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viernes, 20 de noviembre de 2020

OTRO TIPO DE JUSTICIA...

 

Las imágenes ayer en televisión de un Rudy Giuliani totalmente entregado a la causa, y a los millones de Trump, intentando destapar un presunto fraude electoral, o lo que en nuestro cortijo patrio bautizaríamos como un “pucherazo” de los de toda la vida, en realidad fue el más claro ejemplo de justicia divina en su modalidad de “salir el tiro por la culata”.

Rudy Giuliani, el otrora alcalde de Nueva York, estaba tan volcado en demostrar lo indemostrable a los presentes, en una especie de rueda de prensa, que unos chorretones provocados por el sudor y un mal tinte dieron al traste con presuntamente una gran sucesión de mentiras, y sin él quererlo, entró con gran fuerza, y por derecho propio, en lo que en el mundo del arte se hubiera considerado como una “performance”.

Las imágenes de un Giuliani derritiéndose bajo la tensión de la situación, a cualquier amante del cine le recordaron inmediatamente a esa compleja película, “Muerte en Venecia”, de un Luchino Visconti en estado de gracia, y a una gran interpretación por lo que no dice, pero que siente a gritos, de un Dirk Bogarde derritiéndose por dentro y por fuera por el deseo de un lindo efebo.

Giuliani ayer fue una auténtica metáfora con patas de lo que en realidad está pasando con su jefe, que una votación democrática ha reaccionado a toda una legislatura de velar primero por sí mismo, y luego por solo una parte del electorado.

A partir de ahora cada vez que salga Donald Trump en televisión, bastaría con acompañarle de la música de Gustav Mahler que acompaña al desmoronamiento de toda una época que retrata la película.

Nunca ha habido una justicia tan rápida  y eficaz que la provocada en teoría por una inocente mancha de tinte, y que a partir de ahora se debería de utilizar a modo de polígrafo o máquina de la verdad. No falla. 

*FOTO: DE LA RED

 

jueves, 23 de enero de 2020

LA VIDA ON LINE...


Hoy viendo una serie en el portátil he oído una frase, el guionista en su momento escribió unas palabras, de esas que hacen pensar, como en "El crack cero", lo último de Garci, y que diferencian además la vida real de una película. 
Uno no va “on line”, como se dice ahora, diciendo frases redondas, que parece que llevan incluso flash incorporado para que no pasen desapercibidas, como en el capítulo de "El embarcadero. Segunda temporada" que he visto hoy: “Ponerle nombre a un deseo es como domesticarlo”. Y no sé por qué pero me he imaginado una moto, de esas de gran cilindrada, con vitola.

Es curioso, porque no me gustan ni las motos ni los puros, de hecho ni fumo. Bien pensado quizás sea un poco fetichista, representando un deseo, un recuerdo, en algo material. Pero de eso a que mi mente, mi subconsciente, o todo ello, resuma mi visión del deseo como velocidad, humo y marcas comerciales, dista mucho, al menos, de la visión que tengo de mí mismo.

Ahora vienen a mi mente recuerdos de la primera vez que me vi en una película de aquellas, que ya, los millennials por ejemplo nunca habrán oído hablar, de las cámaras “Super 8”. 
No es solo que no me reconociera en aquella figura delgada y desgarbada de un joven de unos catorce años, sino posteriormente, y oyéndome en una “casete”, llegué a la conclusión de que si me cruzara en la calle conmigo mismo y además, para más inri, me hiciera una pregunta, no es que no me reconociera, sino que  además mi cara no me iba a sonar de nada. 
Muy probablemente, además, me cayera mal. Normalmente caigo mal en las primeras impresiones. Quizás tenga que ver algo con mi timidez, que además cada vez que la comento, la gente, a las primeras de cambio, no me cree. Con lo cual ha llegado un momento en que ni te fijas, ni te fías, de las primeras reacciones de los otros, lo cual, en el fondo, es bastante triste e injusto para todos.

