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domingo, 1 de septiembre de 2019

EPÍLOGO A UN VERANO


Uno de Septiembre y parece, al menos es el sentir de este vecino del mundo, que ya se ha clausurado el verano, y lo que es peor aún, sin la banda sonora del "Final del verano" del Dúo dinámico.

Un agosto que se puede resumir con un Plácido Domingo  que han intentado, no se sabe bien  en realidad quiénes pueden estar detrás, que entre en barrena y que las élites de ese mundo, al que él ha puesto durante muchos años su banda sonora operística, se resisten a dejarlo caer, no vaya a ser el preludio de un efecto mariposa que ponga en solfa todo su mundillo de oropeles y aparentes buenas maneras.

Un mes, este agosto que acaba de morir, en el que hemos aprendido inglés, al menos a decir “Open Arms”, y sueco, a hacerse el, como lo están haciendo  la gran mayoría de países que integran la Comunidad Económica Europea y su actitud con el problema de la gente que llega huyendo en todo tipo de objeto supuestamente flotante.

Un mes canicular por excelencia que sin embargo, al menos sentido por este vecino, lleno de frialdad no solo en lo concerniente al “comportamiento europeo” con respecto a un problema humanitario, sino también a ese ir y venir de la Familia Real para visitar a Juan Carlos I tras su triple bypass. 

No se si será esa foto de la Familia Real perfecta, perfectísima, y sin "fotochop", ante las puertas del Quirón (del que se resalta ya más el nombre propio que el que sea un hospital), o el hecho de "estar de visita”, incluida la reina emérita.


Uno, que es muy mal pensado, y cada año que cumple lo es más, no puede dejar de preguntarse a quién le habrá tocado el pasarse muchas horas al lado del convaleciente. Más que nada porque así se sabría si lo ha hecho por cariño o por el vil metal. Llámenme cotilla, pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra…

*FOTO: DE LA RED




lunes, 21 de abril de 2014

UN CIERTO HALO DE MISTERIO

Antes de nada, un saludo a todos mis lectores, que no son pocos, y si me habéis echado de menos, es un buen síntoma. Por mi parte, en más de una ocasión he querido compartir lo que me estaba pasando, pero me prometí "solemnemente", me imagino que sería por aquello de la Semana Santa, que teníamos, vosotros y el vecino que llevo dentro, que desconectar estos cuatro días, para que no os sintáis pertenecientes, en cierta manera, a una secta, y quizás como esas parejas reñidas, para que el reencuentro siempre sea especial.
Para entrar en materia he de decir que todos aquellos cotillas, dicho con todo cariño, que quieran enterarse de los pasos del vecino durante esta Semana Santa se van a sentir decepcionados, porque no voy a soltar prenda. No ha habido nada especial, pero ocurre que más de uno de mis lectores se ha puesto en contacto conmigo, diciéndome que no creían nada de lo escrito los últimos días, de que iba a vestirme de Nazareno y “procesionar”, verbo  inventado últimamente, por lo que prefiero que, en ese caso, cada uno se invente mi historia en esos cuatro días, en realidad tres sin post, porque seguro que será más divertido, o ameno, que la realidad misma.
De todos modos siempre conviene crear un poco de misterio entre el escritor y sus lectores, como ocurría antiguamente entre las estrellas de cine y los espectadores. En cuanto nos dimos cuenta de que en realidad los actores, por muy americanos que fueran, estaban hechos de la misma materia que el común de los mortales, se perdió el glamour. Imaginarnos, por ejemplo, a un Gary Cooper en un mingitorio público acababa de todas todas con la aureola de “un solo ante el peligro”.
Por el contrario, a Agatha Christie siempre le siguió un halo de misterio, no solo por sus novelas, sino por aquellos días (tres semanas exactamente) que estuvo desaparecida, y de las que nunca quiso revelar su verdadero paradero, porque normalmente la verdad siempre desinfla una buena historia.
En el fondo cuando leemos a alguien siempre queremos dos cosas:
Que nos sorprendan, y que no nos digan la verdad, porque ésta siempre es o triste o aburrida. En realidad, todo lector lleva dentro un amante en potencia que siempre pide que le digan lo guapo que es y lo enamorado que están de él, o de ella.

*FOTO: DE LA RED