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lunes, 23 de diciembre de 2019

SALUD Y QUESO



No voy a ser nada original recordando que hoy, el día después a la Lotería de Navidad, es el “día de la salud”, por aquello de que “no nos ha tocado nada pero … al menos tenemos salud”. 

Siempre me ha parecido muy aventurado el llegar a la conclusión de que la segunda parte de la sentencia sea tan positiva.
Personalmente, y los que me siguen regularmente lo saben, este año me ha pasado de todo en lo que a salud se refiere, y en cuanto a los números jugados en la lotería navideña, todavía no los encuentro. Por lo que esa sentencia para mi persona, en la segunda parte no es nada positiva, sino que pudiera ahondar hasta en el esperpento. 
Lo que ocurre es que siempre intento ser optimista, viendo el vaso medio lleno. Por lo que habrá que creer que quizás ya soy millonario, pero como decía aquella política del Partido Popular, lo sabré … en diferido.

La gente, los conciudadanos en general, parece que están muchos de ellos muy aburridos, o lo que les rodea, que también puede ser, no les atrae en absoluto, y están fijándose en lo que en muchas zonas del País Vasco denominamos “chuminadas”. Y lo de ayer, intentando descubrir una especie de confabulación, un presunto tongo, de una mano con una bola, en un primer plano de la retransmisión del sorteo de la Lotería de Navidad es como pedir a los Dioses, si los hubiera, veinticinco plagas seguidas para "amenizarnos" en vivo y en directo.

Parece ser que nuestra mente ya ha sido educada, o deseducada, en términos televisivos, y cada poco tiene que pasar algo que mantenga a la audiencia, nos mantenga, pegados al sillón del espectáculo de cada momento, porque ya parece que la vida real nos motiva poco. 

Además, en una especie de minutos de gloria, demostramos, nos demostramos a nosotros mismos, y al respetable, lo sagaces que somos y que no nos la dan con queso, aunque éste ya tenga, incluso, denominación de origen.

Por cierto, y ya para terminar, ha quedado más que demostrado, y que muchas veces es puesto en duda por nuestra aparente pasividad, de que no nos gusta que nos toquen las bolas, y menos si son las de jugar...

*FOTO: DE LA RED

jueves, 3 de abril de 2014

LA NOCHE COMO VERDAD

Hace muchos años aprendí que la noche es la verdad.  Es el momento en el que los gigantes de la memoria se despiertan, el reino de lo sabido y ocultado. El rastro que queda de los dioses del  miedo.
La noche es la bruja de los cuentos, el hermano malo del bueno, la cara oculta del Edén, la verdad de la mentira. La noche es el sonido del silencio, la sombra del día, el recuerdo de lo que se quiere olvidar. La noche es el vestido del ladrón, el cobijo del amante, el castigo del engañado. La noche es frío para el soltero, la soledad del viudo, la verdad del amargado.
En el mundo de los conquistadores la noche es terreno inconquistable, las arenas movedizas de la memoria, el planeta cuestionable de lo que no se cuestiona. La noche es un susurro constante de lo que quieres olvidar, la cicatriz de la herida, el telón del teatro de la vida.
Los años pasan, y el miedo a la noche contínúa. No existe una escuela para aprender  a dominar la noche, a domarla, a leerla, porque la noche es el lado salvaje del reprimido, la rotura del acero bien templado, el final del terreno conocido, el lugar donde no sirven los mapas.
Aunque te quiera olvidar la noche es tu aliada, porque susurra tu nombre en deseos interminables, porque me recuerda a aquella vida contigo. Ahora, sin embargo, son noches capadas, sin la luz de tus besos, de tus susurros, sin el salvoconducto a la felicidad.
Si la noche es la verdad, el resto es mentira, mentira para olvidar tu ausencia, para emborrachar mis sentimientos, pero nunca te podré ver, no doble, sino una simple vez más, para decirte los “todavía” que tengo almacenados, porque todavía te tengo presente, como a la noche en que decidiste dejarme, y las sombras que todavía me cubren. 

*FOTO: DE LA RED