Es lo que tienen las frases redondas de los guiones, que en cuanto las toqueteas un poco, donde antes tenías la redondez hecha perfección, en el peor de los casos ahora tienes un acordeón, y por supuesto, desafinado.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 29 de septiembre de 2018

MAREAS DE LA VIDA



Las mareas de la vida te van llevando de aquí para allá, con pocas cosas que podamos hacer, salvo los deseos y aficiones que te ayudan a remar  hacia donde supones que puede estar tu futuro. Y esas mismas mareas se encargan algunas veces de cruzarte con personas que un día estuvieron, por ejemplo, en tu mismo curso y que durante mucho tiempo después no supiste nada de ellos.

Hace unos años, diez aproximadamente,  comprobé que la marea de la vida me había depositado muy cerca, la calle contigua, de un compañero de estudios al que perdí la pista al salir del instituto. Hablando con él entonces descubrí que era médico, y que años después, por diferentes contactos, y como consecuencia de una larga enfermedad, conocí que se había jubilado antes de tiempo.

Esta semana pasada, y desde el centro del mismísimo despiste que me poseía y me hacía suyo, una voz saludándome me rescató a la vida en directo. Era él, que parecía querer un poco de cháchara. Al preguntarme qué tal me encontraba, le dije que no le había visto, que perdonara, y aproveché para informarle, como ya he comentado en este mismo blog (https://patxipe.blogspot.com/2018/09/el-otro-alienbasado-en-hechos-reales.html), que una ameba había convertido mi córnea en su nidito de amor y de cuidado de sus crías. 

Para mi sorpresa, no sabía, porque me lo preguntó, qué era una ameba. Esa pregunta, viniendo de un médico, que lo seguirá siendo mientras viva, aunque ya no ejerza, me sorprendió tanto, que solo acerté a decirle que era un “bichito”, y fingiendo prisa prácticamente me arrojé a la entrada de una panadería que nos estaba deleitando con sus cálidos aromas, y no he vuelto a coincidir con él.

Hay cosas que nunca comprenderé, como que a un médico le suene a chino la palabra “ameba”.

Aunque este vecino quedó tremendamente impactado por la evidente carencia  del galeno, su mente le llevó a otro momento en las mareas de su vida en que ocurrió  cuando menos algo tan chocante.

Este vecino tenía desde hacía unos meses una compañera de trabajo, que el primer día nos la presentaron como Licenciada en Filología francesa, y haber vivido unos tres años en París, con lo cual se suponía que estaba muy integrada en el día a día francés.

En un momento dado, meses después, este vecino estaba tarareando “La bohème”, de Aznavour. Me chocó que no la conociera. Y le dije que era de Charles Aznavour, a lo que ella  me preguntó con cara de quien quiere repetir exactamente un jeroglífico, quién es Charles Aznavour. De pronto la oficina me pareció inmensa, y perdí de vista a mi compañera.

Aquel día comprendí que hay preguntas que directamente lo único que hacen es separar eternamente, como una ola traicionera, y sabes a ciencia cierta que ninguna otra marea de tu vida volverá a uniros.

*FOTO  Y VIDEO: DE LA RED



lunes, 1 de enero de 2018

ADVERTENCIA PARA UN NUEVO AÑO...


He comenzado el nuevo año arrasando. Lástima que no haya llamado al notario para que levantara acta de que estoy cumpliendo con una de esas ¿promesas inconfesables? de principio de cada año y que nunca terminan bien.

Estoy leyendo un libro, bueno, en realidad ya viene de hace unos pocos días del año que ha costado que pasara, porque se ha hecho muy, muy largo. 

El nombre del libro, como la editorial no me va a pagar nada no lo digo, pero lo importante es el hecho en sí. Siempre se ha dicho que un gesto se convierte en hábito a partir del día 21, esperemos conseguirlo.

Siempre he tenido el hábito de leer, pero lo que ocurre es que cuando paro una novela, prácticamente casi todas, y con la sensación de que los personajes paran también conmigo, y en muchos casos puedo elevarlos a la categoría, sino de parapléjicos por el lapso de tiempo, sí tengo la sensación de que han olvidado lo que estaban haciendo para cuando continuo la lectura, y tengo que comenzar de nuevo.

De todas maneras, siempre he tenido la sensación de que cuando preguntas a los demás si tienen el hábito de leer, ocurre como con los documentales de la 2. Te cuentan su deseo pero no la realidad.

