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viernes, 14 de marzo de 2014

PLATOS ROTOS


Esta mañana le he llamado al notario para que me acompañara al gimnasio y levantara acta para la ocasión. A las ocho y media en punto entraba en las instalaciones, con lágrimas en los ojos por la importancia del momento, de mi momento. Era uno de los propósitos, ir al gimnasio, de fin de año. Solo he tardado tres meses para armarme de valor. Si por lo menos hubiera sido chino, por aquello del nuevo año, parecería que hubiera tardado menos. 
¡En fin! La verdad es que nos conformamos con poco, porque parece ahora que el orden vence a la pereza. Y sin embargo deberíamos verlo desde el prisma de que he tardado mucho tiempo en volver al redil del gimnasio. Sin embargo, de esta manera, relatando el triunfo de volver, parece que duele menos.
Es más o menos lo que parece que suele hacer la justicia en España, que en realidad hace lo que puede, porque más de un juez ya ha sufrido las consecuencias  de intentar juzgar a, por decirlo asépticamente, un hombre con influencias. Y mientras el hombre, podría seguir manteniendo su, cuando menos sospechoso, ritmo de vida, libre de polvo y paja, y de sombra de culpa de preferentes, el juez se enfrenta incluso a ser retirado de su trabajo, quizás, en realidad, por exceso de celo a vista de algunas personas muy influyentes.
Por eso quizás a veces se encienden las luces de la justicia para algún famoso o famosillo, y en opinión de este vecino parece que podría pagar los gastos de los platos rotos en otros momentos.
Este vecino se refiere claramente al hijo de José Ortega Cano, José Fernando Ortega Mohedano. Antes de nada, conviene aclarar que lo que ha hecho este chico y sus compinches, si se prueba, que según parece se probará, está muy mal, y sea lo que sea, que paguen las consecuencias que sus actos acarreen. Eso es una cosa, y otra es que hay circunstancias en el que ser famoso es muy dañino. Y ésta es una de ellas.
Este vecino está totalmente convencido de que si este chico fuera uno más, para ahora ya estaba en la calle. Y sino fijémonos lo que es la vida diaria. Todos conocemos a gente, al menos de oídas que entra por un lado, si es que entra en comisaria, y sale por el otro. Sin embargo a José Fernando, y a sus compañeros, les puede caer unos cuantos años. Por supuesto, la sentencia tiene que ser justa, pero no solo en este caso, sino siempre y en todos y en cada uno de los casos, porque da la impresión de que normalmente no se pasa tanto tiempo a la sombra esperando un juicio, sino que estás a disposición judicial en tu propio domicilio.
La verdad es que, y será como consecuencia de los años, este vecino estos días se está acordando del Lute, ahora más conocido por Eleuterio Sanchez, que en plena época franquista, fue encarcelado por robar tres gallinas.
Este vecino no quiere, ni se le ocurre, comparar la figura del Lute, que ya tiene hasta concomitancias románticas, por aquella lucha del pobre contra el poder, con la figura de José Fernando, pero tampoco debería de pagar él más de lo que, presuntamente todavía, ha hecho, porque es un joven que viene de buena familia, porque tampoco debe de ser así, teniendo en cuenta además que prácticamente todas las familias son buenas. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad, y más en este caso que como se suele decir, puede que no sea oro todo lo que reluce, especialmente cuando quizás el oro se lo han podido llevar otros…

*FOTOS: DE LA RED

lunes, 23 de diciembre de 2013

EL OTRO ÁRBOL DE NAVIDAD

Para todos aquellos que en realidad piensen que las Navidades empiezan mañana, 24 de Diciembre, hoy será una especie de día de reflexión, como cuando hay que votar. Un día en el que intentamos olvidar que estas fiestas son como un terreno minado, y en cualquier momento algo puede explotar llenándonos de problemas o de discusiones familiares. Y nos vamos a proponer que los días venideros vamos a pasarlos muy bien, y hacer muy feliz al prójimo, en forma de suegra o cuñado, especialmente durante las comidas y cenas que nos esperan.
Recordaremos todo lo bueno y lo malo que nos ha pasado, y nos plantearemos nuevos propósitos para el nuevo año, que en realidad son los mismos que los planteados el año pasado, y que por culpa de otros, como siempre, no los hemos podido cumplir. Pero del año que viene, seguro que no pasa.
Esa "tripita", dicho con mucho cariño, porque es la tuya, tiene que desaparecer, y como en el calcetín que tienes guardado en casa con los ahorros (por aquello de que hace tiempo que te planteaste que con los bancos y cajas de ahorro, lo justo y necesario, para pagar el recibo de la luz, que un día pensaste que por la cuantía era el de toda la comunidad, pero que al final se demostró que solo era el tuyo) no te llega ni para una ronda de agua del grifo, tendrás que quemar grasas en el gimnasio ese, que aunque sigues pagando por él, vas tan poco, que cada vez que lo haces, te saluda todo el mundo pensando que has estado dando la vuelta al mundo.
Este vecino nunca se ha sentido como "enseñante" de doctrinas, sino solo como comentarista de todo aquello que le gusta o le disgusta, y que cree que al comentarlo puede ayudar a que todo tipo de asuntos puedan ser considerados desde otro punto de vista, y si al final en la cara del lector se ha dibujado una sonrisa, mejor que mejor.
Os desvelaré que este vecino, aunque no lo haya dicho hasta ahora, a parte del árbol navideño que ponen en casa, que siempre es más barato que un belén bien montado, "planta" otro árbol, este virtual en su cabeza. Y en él va colgando todo aquello que quiere ir olvidando. Esas relaciones tóxicas que te van excitando más que el mejor de los sexos que has practicado nunca. Esas noticias que te han irritado durante el año, las tristes no, porque esas es probable que las quieras ir recordando de vez en cuando porque seguro que están ligadas a los sentimientos.
Hay que procurar, y recordando que estamos hablando utópicamente claro, no colgar a personas, virtualmente claro, porque entonces en lugar de un árbol de Navidad, sería el árbol del ahorcado, y eso como mínimo no está ni bien. Y el último día, el de Reyes, prendes fuego, también virtualmente, claro, a ese árbol, y es una manera de que el fin de las Navidades sea menos nostálgico y te hará sentir incluso más ligero, porque dejarás atrás más de una carga que no debiste coger nunca.

*FOTO: DE LA RED
 TEXTO: PATXIPE