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domingo, 20 de agosto de 2017

CUANDO TU CUÑADO TIENE RAZÓN (...Y LO OCURRIDO EN BARCELONA DE FONDO)


Ayer tuve una cena familiar con mi hermana y su pareja; y él fue, con el telón de lo ocurrido en Barcelona como base de nuestra conversación, el que recordó unas palabras de Bismarck:
"España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido." 
Para que luego hablen mal de los cuñados. El mío estuvo "sembrao"

 Y esta mañana meditando sobre la situación del patio patrio (por casualidad  también sus iniciales son P.P.) tras los últimos y sangrientos acontecimientos, quizás, siempre hemos tenido una tendencia autodestructiva, por aquello de que antes de repartir el botín (sí, tenemos mucho de piratas), y que lo tenga el vecino también, lo rompo y aquí no juega nadie.

Al Gobierno catalán, ha quedado más que claro, le revienta las narices, presuntamente, por aquello de que Cataluña es suya, dejar deambular  por cualquier escenario de lo que ha ocurrido, tanto a la Guardia Civil, como a todo tipo de cuerpo que venga del Gobierno central.

Los de Podemos quieren colaborar pero sin mojarse, ir a la comisión pero de “oyentes”, todavía les queda el ramalazo universitario. Y ya se sabe, que si no se pueden cerrar las puertas para reunirse, por aquello de  que una pata podemita siempre se quiere tener fuera, es más que probable que se producirá alguna corriente de la que se filtren noticias.

Los de Ciudadanos, siempre con el latiguillo de que los demás no saben, por lo tanto no han hecho bien las cosas, sin embargo ellos lo arreglarán. Me imagino al pobre Albert Rivera disfrazado de “Benito” en “Manos a la obra” apoyado contra la pared intentando descansar entre chapuza y chapuza.

Los del PSOE lo arreglan todo con el detalle de la “no-corbata” de Pedro Sánchez, y esa será la clave si algún día vuelven a mandar: la diferencia entre  un gobierno, el de ahora, que tiene corbata, y el no tener “coleta”, como el líder de los que están más a su izquierda.

El partido en el Gobierno, con un Rajoy, el viernes por la mañana, más que serio, hierático, intentando leer todo el rato lo que debía decir; más que nada, se supone, para no improvisar y crear alguna otra frase fantástica. Ayer no era el momento.

Y lo de los periodistas, no tiene nombre. Una cosa es que estén a la búsqueda de la noticia en la calle, y otra cosa que la calle sea suya. Lo de la mañana televisiva de este viernes, tampoco tiene nombre. Repartiéndose Las Ramblas, además con mucho arte, para que en sus retransmisiones no se viera a  otra cadena, porque son la competencia. 

Por una vez que los segundos y terceros espadas de  cada cadena se pueden lucir, becarios incluidos, aunque las noticias fueran tremendas, pensando en el maldito “share” de audiencias, se decide que tiene que estar presente la estrella de su noticiario, aunque se tenga que duchar raudo y veloz para quitarse la maldita crema que se había dado al llegar a la playa  momentos antes de que le avisaran que contaban con él, o ella.

¿El poner a las estrellas de cada cadena al mando es realzar lo que pasaba, o desenfocar la actualidad? Este vecino lo tiene muy claro, pero la diferencia de este blog con otros, es que nosotros no hacemos secta, el lector es muy libre de quedarse, irse, o de volver si algún día se fue harto en aquel momento.

Antes de terminar, los gerifaltes del Ayuntamiento de Barcelona, juran y perjuran que nadie les dijo nada sobre colocar bolardos, o jardineras en lugares de alta probabilidad de atentado… En Madrid, a la chita callando, en un pispas han redecorado el centro con todo tipo de jardineras. Quizás, por aquello de cuando las barbas de tu vecino…

Al final mi cuñado va a tener razón… Espero que no se venga muy arriba, e intente, como la Señora Carmena en Madrid, redecorar mi vida.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 21 de noviembre de 2016

ESPLENDOR EN NUESTRA HIERBA...