La buena caminata la realizaré, hoy al menos, por la tarde, y si sigue el mal tiempo, ya mañana comenzaremos con esas promesas íntimas totalmente en serio.

Aunque llevaba un buen tiempo leyendo esta mañana, y ya lo he relatado en mi Facebook y en Twitter, me llama mi vecina sobre las doce y media, me pide un poco de perejil y me pregunta si estoy viendo el Concierto de Año Nuevo, o sino acostumbro a hacerlo cada año. 

Para el nivel mental de un sufridor de Cena de Nochevieja con sus correspondientes vasos y copas, demasiadas preguntas seguidas. Le contesto con una sonrisa, que el mío, mi concierto, lo acabo de interpretar en mi cama, concretamente el Opus 1 para trompa y ronquido. Ya al abrir la puerta, no le he visto ningún atisbo de humor, por lo que se ha ido confundida, y por supuesto sin perejil, que no me toquen la isla.

No seréis tan ingenuos como para haber creído que de un día a otro, aunque cambie el año, se puede cambiar tanto aunque se quiera. Los tics todavía quedan.

Ya con conocimiento de causa, el 2018 ha comenzado:

¡Feliz Año Nuevo!, y nunca os confiéis, nuestros “YO” anteriores siempre estarán al acecho para intentar reconquistarnos. 

Como se decía en aquella famosa película: YA ESTÁN AQUÍ...

*FOTO: DE LA RED


jueves, 25 de mayo de 2017

PUESTO A DEFINIRME...


Puesto a definirme siempre he sido más bebedor de causas perdidas que domador de lobos solitarios, talador de sombras perpetuas a  buscador de porqués de tertulia.

Al describirme, siempre he preferido tatuarme un recuerdo en el alma, a curtirme un lema en la piel; hacer lo contrario de lo que había pensado tan solo cinco minutos antes, a seguir una  trayectoria eterna.

Nunca he sido coleccionista de diccionarios que casen con el tono de mi sofá, pero sí de tréboles nacidos en el jardín del Edén. Partidario de perderme en la oscuridad de tu mirada, a darle la vuelta a un cuadro, para encontrar más belleza.

Si he de reflejarme, me gusta más la soledad del alba al zenit de las costumbres impostadas; el mojarme, y decepcionarme, haciendo castillos en la arena que nunca van a subsistir, a conseguir una seguridad material.

Quizás el definirse, el definirme, en sí mismo, es una perdida de tiempo, pues supone el verse desde lejos, y eres lo que ves, lo que sientes, lo que piensas, pero también lo que descartas, tus miedos, tus desilusiones, y eso no se aprecia desde fuera,  sólo se sufre, y alimenta nuestras arrugas, nuestras úlceras, nuestras ojeras...

Puesto a desear, siempre he preferido aprender, a enseñar sometiendo, porque nadie tiene la verdad suprema, sino que la mayoría de las veces, deseamos, presentamos, una verdad maquillada que nos refuerce, que nos señale siendo nuestra coartada.

Quizás, y  nunca lo sepa, solo soy un rincón aburrido, una hoja que mejor fuera que estuviera en blanco, y no manchada y sucia por el odio de la autojustificación. 

En el mejor de los casos, tal vez solo he sido al final, un buen deseo que se dejó llevar por las malas compañías...

FOTO: DE LA RED


sábado, 7 de noviembre de 2015

EN ALGÚN LUGAR DE TU CORAZÓN


Hay textos que no dicen, no definen, sugieren; ojos que no miran, solo molestan; días que deslumbran y momentos para hacerse el ciego.

Días en los que el deseo monta en bicicleta, y es mejor perderlo que echarse a perder. Existen situaciones incontroladas para personas controlables, niños prodigio de padres confundidos; espejos vacíos en habitaciones llenas de soledad.

Las calles son laberintos de vidas desconocidas, casualidades vestidas con ropa nueva y zapatos de oferta; lugares públicos llenos de pensamientos privados.
Necesidad de sentirse libre para no confundirse en momentos de confusión. 

