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martes, 27 de octubre de 2015

LA PATADA DE PETER PAN


Este vecino del mundo lleva prácticamente dos días en una continua interrogación. 

Hasta hoy no sabía si dar su opinión sobre el comportamiento de Valentino Rossi y su patada fantasma a Marc Márquez, que al parecer nadie ha visto al completo, pero que debe de haber sido. Este vecino cree que hoy el destino le ha confirmado que tiene que hablar de ello, y así lo va a hacer.

Este mediodía estaba paseando con Afgano, mi bichón frisé, aunque siempre con la duda al fondo de quién saca a quién, cuando una señora de bastante edad estaba en el parque se supone que con su nieto, que no llegaría a los dos años. En un momento dado he oído con gran nitidez cómo la señora ante la posibilidad de que el niño se le escapara andando/corriendo, y viendo que Afgano, aunque atado y bien atado se acercaba a él, clarísimamente le ha dicho por dos veces: -Ven conmigo que sino ese perrito te va a comer el trasero-. A lo que, y desde el alma, y con una sonrisa en los labios le he contestado: -Señora, no debería meter miedo al niño, cuando además el perro ni se ha acercado a él-.

Y ahora viene lo que he considerado como un guiño del destino, y una especie de ánimo, o carta blanca, para hablar del Señor Rossi, ya que la señora me ha contestado, por dos veces también (al parecer todo lo debía hacer por duplicado): -Yo no le he dicho nada de eso al niño, y además no tiene miedo a los perros…

Antes de que sabiamente Afgano me llevara con su música, y su correa, a otra parte, le he dicho que no es mi problema en realidad la educación de su nieto, pero que no es necesario meter miedos innecesarios a un niño para convencerle de algo. Mientras le comentaba ésto a la señora, aunque ya no me ha contestado, su cara, y cada vez más, parecía estar contemplando un verdadero encuentro en la tercera fase, y no huía porque no le respondían las piernas.


Desde que me dijeron el nombre real de los Reyes Magos, poco a poco han ido cayendo uno por uno todos los iconos de la denominada “gente perfecta”. Vaya por delante, que nunca me he considerado como tal, muy al contrario, estoy lleno de imperfecciones, pero si algo me considero es “un ser  consecuente”, y si la picio pues la he piciado, y a aprender de los errores.
                                                                                                         
Lo de Valentino Rossi, y sin querer hacer leña del árbol caído, de ahí mis dudas sobre si hablar o no,  es como volver a rememorar una y otra vez el verdadero nombre de los Reyes Magos o comprobar como a Peter Pan le sale la primera cana mientras le expulsan del País de Nunca Jamás.

Todos podemos perder los papeles, pero tras varios minutos de búsqueda, en el caso de Valentino Rossí, no solo negó perderlos, sino que echó la culpa a otro.

Valentino Rossi, al negar en un primer momento la existencia de la patada, está dando a entender de que el Señor Marc Márquez le está acusando en vano de una acción, tirarle de su moto, o lo que desde un argot invernal sería hacer la bola de nieve cada vez más grande.

Hay que tener en cuenta que el acto del que se le acusa al Señor Rossi, no es algo banal, sino que la vida de Márquez ha corrido grave peligro, y además, para más sufrimiento, por alguien que desde niño, según la prueba gráfica, ha significado mucho para él. Descubre, de un momento a otro, que Peter Pan da patadas a los suyos, a los buenos.

Ahora, como con todo un campeón, se están buscando excusas sobre que si el comportamiento de Márquez, en la misma carrera, dejó mucho que desear, o lo que viene siendo “ya que uno se ha enmerdado, enmerdamos a todos para que el primero pase desapercibido”.

Todavía a nadie le he oído (y es lo que en realidad le preocupa a este vecino) lo que siempre se dice de los futbolistas cuando tienen un mal comportamiento. Siempre se les recuerda que son un ejemplo para los niños, y que no hacen ningún bien al comportarse así porque, en realidad, deberían ser un espejo en el que las nuevas generaciones se deberían de mirar.

Pase lo que pase a partir de ahora, al Señor Valentino Rossi presuntamente le han cegado las ganas de ganar a cualquier precio, y el precio podía haber sido una vida, ni más ni menos.

Desgraciadamente, y por los años vividos, no creo en los Reyes Magos, Peter Pan es fruto de un ardor literario, y desde este domingo en Sepang además hay una estrella menos en la constelación de mitos, porque el fin nunca puede justificar ni los medios ni las mentiras.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 8 de agosto de 2015

PASEANDO CON AFGANO, O EL IDIOMA UNIVERSAL EXISTE



Lo que cunde un simple paseo con el perro a primera hora de la mañana.
Reconozco que hoy el que ha sacado a pasear ha sido Afgano, mi bichón frisé, a mí.

Antes de nada, y ahora que ha salido el tema, muchos de mis lectores me han preguntado más de una vez, por qué si mi perro es un bichón frisé, se llama Afgano. Pues por eso precisamente, para romper con la monotonía y ver la vida de otra manera, como en realidad hago, al menos lo intento, con el blog, ver las cosas de otra manera. Así si alguien me dice, como diríamos coloquialmente, el enterado de turno: Tu perro es bichón frisé. Le puedo contestar con contundencia: Mi perro es Afgano (y no miento). Como dice la canción del inefable Pablo Alborán (que he llegado a la conclusión de que puede ser el hijo de Dios, porque está en todas partes) “Me llaman loco”, pero es una manera de estar vivo y comprobar que los demás me ven, no me fuera a pasar lo que le pasaba al personaje de Bruce Willis en “El sexto sentido”.

Como decía, hoy al sacarme mi perro de paseo, y ver la cantidad de sus congéneres que hacían lo mismo con los míos, he llegado a la conclusión de que un idioma único es posible, pero no es necesario que sea ni el inglés, ni el español…

Los perros nos entienden especialmente por el tono que empleamos al hablarles. Después, ya vienen ciertas palabras que mediante la reiteración llegan a entender muy bien, como ocurre con la palabra “No” cuyo sonido viene a ser muy parecido en muchos idiomas. Pero, lo más importante, y visto lo que ocurre con muchos animales, y entre ellos el perro, los sentimientos son lo más importante; la manera de mirarles, de tocarles.

El sentimiento es un idioma universal, una mirada, una sonrisa, se traducen por sí mismo, y lo más importante: las ganas de entenderse.
Este vecino del mundo siempre ha dicho, y está totalmente convencido de ello, que si tienes dinero, puedes ir tranquilamente a dar la vuelta al mundo, que todos te van a entender. Pero, en el lado contrario, aunque seas políglota si no tienes un euro, incluso como ocurre con lo que ahora se denomina como minorías, te puedes volver invisible.

Deberíamos, iba a decir "regalar", pero el término exacto es "dar", dar amor y buenos sentimientos, para que poco a poco la cosa fuera recíproca, y no es que este vecino se esté volviendo “ñoño” con los años, sino que realmente lo creo. 

El idioma de los sentimientos es universal y lo que es más importante: mueve fronteras, si es que no las llega a quitar.


Le voy a decir a Afgano, mi bichón frisé, que mañana me dé un paseo por otro lado, y ya os contaré a que otra reflexión he llegado.

*FOTO: DE LA RED