Hoy he tenido, por motivos familiares, que hacer una especie de vuelta a mi pasado, al tener que regresar por unas horas no solo a mi casa familiar, sino a ese pueblo, en la que tus conocidos de toda esa parte de tu eternidad que has vivido en tus años mozos, disparan siempre con bala, aunque por sus sonrisas, parece que nunca se haya roto un plato, ni en ese mismo momento…


Tras haber terminado con los asuntos, o mejor dicho ellos conmigo, que me habían llevado a esa especie de salto al pasado y sin red, como a la postre se ha demostrado, y ya que tenía casi una hora hasta el próximo tren que me llevaría devuelta a Donosti y a mi normalidad más normal, he optado por saltarme las normas del forzado día a día ese que me hacen llevar cocodrilos en los bolsillos, para no gastarme un euro porque de lo contrario no me llega a fin de mes, y regalarme unos momentos de locura y frenesí económicos que se han traducido en una Coca-Cola y un pincho de tortilla, en un bar muy cercano a la casa familiar.


Solo intentaba pasar un rato tranquilo, y lejos estaba de temer que en breves instantes iba a sufrir una verdadera catarsis de recuerdos, sentimientos, y seguras culpas, en apenas cinco minutos, o lo que viene siendo el tiempo necesario para tomarse un vino.


Como mi intención era pasar lo más desapercibido posible para no ser preguntado ni por los motivos del viaje ni por recordar un pasado, que puede tener mil lecturas, quizás no muy justas, especialmente si se ve desde ojos ajenos, apenas he mirado más allá del entorno de mi plato, con una tortilla que estaba como para hacer la ola unas cuantas veces. No he querido dar pie a ninguna conversación, pero mi intención no ha sido suficiente…


De pronto, un torrente de voz en forma de trueno me ha saludado, mientras, seguro, todos, y cada uno de los clientes del bar, han captado nuestra imagen, y dirigido la antena de su atención. El conocido, y autor del saludo, iba con otras dos personas a las que yo conocía prácticamente de vista de aquella época, y a él, en realidad nunca me ha unido una gran amistad, aunque eso sí, era y es, supongo, amigo de un amigo mío.


La conversación, a decir verdad, ha sido más bien de esas que tienen lugar en un ascensor.  “¿Qué tal estás? ¿Cómo así? Han pasado muchos años…¿Qué es de tu vida?.” Y todo ello aderezado con el mismo cariño, esperanza, e interés que puede tener un forense esperando ser respondido por uno de sus nuevos cadáveres…


Y como al parecer ya no sabía qué preguntar, ya que yo tampoco estaba por la labor de darle cháchara, y era evidente que los silencios le incomodaban, ha optado por traer algún recuerdo del pasado, ni mintiendo ni diciendo la verdad verdadera, y ha soltado, dirigiéndose a sus dos mudos contertulios, la madre del cordero hecha aseveración con la misma voz de trueno con la que se había presentado: -Éste es el que decía que los negros destiñen.


En ese momento ya me he visto forzado a moverme cuarenta y cinco grados para quedarme en frente de él, y mirándole a los ojos, decirle:

-¡Vamos a ver! Primero de todo, esas palabras son de una época, más de treinta y cinco  años, en la que ni se sabía ni se practicaba el ser políticamente correcto. Hoy en día ni se me hubiera ocurrido… Ahora, a mis sesenta años, ni me voy a desdecir ni avergonzar de nada, porque nunca hay más de lo que hay. Pero seamos justos, estás hablando de una conversación mantenida a altas horas de la noche, - él todo el tiempo, es la verdad, con su cabeza ha estado confirmando que lo que yo decía era cierto - y tú lo sabes, todos bien regados de alcohol. Y tenía unos veintitrés años. Y algo muy importante, aquella época no era como ahora, ni había una especie de noción de lo que hoy se entendería por “aldea global” y un pensamiento casi universal.  Y sólo has dicho una parte de la verdad, porque aquello vino motivado porque había estado trabajando como limpiador de una residencia de estudiantes en Londres, con gente de muchos orígenes y de diferentes razas.
Y entonces, advertí que mientras te duchas vas perdiendo escamas de tu piel que quedan depositadas en las paredes de la bañera. Y que si eres de otro color, diferente al que se define como “blanco”, la suciedad, digamoslo de esa manera, es más evidente en la fría blancura de la cerámica.

