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miércoles, 9 de julio de 2014

LAS VERDADES DEL BARQUERO ( O LA HISTORIA DE UN DESTEMPLE)

Aunque suene cuando menos “raro” decirlo en pleno Julio, me siento como “destemplado” y con mal cuerpo. Y como me conozco, es el momento propicio para decir “las verdades del barquero” o esas contestaciones que siendo el tú de todos los días no darías, pero que si hoy te preguntan la hora, no solo la dices, gentilmente, sino que por el mismo precio, ninguno, comentas la historia del reloj.
Ayer, por ejemplo, no vi el partido Brasil-Alemania, porque no me apetecía, no me dio la gana. Uno, por ser el equipo anfitrión, y parecerme que no tenían una selección que les hiciese merecer llegar hasta donde habían llegado, al margen de la ayuda arbitral, que alguna ha habido. El otro, porque hoy que estoy destemplado, no me importa reconocerlo,  me recuerda a Angela Merkel, y no lo puedo remediar, no me gusta, no la trago. Sé que a ella le va a traer al pairo, ¡vamos! ni sabe, ni sabrá que existo, pero no vi el partido. Lo mejor, el resultado. ¿Excesivo? No lo sé, no lo vi, pero también me parecía excesiva la trayectoria de un equipo que dependía de un jugador, Neymar, que ayer no estaba, y que en realidad, en su momento, le pasó como al protagonista del cuento “Pedro y el lobo” en su versión de fingir o sobreactuar en faltas, que al final, le hacen una falta fuerte, y el árbitro estima que es una más de sus historias…
Lo peor del partido, algo que no ocurrió, ni por lo dicho, tampoco ocurrirá hoy, en la otra semifinal, un minuto de silencio en memoria de Don Alfredo Di Stéfano. Este vecino no es simpatizante del Real Madrid, y se podía tranquilamente abstener de comentarlo, pero aprovechando que estoy destemplado, y que lo cortés no quita lo valiente, es una vergüenza el comportamiento de la FIFA alegando que como ningún estamento lo ha pedido, no hay minuto de silencio, para uno de los mejores jugadores de la historia. Y, es verdad, olvidaba que la FIFA solo se mueve, y muy rápido, cuando hay dinero de por medio, y en este caso "solo" hablamos de algo tan intangible como el honor, que no tiene precio, y quizás precisamente sea esa la explicación. Seguro que a Don Alfredo, esté donde esté,  tan inteligente como era, por ser buen jugador y argentino de nacimiento, además, y que no olvidemos tenía el tambor de oro de nuestra ciudad, Donosti, no le extrañaría, porque ya se lo habría olido antes de que ocurriera, o que, tristemente, no ocurriera, lo del minuto de silencio, digo.
Otro día, porque parece que ya se me está pasando lo del destemple, hablaremos más profundamente del tema, pero debería cambiarse el nombre de “Metro a lo que se está construyendo en Donosti. Más que nada porque no es serio, y no es estrictamente un metro, ni mejor, ni peor, sino otra cosa, y aquellos que tenemos amigos o familiares vizcaínos, o ambas cosas, lo estamos pasando mal con las tomaduras de pelo que nos hacen. Que si vamos a tener que reducir la velocidad para no salirnos del casco urbano, que si no es un metro, sino un centímetro. Lo dicho, lo de querer copiar al vecino, aunque sea en el subconsciente, no es nada sano. Eso sí, por ambas partes, que donde las dan las toman.

*FOTO: DE LA RED