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lunes, 30 de octubre de 2017

¿AUTOEMPLEO? NO, STARTUP.


Hay veces en que situaciones de la vida  que te toca presenciar pueden ser en sí mismas un verdadero editorial para cualquier periódico o informativo que se precie.

La fotografía adjunta está tomada hace tres o cuatro días en una playa del Levante. En el fondo es el sueño de las políticas de este gobierno, que cada uno se busque la vida como pueda, con ese autoempleo, que bajo el nombre de “nuevos emprendedores” en realidad engloba a todo tipo de francotiradores que eso sí, a final de mes, o cuando sea, se confiesen con Hacienda, y pasen por caja.

Ha llegado un momento, de hecho hace ya mucho tiempo, en que como no se puede arreglar el fondo, se maquillan las formas. 

Conectas la radio, y son numerosos los programas sobre los famosos "startups", jóvenes y no tan jóvenes, y rebotados de otros trabajos que han tenido una idea, y luchan por ella, con esa empresa a la que se denomina "emergente",  mientras multiempleados economistas, en el mismo programa comentan la idea, el porcentaje que pronostican de éxito. Y este vecino se preguntan quién en realidad está consolidando su trabajo, y su respuesta siempre es, naturalmente, el economista multitarea que hoy está comentando en una emisora de radio, y mañana en un canal de televisión.

Y es que los habitantes de este gran cortijo llamado España siempre hemos sido mucho de comentar. En realidad, y no exagero, todos llevamos dentro un ministro en potencia. Porque para los demás tenemos mil y un ideas críticas. Es más, creo que los cargos oficiales de la administración capan las ideas de todo tipo, y salvo alguna honrosa excepción, que la habrá, la mayoría están para agarrarse a la mesa, y dejarse llevar.

Quizás, de este último punto venga esa idea de que la vida es un devenir, pero en lugar de tener una barca como objeto de la metáfora para agarrarse e intentar sobrevivir, lo será una mesa de despacho y encima, porque en los momentos culminantes no hace falta ni silla, el funcionario correspondiente.

Claro está que cuando este vecino se refiere a ellos, a los funcionarios, no está hablando del funcionario currito, y que se me entienda, sino de ese que se cree jefe de su “isla”, y en realidad tiene otros jefes por encima, secretario del subsecretario del jefe de negociado de “nosequé”, y que gasta litros de colonia, de marca, eso sí, para evitar  ese olor a quemado que sabe que lleva durante todo el día, junto a ese lumbago que se le acrecienta cada vez que tiene que reverenciar al que tiene por encima.

*FOTO: F.E. PÉREZ RUIZ-POVEDA

lunes, 9 de marzo de 2015

EL SECRETO DE DOÑA ESPERANZA



Lo voy a confesar. Que sí, lo voy a decir de una vez, porque ya no puedo ocultarlo más, y además estoy convencido de ello. Doña Esperanza Aguirre no es Doña Esperanza Aguirre, Doña Esperanza Aguirre es en realidad Monchito, el muñeco de José Luis Moreno.

¿Nunca os ha dado por pensar qué fue de Monchito, aquel niño metomentodo, sabiendo y egocéntrico, que metía en mil y un problemas a un José Luis Moreno menos fondón y menos forrado? Pues esa es la respuesta: abandonó a su propietario, en el caso de Monchito, el Señor Moreno nunca fue su amo porque siempre opinó, más que vivió, a su aire.

De ideas antiguas o trasnochadas no podía recalar en otro sitio, y además con mucha fuerza y miles de seguidores. Doña Esperanza Monchito Aguirre es más dura/o que el cartón piedra del que está hecho. Acostumbrado a ser manipulado, Monchito en su transformación aprendió a manipular él, e incluso tiene nociones coreográficas, pues durante mucho tiempo ha hecho que bailaran a su alrededor. Doña Espe/Monchito es una mezcla de política espectáculo, con ramalazos, cuando discute con Rajoy, de Pimpinela en estado puro.

Este vecino del mundo está convencido de que si Espe/Monchito pasara por el polígrafo, la máquina dictaminaría que dice siempre “su” verdad,  y es que tiene la suerte, siempre la ha tenido, de que lo que quiere “su” pueblo es lo que quiere ella. Está tan convencida, que ella/él no sufre por su verdad, sino por la del pueblo, porque son tan listos que quieren lo que ella quiere. Por cierto, sería deseable que se estudiara la epidermis de Doña Espe/Monchito, porque si se pudiera reproducir en un laboratorio, tendríamos el primer tejido totalmente elástico-impermeable. Doña Espe cae en cualquier problema, y éste nunca le cala. Sale totalmente seca.


