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miércoles, 6 de mayo de 2020

CARONTE EN LA ORILLA DEL LABERINTO...



Estoy totalmente preocupado. Debe de ser la primavera, pero a nuestros líderes políticos, es un decir, les ha dado por mostrar ante sus seguidores la cornamenta para ver quién la tiene más grande. Que si en MI AUTONOMÍA MANDO YO, Y SE MUERE, en el peor de los casos, COMO YO DIGO. Y “la berrea” de este año va a ser, y nunca mejor dicho, sonadísima.

Lo del coronavirus es una cosa muy seria, porque por lo demás sería para reírse hasta descoyuntarse la quijada.

Los partidos políticos españoles llevaban más de un mes bastante recogiditos, pero, ha sido mencionar la desescalada, y para ellos, esos mismos partidos, ha sido “desescalada” igual a “casi estamos bien” y han empezado sus caceroladas particulares sin balcón, y sin vergüenza.

Los indepes se han vuelto a poner la ropa, y maneras, de indepes, y han comenzado como los de derechas-casi centro-casi-me-caigo-por-la-derecha-más-extrema, y los de izquierdas sin tocar bola de poder, junto con todos los demás, están reivindicando que el balcón, y el pedazo de fachada correspondiente es suyo, y de nadie más. Y se cortan el pelo, el de todas partes, cuando les sale de ahí.

Al final, en el confinamiento nos está salvando que cada uno puede programar su ocio televisivo prácticamente según sus apetencias. Y este vecino se acaba de trajinar, incluso sexualmente, una serie española que lleva poco tiempo puesta en la plataforma de Amazón Prime,y que nadie la ha podido ver todavía en ningún canal televisivo.

Me refiero a Caronte, una gran serie, thriller, de trece capítulos, y desde ya os puedo decir que, sin destripar nada, es una serie que no te deja a medias, esperando para concluir la próxima temporada. Y eso que a falta de tan sólo cinco minutos se te antojaba que te ibas a quedar con una triste sensación de gatillazo. Y no es así.

Un reparto muy bien equilibrado con un extraordinario Roberto Álamo, en la piel de un abogado, novato pese a los años que tiene, porque antes fue poli y de los conflictivos además, al que lo único que nunca le podré perdonar es ese anuncio de apuestas deportivas.  Carlos Hipólito en el papel del super-malo de turno, está también como para darle un premio a nivel internacional. Eso que a este vecino del mundo no es de los actores que más le gusten, y no me meto con su calidad actoral, que es muy bueno siempre. Pero por razones de química, hay con quienes tienes más afinidad, y éste no es el caso.

De lo mejor de la serie el uso mismo que se hace de la palabra Caronte y su significado mitológico. No os la perdáis.

Por lo demás, seguimos en estado de alarma, y con esa sensación de estar dentro de un laberinto, en el que en cualquier momento nos puede fallar la orientación y las buenas decisiones.

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 17 de diciembre de 2014

EL GATILLAZO DE LAS MUSAS

Últimamente parece que se está poniendo de moda en nuestro país el miedo escénico. Primero fue Pastora Soler, en dos ocasiones, y hace unos días Joaquín Sabina, ambos en plenos conciertos.
Seguro que habrá más de uno que pensara que eso es lo que ahora se denomina como “postureo”. Este vecino del mundo sin embargo piensa que es algo muy serio, y que como no encuentres la manera de revertirlo te puede cambiar la vida, porque incluso corres el riesgo de tener que dejar lo que se supone más te gusta.
Este vecino del mundo entiende muy bien lo que les ocurre (y con ello no pretende ponerse, ni a su altura, ni medallas que no le corresponden) porque en cierta manera a un blogger le puede ocurrir lo mismo, solo que a él nadie le va a ver caído encima de su teclado, ni sentado en cuclillas en la esquina de una habitación, al más puro estilo Norman Bates. Lo máximo que ocurrirá es que su post no saldrá y luego, dependiendo de cada uno, será libre de confesarlo, o disfrazarse con esa frase de que “las musas no han aparecido”.
La vida poco a poco nos va llevando por caminos que quizás ni los habíamos preparado ni asimilado, y un buen día te das cuenta de dónde estás y la responsabilidad de tu trabajo, o de tu afición, y ahí pueden entrar esos ahora famosos miedos.
El Señor Sabina, al bajarse del escenario ese día en Madrid, y pedir perdón, se refirió a lo ocurrido como que le había dado un Pastora Soler, y hubo gente que se lo tomó como que había hablado mal de ella. ¡Es curioso! Porque hace bastantes años, el mismo Sabina cuando tuvo otro problema de salud, se refirió a ello como que “le había dado un marichalazo”, y nadie se quejó (de la familia real no trascendió ninguna queja tampoco). Muy al contrario, la gente hizo los chistes pertinentes, e incluso impertinentes. Porque, seamos sinceros, si algo nos caracteriza a los nacidos en esta piel de toro es reírnos de todo, y si es nuestro vecino mejor que mejor.
En realidad ese miedo escénico, y por supuesto que se admiten todo tipo de opiniones, no es otra cosa que un “gatillazo mental”.
Lo mismo que te puede ocurrir en la cama en las lides amatorias (esa noche que ves el lecho tan grande, y tú, ese es el problema, tan pequeño), te ocurre también delante, aunque no sea físicamente, de tu público, quizás por esa comunión que se crea entre artista y público. De repente eres consciente de lo que tienes enfrente, y se empieza a remover esa base, que a lo mejor no sabes ni que te estaba soportando, y te entra el miedo a caerte. Quizás si los mismos pájaros pudieran analizar el poder que tienen con sus alas, su mismo vuelo más de una vez se pudiera complicar.
El problema de todo ésto es que como no le encuentres una pronta solución, puedes sufrir el efecto bola de nieve, y hacerse cada vez más grande.
Por lo leído hoy en las redes sociales, parece que ayer el Señor Sabina salió triunfante de su segundo concierto en Madrid, aunque más de una vez, a partir de ahora, al ir a comenzar otro concierto, mirando al backstage se pregunte dónde se encuentra el siguiente gatillazo.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 7 de septiembre de 2014