Por cierto, espero que lo mismo que te has acordado de eso, también te acuerdes de que un íntimo amigo tuyo, a esas mismas horas y días, estaba totalmente enamorado y orgulloso de su coche, porque tenía forma de “porro”… Sin olvidar, ¿verdad?, de que en aquellos días de nuestro *“esplendor en la hierba” (obvio ha sido que ninguno de los tres ha entendido ni las referencias poéticas ni cinematográficas) todos tuvimos nuestras “perlas”, y si alguien las menciona justo sería que lo hiciera de todas. Y no utilizarlas a conveniencia, como armas arrojadizas…-


Creo recordar que al terminar estas palabras ya estaba sólo, como había venido, aunque eso sí, un poco más cabreado, entre otras cosas por haber sido joven y haber hablado en su momento con la ligereza que te da la inconsciencia de la juventud, y el creer que a las palabras se las lleva el viento... Van marcando nuestra estela, y advirtiendo de dónde nos encontramos en cada momento, como las migas del cuento.


FOTO: DE LA RED

 *Película del mismo nombre dirigida por Elia Kazan en 1961, y poema del escritor inglés William Wordsworth (1770-1850), "Ode on Intimations of Immortality from Recollections of Early Childhood": "Nada nos devolverá los días del esplendor sobre la hierba, pero nos recordaremos y fortaleza hallaremos en lo que de ello nos queda"'.

miércoles, 9 de octubre de 2013

EN PRIMERA FILA CON PABLO

Hoy vamos a hablar de la noticia que se esconde detrás de la noticia.
Este vecino, quizás por la edad, no es muy seguidor del cantante Pablo Alborán, y solo utilizaría su música para, en una noche de insomnio, intentar conciliar el sueño. Me pasa parecido que con Manolo García, que no distingo donde termina una canción y dónde empieza otra, o si es su último éxito o de un disco anterior.
La noticia sería que Pablo Alborán, como se ha enterado este vecino a través de la cadena “To be” de radio, actúa este viernes en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Sin embargo, para este vecino la verdadera noticia no es ésta, sino que ya hay bastantes jovencitas acampadas en las inmediaciones, no para coger entradas, que hasta eso lo podría, incluso, comprender, sino para conseguir estar en la primera fila. Algunas de ellas están en el lugar de los hechos, desde el miércoles de la semana pasada.
Tras enterarse de ésto, que según parece ya viene siendo habitual en el comportamiento juvenil, este vecino se hace muchas preguntas, porque piensa que no tendrán mucho apoyo familiar, por decirlo de alguna manera. Aún en el caso de que alguna de las jovencitas trabaje, la mayoría tienen que ser estudiantes, y estamos en pleno curso escolar. Aunque estén relevándose en la cola, necesitan de cierta logística, y sobre todo “dinero” familiar.
¿Serán sus padres de los que opinan que la educación de sus hijos empieza y termina en la escuela?
¿Cuál es el fin último de estar en la primera fila durante la actuación? ¿Ver mejor? ¿Ser “descubiertas” por Pablo Alborán? ¿Aparecer en los medios de comunicación? ¿Seducir a la estrella, ya que ellas ya lo están? ¿Piensan en un futuro de sus vidas, o solo ése es su futuro?
Ya con los Beatles, y de eso se cumplen cincuenta años, se daba el fenómeno fan, con desmayos y petición de hijos incluidos, pero para este vecino ésto va más allá. Es una especie de la reencarnación de una divinidad en forma humana, con tintes de “ese día yo también estuve allí” y “durante todo el concierto, Pablo solo me miraba a mí.
Y ahora, y ya para terminar, viene una de las preguntas del millón: ¿Es mejor colaborar en ésto, bien sea con dinero, o con otro tipo de ayudas, desde el ámbito familiar, o es mejor intentar cortarlo de raíz?

*FOTO: DE LA RED