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miércoles, 19 de octubre de 2016

EL EXTRAÑO CASO DE LA MUJER OLVIDADIZA




Algunas veces la vida te regala con unos granos de humor del bueno, de ese que tras una sonrisa te deja un poso de amargura que te va a dar qué pensar, que para sí lo hubieran querido tanto Don Miguel Gila, como los mismísimos Tip y Coll.


Hoy, miércoles, seis de la tarde en un supermercado de Donosti.


Llego a la zona de las cajas con el carro casi lleno, y me apresuro a decidir, apenas en unas décimas de segundo, en qué caja voy a desembarcar mis compras.


He tenido suerte y en una de las filas solo hay una mujer que ya está cargando las compras, pocas, en una bolsa. Tras ella hay una señora de edad avanzada sentada en una silla de ruedas. No sé si van juntas, pero observo que la señora mayor no lleva cosas para pasar por la caja. 


Termina la primera, paga y comienza a irse, ya da dos pasos para alejarse. La cajera como si la señora mayor no existiera me mira con una sonrisa, dándome a entender en qué me puede ayudar. Con cara de confusión, le pregunto: -¿La señora?- mientras apunto a la espalda de la señora en silla de ruedas.
En ese mismo momento la señora que se alejaba, como si hubiera sido electrocutada pregunta en alto, pero para sí misma:- ¡¿Señora?!- Y da un giro de ciento ochenta grados que para sí lo hubiera querido el mejor Cristiano Ronaldo.


Al darme cuenta de la situación,  y con el sólo ánimo de teñir el extraño momento con un poco de humor, ya que en situaciones embarazosas tiendo a empatizar con el que las está pasando canutas, he comentado:  -Por un momento he pensado que ahora se venden señoras en el super.-  La mujer olvidadiza, medio cabreada, medio sorprendida, repite en un tono neutro, pero a modo de pregunta: -¿Vender señoras en el super?

Con la sola intención de explicarle el chiste, le aclaro: -Ésto es un super y veo a una mujer en un carro…


La mujer sorprendida en el despiste, comienza a ponerse muy roja y me ataca diciendo: -Usted debería de tener un poco más de educación.


Intentando que la escena no fuera a más, y con una sonrisa en los labios para demostrarle que mis palabras sólo eran de fogueo, y que en ningún momento había pretendido “matarla” le digo: -Le recuerdo que no he sido yo el del olvido.


Y cuando ya el termómetro de la cara de la señora había alcanzado más de cincuenta grados, y parecía que estallaría en cualquier momento, se oye la voz de la señora en silla de ruedas, mientras le mira a la primera, que sentencia lo que yo acababa de decir con un: -¡Eso!


Lo de Fernando Alonso en sus mejores momentos en Renault ha sido poco para la velocidad que han alcanzado las dos señoras mientras desaparecían.



Cuando la joven cajera terminaba de atenderme, he comprobado una vez más que la cara es el espejo del alma. Y el alma de la joven se estaba preguntando si había visto lo que había visto.


*FOTO: DE LA RED


sábado, 20 de agosto de 2016

CAROLINA MARIN Y SU CARRO



Acaba de ganar Carolina Marín el partido que le da la medalla de oro en las Olimpiadas de Río,y en este momento está llorando como una Magdalena escuchando el himno español.


Y siento envidia, envidia por estar donde está, y especialmente por sentir lo que siente; e inmediatamente he recordado a esas miles de personas, en cualquier final de un campeonato de fútbol pitando al mismo himno. Y he recordado también, no me queda otro remedio, porque se lo ganan con creces cada día y en cada situación, a todos los políticos en general, sin logotipo de partido detrás. Hacen poco por ayudar a que sintamos unión entre todos.


Y son unos cuantos deportistas y figuras destacadas de nuestro país (entre las que se encuentra desde hace un tiempo Carolina Marín), los que hacen una labor de cirugía cardiovascular , para que sintamos lo nuestro por bandera, sin ningún partido político ni líderes de opinión que la hagan suya, sino simplemente "el partido" ganado por ellos, mientras se les adivina España en sus pupilas, y el chorro de sensaciones que pueden generar, como hoy, en todos.


Porque España no es, no debe ser, esa que algún partido se apodera de su nombre un día sí y el otro también, para que coincidan siempre las necesidades de la patria (concepto abstracto, y difícil de definir) con lo que el partido en cuestión quiere. Sino ese sentimiento de echarla de menos, por ejemplo, cuando no estás en ella.