CARTA ABIERTA A LUC BESSON (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


Estimado Luc Besson,

En primer lugar le pido perdón por mi atrevimiento al escribirle la presente, pero tras ver su película "Lucy" se me ha creado una profunda necesidad de ponerme en contacto con usted.
Antes de nada, me he de declarar como un ferviente admirador de su cine desde aquel “Gran azul”, con su amigo Jean Reno, hasta esa humorada de cine negro que es “Malavita
Cuando uno sabe que va a ver una de sus películas ya va preparado con ropas cómodas, y nunca de estreno, porque con las mil y un aventuras que sabes que los protagonistas van a pasar, incluso el mismo espectador corre el peligro de salir magullado, y que quizás de su velocidad dependa su salvación.
Pero lo de hoy me ha generado muchas dudas. 
En primer lugar me gustaría que revisara muy bien su mesa de trabajo, porque, así de primeras, me da la sensación de que se le ha podido mezclar su guion, con ciertos aspectos del “2001: Una odisea del espacio”, de Kubrick, y de “Matrix” de los Hermanos Wachowski. Lo que viene siendo, por decirlo de alguna manera amistosa, un homenaje al espíritu de ambas obras. Eso, o que últimamente ha cambiado, y perdóneme la expresión, de medicación, de cualquier tipo, y ahora está en manos de algún galeno que previamente pudo atender a esos cineastas.
Da la impresión de que hoy nos ha querido demostrar que tiene tal dominio del cine que sabe hacer películas buenas,  y películas malas. Y que a última hora ha querido sorprendernos, ¡A fe que lo ha conseguido!, y ha convertido una historia que funcionaba bastante bien, con "algo" que hace que el espectador en lugar de mirar la pantalla, gire su cabeza para hacerlo hacia la persona que está a su lado, y comprobar que están viendo lo mismo, que no son alucinaciones.
No importa que todo el argumento se base en esa “leyenda urbana” que dice "que del cerebro humano solo usamos el diez por ciento". Se ha demostrado que no es cierto, y que se utiliza prácticamente el cien por cien. Pero eso no es una razón para que no funcione su película. Porque en “La Guerra de las galaxias” también se parte de que en el espacio podemos oír todo tipo de explosiones y destrucciones, cosa que es imposible, y sin embargo la historia funciona como un todo.
A medida que se iba desarrollando la trama, su trama, ya que el guion es suyo, me parecía hasta original esa filosofía que intentaba buscar el principio y el final de la vida mediante golpes, drogas y mafia, pero la última parte de la película no es que supere al espectador, sino que le supera hasta a usted, y eso no es de recibo.
Es la típica película que más de uno al ser preguntado si le ha gustado, dirá que sí, porque en el fondo tiene la sensación de que en el transcurso de la película (y no es que sea larga, porque no llega a los noventa minutos) se ha perdido, o no ha llegado a entender el mensaje. Pero eso no es real.
Si su película hubiera sido una casa, diríamos que el arquitecto ha mezclado planos de diferentes obras y estilos, y lo único que ha conseguido es "un batiburrillo de cosas” que no llegan a formar un hogar, y que además resulta “incomodo” no solo a la vista, sino también  para el descanso
Da la impresión de que usted, Señor Besson, estaba tan ocupado con tantas cosas que lleva a un mismo tiempo, en cuestiones de producción, e inspiración para otros, que no ha sido consciente de lo que nos presentaba a sus incondicionales.
A medida que se desarrollaba el argumento, incluso parecía que era su testamento cinematográfico en lo que a su filosofía se refiere. Con eso no le estoy llamando “mayor”, ni viejo, porque no lo es. Cada uno puede presentar su testamento cuando le dé la gana,  y parecía que hubiera llegado el momento. Pero en realidad, tristemente, todo ha sido un espejismo.
Incluso me ha parecido ver una película que estaba muy bien, con una convincente, y muy en su papel, Scarlett Johansson, y un Morgan Freeman que más que actuar, da una conferencia mezcla de ciencia y filosofía. Pero, al parecer, todo ha sido un espejismo, y lo único real es que el cine es muy caro, y hoy su broma, humorada, o “gatillazo” mental, nos ha costado un dineral del que seguro que usted sí es consciente, pues ha llegado a crear prácticamente un imperio cinematográfico. 
Recuerde, y ya para terminar, que a la postre somos sus espectadores los que hemos contribuido a su presente, supuestamente esplendoroso, y hoy nos sentimos hondamente decepcionados.

Sinceramente (como es más que evidente tras todo lo anterior) suyo.

*FOTO: DE LA RED