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miércoles, 8 de julio de 2015

PERSONA EN OBRAS



Algunas veces la vida es algo tan absurdo como una mañana de Julio lloviendo y sin esperanzas de escampar.

Mirar alrededor y saber que no vas a encontrar a nadie, porque ni está, ni se le espera. Y no sabes si ese resultado, NADIE ni NADA, te lo mereces, te lo has forjado en la forja del destino o es la más absurda contradicción en un campeonato de contradicciones.

Quizás alguna autoridad médica podría decir que todo es a consecuencia, o por consecuencia, de la escasez o de la abundancia de una encima de la que sólo los más ilustrados han oído hablar. Pero, y a quién le importa. El resultado es una mañana de Julio lloviendo, y una moral que todavía necesita levantarse un poco  para ocupar el lugar más bajo en el Olimpo de los negados.

Hace tiempo que dejaste de mirar alrededor para buscar ayuda, porque sabes que si no te ayudas tú, si no eres tu propia O.N.G. nadie te va a ayudar, porque ni tan siquiera llevas un cartel en el cuello que advierta: Persona en obras.

Te miras en el espejo más cercano, y efectivamente: No estás. Y si te contratas a ti mismo como investigador de tu vida, descubrirás que nunca estuviste, que por no ser no has sido ni una estafa. No merece ni ir a la cárcel alguien que no es ni alguien…

Algunas veces la vida es algo tan absurdo como levantarse y tener que andar con mucho cuidado para no pisar una moral con querencia a refugiarse en los suelos. A solo ver la cara B de lo peor.

Aviso: Si hoy has entrado en el blog del vecino del mundo para que te alegre un poco con sus ocurrencias, es mejor que visites a tu suegra, en el caso de que te lleves mal con ella, porque seguro que hoy te irá mejor e incluso te resultará más divertida que ver la vida como la ve este vecino.

Tengo la total certeza de que si hoy se convoca un concurso de FRUSTRADOS, y me apunto, ni que decir tiene que obtendré el segundo puesto…

Y al otro lado de la ventana, esa maldita lluvia de un día de Julio, que por no tener no tiene ni chicha ni limoná…

*FOTO: DE LA RED


jueves, 16 de octubre de 2014

¡CÓMO HA CAMBIADO EL CUENTO!

Con esa especie de veranillo que tenemos aquí por el Norte, que parece que el sol se ha escapado de donde estaba escondido y quiere hacerse notar, y como  el cuerpo ya no está para muchos cambios, este vecino se encuentra bastante pachucho. Y ya se sabe en estos días en que todo el mundo está atento si le sube un poco la temperatura, para que le pongan en cuarentena, este vecino se encuentra bastante remiso en decir su estado a los pocos que le rodean, no sea que le pongan bajo cuarenta candados.
Quizás por ese estado de medio bien y medio mal, medio estoy aquí, medio estoy en vaya usted a saber dónde, he pensado que si habría que modernizar el cuanto de Aladino y la lámpara maravillosa, ahora Aladino no se encontraría con un objeto de apariencia tan retro (con genio incorporado, que además ahora seguro que tendría problemas con los papeles o por la ausencia de ellos) a la que pedirle tres deseos (que siempre me ha parecido un poco corto el número de peticiones, pero ya se sabe que los cuentos tampoco responden a ninguna lógica) sino con una tarjeta “black”, con la que poder pagar todo tipo de vicios.
De todas maneras, aquí, en España,  creo que ha habido una mezcla de cuentos, y se ha comenzado con “Aladino y la lámpara maravillosa” y se ha terminado con “Alí Babá y los cuarenta ladrones (mínimo)”.
Y yo me pregunto, teniendo en cuenta como es España donde no olvidemos nació la “picaresca”, ¿cómo se tienen que sentir las cuatro personas que teniendo poder de usar  las tarjetas “black” nunca lo hicieron? ¿Se sentirán orgullosos de no haberlo hecho, o en realidad pensarán que son los más tontos del lugar?
¿Y sus mujeres? ¿Sus esposas estarán también orgullosas “de lo que tienen en casa”?, o dirán aquello de “me lo temía, es un calzonazos porque me podía haber comprado, como sus amigotes de tarjeta, ese abrigo de visón que sabe que me gusta…y no lo ha hecho”.
Por otra parte, y antes de terminar que no se me olvide mañana que tengo que ingresar la ayuda para la Pantoja, para intentar lograr que no vaya “a la sombra”.
En este caso también, lo que ha cambiado el cuento. Antes, y empezando por las escuelas, se daba un dinero para el Domund (que todavía se sigue dando, y más que se debería de dar) y ahora los fans se juntan para intentar salvar a la cantante de turno…
No es la primera vez, porque los que tenemos ya una edad nos acordamos de aquella Lola, La Flores de España, la Faraona, totalmente afligida y acuciada por Hacienda pidiendo una peseta a todos los españoles. 
Sin embargo, ocurre que entre una peseta y un euro hay mucha  diferencia, y entre persona y persona también. 
No es lo mismo una Lola, siempre con la verdad por delante, de lo natural y sincera que era, capaz de parar una actuación en directo por televisión para buscar por el escenario el pendiente, “que es de los buenos, oiga”, a Doña Isabel Pantoja, encantada de haberse conocido, y que aunque sea pasional con su arte, por la vida va de tan fría y calculadora como un tahúr del Misisipi.
Y, ya se sabe, que en cuestión de cuentos, los hay que terminan bien y otros que terminan mal, para que se aprenda de la moraleja. Mientras, este vecino, y sin echarle cuento a la vida, que sería lo propio, se encuentra peor que Kiko Rivera en una biblioteca….Hoy tengo mal día.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 15 de julio de 2013

