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lunes, 5 de octubre de 2015

LA BAILARINA EXÓTICA Y EL AMERICANO MAQUILLADO


Alguno de mis lectores me ha solido mandar algún mensaje diciendo que cada vez que hablo de algún anuncio, normalmente es para ponerlo a caldo, o como se diría en latín: de chupa de dómine. Quizás lo que puede ocurrir realmente, es que siempre destacas algo en lo que te fijas, porque no te resulta indiferente,  y puede ser para bien o para mal.

Hoy sin embargo es algo diferente. Tengo la sensación de que he pecado, sin querer pero he pecado, siendo infiel a La Nuri, mi sufrida, pero sin yo quererlo realmente.

He soñado con la chica del último anuncio de Desigual. Esa joven, demasiados años de diferencia, ya lo sé, que se contonea con movimientos exóticos mecida en la canción "Hundred miles" del grupo catalán Yall. Y claro está, somos unos egoístas, y por eso en mi sueño lo ha hecho, lo del baile digo, solo para mí. 

Como estaba un poco desasosegado por esa especie de cuernos honoris causa se lo he comentado a La Nuri, mi sufrida. Me ha mirado a los ojos, y se ha reído mientras decía: -Cariño, mientras tú vas yo ya he ido y he vuelto.

Al verme cara de confusión me ha aclarado: -También hay otros anuncios. Por ejemplo, ese de unos cartuchos de café, con George Clooney, y yo también en sueños ya he quedado varias veces con él. Incluso, también en sueños, estuve invitada en su boda, en Venezia.

Casi sin darme cuenta he cortado su confesión, para decirle: -Cariño, pero si a ti te da miedo el agua y nunca he conseguido que te montaras ni siquiera en una lancha cerca del puerto.

-Pues ya ves- me ha contestado ella con una sonrisa picarona- Clooney, lo consiguió. Por cierto, la boda fue preciosa. Pero, eso sí, quizás George, como me rogó que le llamara, estaba demasiado maquillado. En un aparte que hicimos para hablar un poco, se lo dije, y me contestó que era para las fotos y las grabaciones de imagen que iban a hacer.

Entre nosotros, todavía estoy un poco dolido porque no me había enterado de nada. Espero que en uno de los próximos sueños pueda coger una revista, onírica también, claro,  de esas atrasadas, y comprobar si consigo ver a mi mujer entre los invitados, o me ha mentido solo por fastidiarme.

La verdad, y quizás por el despecho que sentía al confesarme ella su sueño, hasta ahora inconfesable, yo tampoco le he dicho que lo mejor del mío, y del anuncio, es esa mirada final de ella, la bailarina, atrapándome con aire de seguridad y promesas absolutas, asegurando con su mirada y sonrisa maliciosa, que el día que sea suyo me va a hacer de todo menos desgraciado.


¡Donde las dan las toman!

*FOTO: DE LA RED