Lo triste del caso,  es que tanto el Partido Popular, que de “popular” solo tiene el nombre, y el PSOE, que de “socialista”, también, solo tiene el nombre, porque aquí hay “tela” para todos, no quieren cambiar, ante lo que se les avecina con los nuevos partidos, sino solo maquillarse un poco. Y en el caso concreto de Doña Esperanza Aguirre, no hay maquillaje que la cubra, porque ella ya proviene, totalmente maquillada eso sí, de Monchito-el-niño-pijo-de-derechas, y ya ni se le puede, ni quiere ella misma cambiar. 

El Señor Rajoy hará lo de siempre: esperar que el tiempo pase y juegue a su favor. Aún no se ha dado cuenta, de que en el caso de Doña Esperanza Aguirre, el tiempo es ella, y si Doña Espe/Monchito cae, el Señor Rajoy caerá también; porque éste es el primer caso de la historia reciente, en que un muñeco, Doña Espe/Monchito, tiene bien agarrado, y manipulado, a su jefe, nunca amo.


*FOTO: DE LA RED


lunes, 5 de mayo de 2014

MR. WELLCOME Y EL FELPUDO

No sé por qué pero hoy me he acordado de una persona que conocí hace ya muchos años.
Siempre se ha dicho que para obtener el carnet de padre no hay ningún tipo de examen y, en realidad, así nos va. Y es que el padre, y es de suponer la madre, o viceversa, del susodicho, le puso el nombre de Bienvenido, y un nombre te puede marcar de por vida, y en este caso era una pura contradicción con patas, porque solo era bienvenido cuando se decía su nombre. Ser no era, me imagino que seguirá siendo, un mal tipo, pero yo me lo imaginaba siempre, siempre, inclinado, como una torredepisa cualquiera, y es que le tocaba estar entre dos aguas, soportando fuerzas opuestas.
Era jefe de nosequé en un hotel, y le tocaba mediar entre otros jefes de másnosequé y nosotros, los que éramos solo felpudos, porque estábamos postrados en el puro suelo, y nos pisaba todo el mundo.
Mr. Wellcome, como le llamábamos todos, al ser un sitio en el que había mucho turista, y por darle un toque internacional al tema, era el hombre de la eterna sonrisa. Llegué a pensar que en lugar de sonrisa, en realidad era un tatuaje, pero no lo pude confirmar.
La posición que adoptaba con nosotros más que de jefe era de padre, de padre de hijos díscolos y que les tenía que llevar por el buen camino. Propusieras lo que propusieras, él ya lo había propuesto antes, pero el tiempo le había quitado la razón por lo que era mejor “dejar el tema quieto” y ninguna innovación era tenida en cuenta.
He comenzado diciendo que no sabía por qué me había acordado de Mr. Wellcome, pero en realidad sí lo sé, al comprobar como esta mañana dos empleados de Laboralkutxa, chico y chica, estaban trabajando-hablando, con nadie en la parte de los clientes en el mostrador, y yo era el primero de la fila.  Un señor, jubilado, que venía de haber estado hablando, en una estancia oculta al vulgar de los mortales, con otro empleado, es de esperar que regando “sus dineros” para que sigan floreciendo, viéndome guardando una cola, de la que yo era el único integrante,  en lugar de ponerse el siguiente, y con el aire de superioridad que da el tener un buen colchón de ahorros, me dice con una sonrisa a lo Rouco Varela, es decir, que la sientes como una patada en la entrepierna, -Usted estará con la señorita me imagino-, y ella le ha recalcado que en ese momento no podía atender a nadie. El chico forzado por tener a una persona a menos de un metro le ha atendido rápidamente, y al terminar solo ha dicho “listo”. Mientras el señor se iba, me he dirigido a él, y con un tono de aparente normalidad, le he dicho mientras se daba la vuelta:
-Ahora, comprendo todo. Por lo que ha dicho el joven, “listo”, usted se debe de llamar así, y además lo ejerce, porque se ha colado conscientemente, y ellos -mientras señalaba a los empleados, ambos con una sonrisa congelada, al estilo Mr. Wellcome – han sopesado las cuentas de ambos, y ahora ya sé que usted tiene más dinero que yo, y por lo tanto, razón en esta entidad.
El señor ha desaparecido con una agilidad que minutos antes no tenía. Los jóvenes, creo, continúan congelados.

*FOTO: DE LA RED