CON EL NOMBRE POR DELANTE

Ya se sabe que antes de irse de vacaciones, hay que hacer ciertas cosas para dejar la misma casa, por ejemplo, en su punto. Lo mismo que cuando se va a usar el coche para un largo viaje hay que hacerle una revisión exhaustiva, cuando se va para un cierto tiempo a otro lugar de vacaciones hay que dejar todo en un cierto orden. Y por eso, esta mañana he ido a la caja de ahorros para cerciorarme de que en las cuentas donde me pasan los pagos hay dinero suficiente para esos días, y sin proponermelo he recibido una esclarecedora explicación de cómo funciona un negocio de ese tipo.
Vaya por delante que este vecino del mundo, no va a descubrir América con esta explicación, sino a añadir cierta ironía y sentido del humor que especialmente le falta al tema bancario.
He entrado sobe las doce menos algo en la entidad bancaria, que por cierto estaba más vacía que los bolsillos de la mayoría de las españoles, y tras esperar a que salieran en pantalla los dos números anteriores al mío, me he levantado y dirigiéndome a la ventanilla correspondiente he dado orden de meter cierta cantidad de dinero en dos cartillas que he sacado al efecto.
En ningún momento se me ha solicitado ninguna acreditación, ni documento nacional de identidad, sin embargo, el problema por llamarlo de alguna manera ha venido cuando les he pedido la tarjeta para hacer compras con seguridad en internet. Entonces, se me ha requerido el DNI, y por casualidades de la vida, me lo había dejado olvidado en casa, por lo que he tenido que volver otra vez, y ésta con el carnet de marras.
Tras enseñar el documento, y cuando se estaba atendiendo mi solicitud, he recordado lo esclarecedor que ha sido lo ocurrido, y con una sonrisa en la boca les he recordado lleno de ironía que para ingresar dinero no se me ha requerido que me identificara, en cambio para todo lo demás sí.
El representante del banco que me estaba atendiendo, y sin disimular lo mal que le estaba sentando la situación, me ha recordado elevando la voz y colocándola más alta de lo normal, que para imposiciones de más de tres mil euros, también es necesario identificación.
-Es curioso. - le he comentado, con un tono muy suave y casi cándido – Pues ahora sí que no lo entiendo, porque cuando ha hecho falta reponer esa millonada a los bancos por su mala gestión, dudo que se haya pedido los nombres de todos los españolitos de a pie, aunque quizás no ha hecho falta porque hemos sido TODOS.
Dicho lo anterior, he recogido mis papeles y muy dignamente he abandonado el local, mientras tenía la sensación de que una chispa de fuego,  saltada de la mala leche del que me había atendido, comenzaba a prender en todas las instalaciones.

*FOTO: DE LA RED