La vida no trata de lógica, sino de ganas; para seguir por nuevos laberintos de los que ignoras todo. Nuevas aventuras en forma de nuevas vidas, que abres para oler su perfume. Perfume con sabores afrutados que pueden recordar antiguos pasajes, ilusiones con arrugas.

La vida es un cuadro abstracto al que quieres tratar como una fotografía. Y la vida no tiene lógica, porque no es para verla, sino para sentirla. Como se ve un cuadro, con los ojos del alma, y desde lejos, para contemplarlo en su totalidad. La vida es una exposición temporal ante un público cambiante. Algunos desearán comprarte para explicarte a su manera. Otros querrán ignorarte aunque les gustes, porque saben que no puedes ser para ellos. Porque nunca se es para nadie, se es, y puede, que con alguien.

Hay textos que no son para leer, sino para oler con el sentimiento. Y dejarse llevar por sus aromas, en un viaje de ida, nunca de vuelta. Porque en todo viaje si tienes presente la vuelta, no disfrutarás. Un viaje, como la vida, no tiene que tener “peros” que te anclen, sino ansias por descubrir, por avanzar.


Hay textos que no son cerrados, sino que los abres para que te lleven a sitios insospechados, y que siempre al final estarán en algún lugar de tu corazón.

*CUADRO: "AINARA Y COMPAÑÍA"
 AUTOR: PATXIPE

lunes, 20 de mayo de 2013

DESEO QUEBRADO


Hay una expresión en español que puede definir el estado actual de muchos de nosotros, y es “De ilusión también se vive”.
Personalmente me paso los días enteros buscando la lámpara del cuento, con genio incorporado. No, no quiero ser millonario, con no tener que mirar al mañana con miedo me vale. Sin embargo, sí quisiera pedir algún deseo quebrado. Lo he llamado así no por ser un sueño roto, sino por lo raro, para algunos, de la dirección del citado deseo. Quizás, algo diferente a lo que se pudiera pensar en un primer momento.
Me gustaría pegarme una juerga con Joaquín Sabina y Melendi. No, nada de sexo, al menos entre nosotros. Debo de ser de los pocos que quedan que soy heterosexual, pero es que nadie es perfecto.
Primero, por supuesto, me haría un chequeo médico para comprobar que tengo el hígado en buenas condiciones, y luego a la calle con ellos dos, hasta que el nuevo día nos mande a casa, o la policía nos pegue algún toque, y no me refiero con la porra, sino que nos recuerde que es mejor irse por decisión propia, que acompañado por una pareja, y no precisamente de gemelos.
Soy de la opinión de que a los genios, ahora no estoy hablando del de la lámpara, hay que mantenerlos en su medio ambiente, y considero que tanto Sabina como Melendi, son animales de humo y bar. En realidad, son los mejores embajadores de los bajos fondos, y te hacen añorar cosas que el normal de los mortales no ha vívido, y sientes una especie de celos por sentirte menos.
Había pensado al comienzo, que mi elección fuera un trío de nombres, pero ocurre que si llego a elegir a “Willy Toledo” también, como era mi primera pensamiento, no hubiéramos llegado muy lejos, pues a las primeras de cambio, Willy se nos habría atado con cadenas a alguna farola o similar, y además con huelga contra todo, no comer, no beber..., y para eso no salgo.
Los universos de los dos cantantes mencionados, aunque parezca que no, son diferentes. Melendi es el juerguista, pícaro o lo que sea que es, en activo, mira el presente, como si todo fuera por primera vez, mientras que Sabina está de vuelta de todo. Si Melendi entra en un bar, Joaquin Sabina, ya está aburrido de ese recinto, o hace tiempo que le prohibieron la entrada. Y no es así, Sabina, por su edad, porque esa siempre ha sido su postura. Es un poeta que canta a personas, paisajes y costumbres, que se acaban, o hace mucho que desaparecieron. Su mundo siempre está en invierno, y con colores oscuros. Sin embargo, el mundo de Melendi está en continua primavera, con la sangre alterada por amores nuevos.
Si alguno sabe dónde se encuentra esa maldita lámpara, se apreciaría un poco de información, porque mañana tengo cita con el médico para lo del hígado, y me temo que me voy a quedar compuesto y sin juerga, al menos con ellos.

*FOTO: DE LA RED