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jueves, 21 de agosto de 2014

EL CLUB DEL AGUA

Estos días hay dos imágenes que no dejan de invadir mi mente, tal vez, entre ellas, no tengan nada que ver, pero a este vecino, que quizás tenga una mirada “desviada”, le parece que pueden tener ciertas similitudes.
La primera imagen es netamente personal, observada día a día en estas vacaciones y en las de años anteriores. Es la figura de esa señora, hay muchas, que va a la playa como si fuera a un club social, emperifollada (para este término la expresión en inglesa es más aclaratoria: “dressed to kill”, vestida para matar), incluso con pulseras, cara maquillada, pintada y que se note, y sombrero. Se mete en el agua hasta la cintura, y normalmente se pasa hablando en el mismo sitio, un mínimo de media hora o más, con otras de su mismo club.
Este vecino ha llegado a la conclusión de que estas señoras se meten en el agua, porque es el fin último que tiene ir a la playa, y, especialmente, para que se les vea, dentro y fuera del agua, pero que el agua les resulta más inconveniente que virtud.
La otra imagen es esa que encontramos, un día sí y el otro también, ya en todo tipo de programas, de famosos lanzándose un cubo de agua, prácticamente helada, para luchar contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica, más conocida como ELA.
Vaya por delante de que el fin de esta campaña, el obtener dinero (según la CNN ya se han recaudador casi 15 millones de dólares, ya que junto con el cubo de agua, se dona una cierta cantidad de dinero) y dar visibilidad a una enfermedad de las consideradas como “raras”, es muy loable, pero se juega también con el ego de las personas: “yo ya lo he hecho”, que en cierta manera es el mismo símbolo de la “banderita”, en las cuestaciones típicas de toda la vida. Con la salvedad de que en este caso, la persona que pasa la prueba del cubo, y que dona el dinero (ésto se supone, porque no hay constancia), es al mismo tiempo la figura de esa señora, que se intuye de un cierto estatus, que está al frente de esa mesa petitoria que en nuestras grandes ciudades todavía se da.
Se ha llegado a un punto en esta campaña, y es lo que no gusta a este vecino, que ya parece que eres alguien si has pasado por ella. O quizás se ve mejor la reacción, si se habla en negativo: Parece que no eres nadie si todavía no has pasado por la prueba del cubo. Ya es un asunto clasista. Más que una ducha benéfica, se ha convertido en un "bautizo de fama".
Por eso a este vecino le ha parecido más clara y generosa la actitud de Charlie Sheen, al lanzarse un cubo lleno de dólares, concretamente diez mil, que es lo que donará a favor de la campaña. Por lo menos ya sabemos que el Señor Sheen seguro que ha dado dinero, aún arriesgándose a ser tildado de orgulloso y “chuleta”. Y vaya por delante, que este señor no es santo de la devoción de este vecino, y no por lo juerguista que es (eso es solo asunto suyo), sino precisamente porque eso interfiere primero con su vida familiar y, por supuesto, con su trabajo y con sus compañeros de rodaje, que muchos días le han tenido que aguantar horas y horas de ausencia.
Por eso al final de todo este planteamiento, más de uno de los lectores de este blog, comprenderán al vecino en esa concatenación de imágenes de señora ostentosa bañándose con famosos duchándose, aunque el símbolo de las dos aguas sea completamente diferente.


P.S.: Mientras este vecino escribía este post se ha enterado de que Corey Griffin, de 27 años, “el inventor” de este fenómeno viral ha fallecido este fin de semana. ¡Descanse en paz!

*FOTO: DE LA RED