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martes, 28 de julio de 2015

NADIE DESPIERTO PUEDE ENTRAR EN ELLOS


Lo bueno de una noche de verano es ese silencio a salitre en la playa, con el ronroneo de olas llegando acompasadamente. Esa oscuridad que oculta la inmensidad del mar. Noches calurosas en las que el silencio te sigue, porque al silencio en el verano parece que se le desprecia con un torbellino de fiestas, debido a la creencia de que estar feliz, alegre, equivale a bullicio, a algarabía.

Me gusta emboscarme en el silencio de una playa solo iluminada por una tímida luna en su cuarto menguante, como si el ruido de esos guiris borrachos la hubiera roto.

La vida rutinaria, en una noche de verano, se queda en cuarentena; los problemas aparecen colgados en el perchero de las buenas intenciones, y ya mañana se verá. El silencio, en una noche veraniega , es lo más cercano  al paraíso. Es  apagar las luces a los malentendidos, a las malas miradas acompañadas de una sonrisa.

Dónde se esconden los barcos en las noches mal iluminadas, en las noches de un negro de luto, quizás en el mismo lugar donde van los besos que nunca dimos, los requiebros de amor que no nos atrevimos a dar mientras ella lo anhelaba.

No hay nada más triste que cantar una habanera a un marinero sordo, pintar de negro una ilusión blanca, decir adiós cuando se quiere decir hola.

Las noches de verano se hicieron para los enamorados; para el niño solitario que observando el reflejo de la luna en el mar,  quiere aprender a escribir poesías, y se da cuenta, de pronto, que la poesía en realidad siempre le ha rodeado, solo tiene que descubrirla, en esas olas casquivanas que se van antes de llegar, en esas estrellas que juegan a agujerear la oscuridad.

Una noche de verano es el decorado perfecto para esa primera cita llena de esperanzas, para ese baño nocturno en la humedad de lo no visto.


Y si algún día recuerdas esa playa inmensa de tu niñez, es mejor que no vuelvas a ella para comprobarlo, porque los recuerdos con los años se convierten en sueños, y nadie despierto puede entrar en ellos.

*FOTO: F.E.PÉREZ RUIZ-POVEDA

jueves, 31 de julio de 2014

CARTA A UN "GRAFITERO" ENAMORADO

Querido enamorado:

Si creyera que tuvieras más de cincuenta años, no hubiera comenzado la carta así, porque hubieras pensado, sin remisión, que era la Señorita Francis, o al menos su guionista, aconsejando sobre cómo dominar los ardores pasionales.
He pasado muchas veces por el mismo camino, durante mis vacaciones en Torrevieja, y al apreciar el paisaje, precioso, nunca me había dado cuenta, de que al menos, una vez , habías estado allí.
Quiero pensar que el 4 de Mayo del 2013 (fecha que inmortalizaste en un banco de piedra) era un día pletórico para ti, en pleno proceso primaveral, y con las hormonas, dado el lugar en el que te encontrabas, cantando habaneras de amores imposibles.
Al no poner el nombre de los amantes, esas mismas habaneras, que al decir “Torrevieja”, llenan nuestros recuerdos,  de amores prohibidos, me han traído a la mente que era un amor clandestino, como esas barcas nocturnas que recalan en el puerto con cargamento prohibido.
Desgraciadamente, muchas veces el amor es una marea que viene y va. Viene arrebatándolo todo y deja, en el peor de los casos, damnificados y malos recuerdos. Espero profundamente que ese no haya sido tu caso, no haya sido vuestro caso, y que ya que lo escribiste en un paisaje marinero, deseo que vuestro amor “vaya viento en popa”. Y lo más triste pudiera ser, que tanto tú como la otra persona, al pasar por ese banco ni recordarais que vosotros lo forjasteis en un presunto atardecer enamorado, ni que al menos tan solo en ese momento os pertenecisteis el uno al otro.
Hay varias esculturas públicas en Torrevieja, con sabor inequívocamente marinero, pero ésta seguro que es la única gratuita, y proyectada desde un alma juvenil e inocente. 
Es fácil encontrar pintadas con el clásico “yo estuve aquí”, pero esta declaración, porque es eso e incluso más, está diciendo “yo estoy ahora coladito por tus huesos”, y el amor, aunque no dure, siempre es una celebración, por de pronto del espíritu, y si hay suerte, ya veremos si de la carne.
Alguien negativo verá esa fecha como fecha de caducidad, pero desde un punto de vista positivo, como hay que serlo, es una fecha de confirmación del amor que sentíais, y eso siempre hay que pregonarlo.
A partir de ahora, siempre que pase por allí voy a seguir “vigilando” ese banco por si aparecen más mensajes enamorados, porque donde hay amor, hay alegría, y el amor es como una ola, que siempre empapa a todos.
Muchas gracias por haberme traído tan gratos recuerdos.

Tuyo, con el deseo de que sigas enamorado como en aquel día de mayo.

*FOTO: F.E.PÉREZ RUIZ-POVEDA