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viernes, 11 de abril de 2014

DE LIMPIEZA EN MI ATALAYA

Haciendo limpieza en mi atalaya desde la que observo la vida pasar, me he encontrado con multitud de recuerdos abandonados sin ningún orden ni concierto, dejados según terminados de vivir, como caían en el baúl del desdén.
Hay un ligero olor a ayer que lo inunda todo. He abierto las ventanas de par en par para que escaparan los sonidos que a modo de bandas sonoras se pegaban a las paredes negándose a abandonar el lugar que les ha querido durante tanto tiempo.
Hay un ligero olor a felicidad, en pequeñas dosis, difícil de encontrar, y tan difícil de olvidar. Un olor que nunca empalaga, con cierto recuerdo a salitre, a moreno de piel y eco de gaviotas. Por cierto, qué triste es esa imagen de nuestros días en que puedes encontrar a las mismísimas gaviotas perdidas en la mitad de una gran ciudad, algo tan extraño como buscar la virginidad en una recóndita casa de lenocinio.
Me ha parecido encontrar una sombra de juventud, pero solo era un desconchado de pintura, como los años que visten nuestra piel. Mientras algunas personas intentan disimular el tiempo con chapa y pintura de muy diversa índole, otros nos tomamos el paso del tiempo, y las primeras y segundas arrugas, como medallas que el tiempo nos pone. Y es que lo importante es resistir al mando del barco, de tu cuerpo, sin temor a todo tipo de tormentas, o incluso a mares en calma chicha con sabores de indiferencia y olvido.
Haciendo limpieza en mi atalaya encuentro recuerdos no recordados, escenas jamás escenificadas, porque fueron tan solo bosquejadas en un cuaderno de deseos incumplidos, y tan olvidados como aquella vez en que descubrimos que el amor es un tipo de flor que con el tiempo se marchita, y que solo se puede regar con la ilusión del día a día. 

*FOTO: DE LA RED

lunes, 27 de mayo de 2013

TENER UN NOVIO "VINTAGE"

Todos tenemos imágenes en nuestros recuerdos, de bien pequeños jugando con el baúl de los abuelos, y probándonos los hallazgos. Sin saberlo ya estábamos siendo modernos.
Desde hace bastante tiempo se ha puesto de moda el vestirse con rompa de los años cincuenta-sesenta, y anteriores. Y como a todo hay que clasificarlo se le ha llamado “vintage”. Además como “vestigios” del pasado hay lo que hay, cada vez es más difícil encontrar ropa de antes, y los precios van subiendo.
A esto se ha unido la crisis económica, y quieras o no, el vestirse como uno pueda, incluso con roturas, ayuda a la persona metida en problemas.
Desgraciadamente, lo más vintage sin embargo, son los sueldos. Se trabaja habiéndose pertrechado previamente de todo tipo de “masters”, y viajes por Europa, para reciclarse antes de quedarse obsoleto, y sin embargo los sueldos son normalitos para los años setenta, y “vintage” para nuestros días.
Aunque para vintage, vintage, las ideas de nuestro gobierno, y curas de cabecera, que en este caso parece que van de la mano, con ideas del cuaternario, y por si hubiera alguna duda al juzgarlo, el mismísimo Rouco Varela, recogiendo una idea de una novela, primero, y película después, pero como no podía ser de otra manera, ahora en plan superproducción, busca nada menos que a ocho exorcistas para su diócesis madrileña. O cree que están, lo que vulgarmente se denominaría, como “todos locos” en su diócesis, o prevé un aumento del vicio y corrupción con ayuda satánica en el futuro proyecto  Eurovegas.
Este movimiento, sin embargo, no se lleva también al lado amatorio, y nunca se tiene un novio “vintage”, sino que algún gracioso madrileño, lo llamaría “viejales” , y a ella como mínimo “aprovechada”. Es curioso, porque el hombre o mujer “vintage” siempre se presupone que tiene que tener dinero para “atraer” a la otra persona, con la diferencia de que él, al contrario de ella, no sería aprovechado, sino “gigoló”, que por cierto, al utilizar palabras en otros idiomas, se le da un significado especial. Es algo así como si lo malo no estuviera contemplado en nuestro idioma, o todo lo malo, si lo es, viene de fuera. Lo mismo funciona con las denominaciones de los nativos de un país, siempre será mejor para nosotros lo español. 
No se puede comparar, por ejemplo, una tortilla española, con todo lo que se le puede incluir, que una tortilla francesa, aunque como excepciones hay siempre, el gobierno que tenemos, netamente a la española, nos está dejando con un presente-futuro plenamente “vintage”, aunque quizás en la misma etimología de la palabra podemos encontrar la solución, si la hay, y es que “vintage” proviene del anglo-normando, y esta palabra a su vez del francés antiguo “vendage”, siendo una evolución de la palabra latina “vindemia”. Y como ya estamos hablando de vinos, habrá que recurrir a ellos para olvidar, y mediante su venta y consumo empezar a revitalizar la industria otra vez, que al final es el “quid” de la cuestión.

*FOTO: DE LA RED