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lunes, 23 de septiembre de 2013

...Y PARIÓ EL SEÑOR MINISTRO

Durante algo más de una semana, lo que dura su festival de cine, Donosti se suele convertir en una especie de Meca del Cine, en el que se puede examinar, a modo de termómetro, lo que van a ser los estrenos de los próximos meses.
Sin embargo, a este vecino, no le salen las cuentas, porque con tanta gente en las salas, aunque en las sesiones de gala, la mitad de la gente sea invitada, el resto representa también un alto porcentaje, que en lo que queda del año debe de estar ahorrando en su casa sin salir, para la semana del festival, porque las sesiones en un día normal y corriente durante el año suelen estar bastante desangeladas.
Los que regentan las salas se han tenido que inventar el día del espectador, variando de cine en cine, para que los pocos que todavía ejercen el noble arte de espectador, puedan hacer doblete e incluso triplete durante la semana.
Este vecino cree que muchos de los que ven varias películas durante el festival, son los mismos que en las encuestas dicen que les apasionan los documentales de la 2, porque el resto del año no aparecen por ninguna parte.
En cierta manera, teniendo en cuenta el precio en que se ha puesto ver una película en una sala, se diría que el kilo de estrella de cine ha subido, y se ha puesto a la altura de las angulas, y, sin embargo, no es así, porque no hay que confundir lo que se paga en taquilla con lo que va a las arcas de los currelas del séptimo arte, y es la misma diferencia que existe entre el que tiene un campo y lo emplea para plantar tomates, cuidándolos día a día, con lo que nosotros pagamos por un kilo de tomates en general.
Y para colmo de males, o éramos pocos y parió la abuela, no se le ocurre otra cosa al ministro Wert que aparecer por el festival, con la excusa de entregar el premio de cinematografía al director de cine Señor J.A. Bayona, cuando se podría simbolizar en este ministro gran parte de los últimos males del cine español, especialmente con la subida del I.V.A., en que nos ha dejado a la mayoría de los españoles en la disyuntiva de, o dejar algo de herencia a nuestros hijos, o decidirse por ir al cine, con notario y fotógrafo, para que quede esa aventura registrada en los anales de nuestra historia familiar.
Que se haya acercado el Señor Wert por el festival de cine donostiarra es tan chocante, desafiante e irreverente, como la aparición de un cardenal en la inauguración de un sex-shop, aunque a la postre, y bien pensado, ambos pudieran ser consumidores finales de ambos negocios. 

*FOTO-MONTAJE: DE LA RED