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sábado, 22 de noviembre de 2014

¡NI GOTA!

Una semana de descanso para el gobierno. Entre duquesas y cantantes que limpian más blanco que el mejor de los detergentes, seguro que los del gobierno han mirado al calendario, y se han dicho eso de “otra semana que hemos sobrevivido en la poltrona, y ya van…
Este vecino está convencido de que si cualquier guionista de esos americanos pasara una temporada en España, seguro que el contenido de las películas de Hollywood iban a cambiar, se iban a hacer más corrosivas y satíricas, porque como decía un amigo mío, y ya perdonaréis por la literalidad del asunto: “Ésto es como para mear y no echar ni gota”.
Ayer por ejemplo, la escena totalmente anacrónica con los tiempos en que vivimos de una Infanta de España (que ya lo de "infanta" es un anacronismo en sí mismo, en este punto de la vida), Doña Elena, más perdida que Belén Esteban en un congreso científico, en el funeral de la Duquesa de Alba, tal como estaba situada, presidiendo la ceremonia en un sillón forrado de pan de oro en la Catedral de Sevilla. ¡Es que ni gota!
Tal como somos en España, al verla así de separada de todos, inmediatamente pensé en que en cualquier momento se le acumulan los tomatazos, porque en esta piel de toro somos así, totalmente desprendidos a la hora de hacer regalos de ese tipo. Lo mismo que su hermano, Felipe VI, a la hora de regalarle ese momentazo a su hermana y a la Casa de Alba en representación real. 
¡Ni gota! Una buena escena que sin duda no hubiera sido desperdiciada en cualquier historia con Berlanga y Rafael  Azcona dentro.
Debo de ser muy sentimental, o simplemente quizás ya noto el peso de los años, pero, qué queréis que os diga, a mí el que mejor me cae de toda la familia de los Alba, ahora que ya no está Doña Cayetana, es su viudo, Alfonso Diez, que ha tenido que soportar la sombra de la duda siempre, y lo ha llevado con enorme dignidad.
El momento más emotivo del funeral, al menos para este vecino del mundo, fue el abrazo entre el ahora viudo y la nieta de Doña Cayetana, también Cayetana, e hija de Eugenia y de Francisco Rivera.
Ahora, sin embargo, una vez desaparecida la señora duquesa, la sombra de la duda, por decirlo de alguna manera, podría recaer en los hijos “huérfanos” y el futuro comportamiento que puedan tener, si lo tienen,  con el viudo. 
De todas maneras, estos comportamientos siempre juegan con red, porque se porten bien o no, que todo se presta a interpretaciones, seguro que la mayoría de la prensa se posiciona a favor de ellos; algo así como que el dinero siempre tiene razón, y por lo tanto, sus propietarios.
Lo mismo que en su momento ocurrió tras el fallecimiento del ex-boxeador Pedro Carrasco, que en muy poco tiempo, su joven viuda, tuvo que dejar la casa familiar, en favor  de la hija de su marido y de su primera mujer, Rocío Jurado, sin que nadie, ni la gente de la prensa, despotricara en lo que prácticamente se puede considerar, ahora que desgraciadamente los desalojos están de moda, una especie de desalojo por testamento. 
No siempre lo legal y lo justo van siempre de la mano. Lo dicho...¡Ni gota!

*FOTO: DE LA RED