, no hubiéramos llegado muy lejos, pues a las primeras de cambio, Willy se nos habría atado con cadenas a alguna farola o similar, y además con huelga contra todo, no comer, no beber..., y para eso no salgo.
Los universos de los dos cantantes mencionados, aunque parezca que no, son diferentes. Melendi es el juerguista, pícaro o lo que sea que es, en activo, mira el presente, como si todo fuera por primera vez, mientras que Sabina está de vuelta de todo. Si Melendi entra en un bar, Joaquin Sabina, ya está aburrido de ese recinto, o hace tiempo que le prohibieron la entrada. Y no es así, Sabina, por su edad, porque esa siempre ha sido su postura. Es un poeta que canta a personas, paisajes y costumbres, que se acaban, o hace mucho que desaparecieron. Su mundo siempre está en invierno, y con colores oscuros. Sin embargo, el mundo de Melendi está en continua primavera, con la sangre alterada por amores nuevos.
Si alguno sabe dónde se encuentra esa maldita lámpara, se apreciaría un poco de información, porque mañana tengo cita con el médico para lo del hígado, y me temo que me voy a quedar compuesto y sin juerga, al menos con ellos.

*FOTO: DE LA RED