Porque emigrantes ha habido siempre, y algunos nos fuimos disfrazados de estudiantes de inglés, y estuvimos en Londres tres años, ya a finales de los setenta. Con el agravante de que nadie apreciaba lo que hacías, porque se suponía que había trabajo en España. Y alguna vez, pasabas por debajo de una casa, de esos barrios obreros londinenses, y oías una canción española desde cualquier ventana entreabierta y se te ponía la carne de gallina y los ojos cristalinos.


Hoy Carolina Marín ha hecho por el rencuentro sentimental entre los españoles mucho más que cualquier premiado por la paz o por representar los valores de lo nuestro, dentro o fuera del país.


Un país se hace con el pundonor, la lucha, la garra, el desparpajo, y los gritos, muchos gritos, de una Carolina Marín, por la que más de uno perderá hoy el culo, y la vergüenza, por mostrar y demostrar que nada más terminado el partido de nuestras vidas, fue el primero en felicitarla. Incluso esa federación, la suya, que mostró, presuntamente, más interés por apoderarse de los beneficios publicitarios que generaba, que por darle toda la cobertura técnica y moral que era de ley.


Y antes de terminar, recuerdo también a un Manolo Santana, o a un Severiano Ballesteros (“Sevi” para los ingleses, que lo consideraban como un el hijo más), que se tuvieron que buscar la vida y el triunfo; y luego eran “España” cuando no existía la “Marca España”.

Hay unos cuantos, incluida Carolina Marín por lo que tengo entendido, que se han tenido que construir el carro para que luego la mayoría nos montemos en él. El mismo carro que antiguamente robaban en una canción española, y que más de uno ha cantado a voz en grito cuando se encontraba fuera de España, siempre fuera.

*FOTO: DE LA RED



domingo, 19 de mayo de 2013

EL BLOG DE LA CÁRCEL


Confieso que este vecino, ayer por la noche, no estaba viendo ni una película vietnamita, ni ningún documental de la dos, sino unas declaraciones, en la cadena alegre, de una famosilla, que decía que no necesariamente con todos los que se había acostado, y que se supone que eran bastantes, eran guapos, porque algunos le atraían por su cultura, y otros porque le hacían reír.
Lo bueno es que normalmente no sabemos, ni se publica, cómo nos concibieron, porque sino más de uno no podría salir a la calle. Seguro que habrá quien fue concebido como reacción a un chiste bien contado, pero bien pensado tiene que ser bastante triste. Y de todos modos, ¿tendrá ésto algo que ver con el carácter que luego desarrolle?
Dudo que humoristas como Woody Allen, por ejemplo, nacieran de esta manera. En España tenemos el caso de Don Miguel Gila, que todos sabemos que cuando nació, su madre no estaba allí, al menos eso contaba él, y para este vecino eso es tan fácil de creer como las declaraciones de la famosilla en cuestión.
Estamos en una época en que lo importante no es lo que ocurre sino como se cuenta.
Antes escribían libros, hombres, y mujeres naturalmente, a los que se les suponía sesudos, y que debían de estar agotados de tanto pensar. Ahora, si eres famoso, y con una vida social muy agitada, o incluso turbia, tienes muchas probabilidades de que te publiquen tus pensamientos, si los tienes, y si no el “negro” de turno escribe de parte tuyo, lo que te de tiempo a contarle entre juerga y juerga, o desfalco y desfalco.
Uno de los últimos en subirse al carro de la pluma, de la de escribir, no de la otra, que ese también está lleno, especialmente con mucho periodista del corazón, ha sido Julián Muñoz, también conocido por su nombre de guerra, Cachuli. He estado a punto de comprar su libro, hasta que me he enterado de que no relata cómo desfalcaba al ayuntamiento de Marbella, sino sus amores, especialmente con Maribel, más conocida por su apellido, Pantoja. Y es que a este vecino cada vez que le cuentan historias de amor, la mayoría de las veces al final se convierten, como en ésta que nos ocupa, en histerias de amor.
Solo quería comprar el libro con intención de coger ideas para futuribles pelotazos y poder hacerme millonario, pero, bien pensado, a este señor le han pillado, y bien pillado además, y sus métodos se han demostrado que eran falibles, y no interesan para recoger ideas. Ahora, como va a tener más que tiempo suficiente a la sombra para pensar, habrá llegado a la conclusión, de que ya que medita, y recopila experiencias anteriores, bien se las podrían pagar si les da forma de libro.
Esperemos que no le dé por crear el blog de la cárcel, suena a canción de Elvis, y encima le tenga de competencia, y acostumbrado a robar, me robe lectores.¡Y por hay no paso!

*FOTO: DE LA RED