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lunes, 30 de septiembre de 2013

LA FIESTA DEL GIN TONIC Y LA MADRE DEL CORDERO

Lunes, día de recuerdos del fin de semana, y pocas expectativas, aunque me imagino que eso es cuestión de chasis también. Este vecino está convencido de que si le preguntas a Martin Berasategui será agotador la lista de “tareas” que tenga que hacer hoy, y más agotador la manera en que lo diga con ese “garrote” que lo usa sí o sí.
Sin embargo, ni este vecino es el Señor Berasategui, y eso que gana     el mundo culinario, ni le hace falta al vecino meterse en esos berenjenales.
Parece que no iba a existir el mundo tras el Festival de cine donostiarra, y sin embargo ya ha terminado con sus más que polémicos premios de este año, y es que no es lo mismo el gusto de unos, se supone entendidos cinéfilos, que además están a mesa y mantel durante más de una semana, a los gustos de esos locos que todavía se gastan el dinero en las salas de cine, sea o no sea época de glamour.
Este sábado pasado este vecino estaba escuchando una emisora de radio, esa a la que Shakespeare se refería con el “…SER o no SER”, un programa para los amantes del cine en el que se desgranaba, como no podía ser de otra manera, la semana en el festival donostiarra, y sin embargo, estoy seguro de que todos los “radioescuchas” como se decía antiguamente, con lo único que se quedaron, por desgracia, fue con una anécdota, por decirlo de alguna manera, en la que un local donostiarra había organizado un evento, esos días de fiesta del celuloide, que los locutores lo describieron como la fiesta del gin tonic, y ahora viene la madre del cordero, en la que se cobraba 18 euros por copa.
En primer lugar, este vecino no ve a las cada vez más escasas estrellas extranjeras con dinero en efectivo para pagar, ni que se atrevan a cobrarles, ya que son las que se supone darán relumbrón a la fiesta. En segundo lugar, cada vez son más “livianos” también, los medios de comunicación que osan mandar a periodistas acreditados para pasarse más de una semana con todos los gastos pagados, ni éstos se atreverán a pasar esa cuenta, como confesaban los sufridores de la citada emisora, a su empresa, con lo que a más de uno le va a quedar un regusto amargo de esta edición del festival.
De todas maneras, y como siempre, lo más probable es que el que pagara la citada tropelía fuera el pardillo que se aventuró a pulsar el latido del festival, y mientras que pagaba la cuenta, se juraba no volver más ni al festival, ni a llenar las salas del cine.
Y es que los que todavía intentan hacer cine, siempre dicen, que los    que suben los precios de esa industria no son ellos, ni tampoco,         visto lo visto, los que, en otro sentido además, dan mala imagen,       pero los que pagan el plato, y en este caso la copa, son los mismos que han aportado los impuestos para que cada año  el citado festival sea posible.
Tantos minutos durante el año intentando convencer a la gente de que un festival de cine es para todo tipo de gente, para que luego algunas personas de otras industrias lo desdigan con hechos, que no son precisamente amores.

*FOTO: DE LA RED