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viernes, 12 de julio de 2019

CUANDO ERES EL "PROTA" A TU PESAR...



Ayer me intentaron robar. A este vecino del mundo le intentaron robar, y no es una dramatización de algo inventado para colarlo como real y al final dar una especie de moraleja. No, ayer me intentaron robar.

Eran las siete y media de la tarde, y ya llegaba tarde a la estación de autobuses de Donosti, esa tan nueva y tan caduca en su tamaño desde que la hicieron. Intentaba acceder desde el exterior mediante el ascensor que hay al terminar el puente de María Cristina.

Nada más posicionarme en frente de la puerta metálica, y darle al botón, un chico muy joven se colocó a mi derecha dándome conversación en algún idioma extranjero que no identifiqué, y quise creer que a lo mejor era francés, pero no lo tengo nada claro. 

Uno con los años se va desencantando de todo, y hace tiempo que llegó a la conclusión de que la vida, tristemente, es una merienda de negros, con perdón para la gente de color (que ahora, eso sí, hay que ser siempre políticamente correctos, aunque luego la vida no no lo sea contigo). Y como la mayoría de la gente va a lo suyo directamente, este vecino siempre desconfía al encontrarse con alguna muestra de simpatía. 

Quizás fue eso, el estar alerta por una simpatía que no venía a cuento, me hizo sentir un leve contacto en el bolsillo de mi camisa a la altura de mi corazón.  Instintivamente miré, y vi como una mano  se alejaba, vacía que era lo principal, de mí. A esa persona no le había detectado todavía. Un chico muy joven también.

Uno nunca sabe cómo va a reaccionar en un momento así, porque, como todo, una cosa es la teoría  y otra… la vida real. Empecé a gritar a ambos, y el propietario de la mano que intentaba delinquir desapareció con el primer chillido. No creo que hablaran castellano, porque “el simpático” me hacía gestos de que él no sabía nada, de que aquello no iba con él. A los quince segundos, aproximadamente, y tras ver que su posición no colaba, optó por tomar las de Villadiego.

Y ha sido la primera vez, mi primera vez, que he tenido que marcar el 112, por aquello, de que “no lo hago por mí, sino para evitar un mal trago a otros”. Porque personalmente, como se dice coloquialmente, salvé los muebles, y como me conozco, me evité un gran cabreo, si me hubieran robado, por habérmelas dado con queso. 

Y, por cierto, comprobé una vez más, para aquellos que todavía lo dudan, que el “Gran Hermano” existe, ya que mientras me tomaba declaración la Ertzaintza, encantadores por otra parte, uno de los agentes ya se dio cuenta de que había una cámara que había captado todo.

Tomándomelo con filosofía, diré que es una pena que por una vez que soy el "prota" en una película a toma única además, ni la voy a ver, ni puede optar a ningún premio. Aunque, que todo acabara bien, para mí al menos, siempre se puede considerar que es todo un premio en sí mismo.

Ya para terminar, y lo que son las cosas, uno no puede olvidar, ni quiere, las instrucciones, se supone que vitales, que hace mucho tiempo le daba su madre, como todas las madres que eran crías durante la guerra. 
Y si me hubiera pasado algo, amatxo, que estás donde están todas las amatxos buenas, tranquila, porque me acababa de poner muda limpia…

*FOTO: DE LA RED

lunes, 30 de enero de 2017

UNA DUDA RAZONABLE?


Ayer, domingo, este vecino del mundo salía sobre la una y media  para dar un paseíto antes de comer cuando se cruzaba dentro del portal con Rosa, la señora beata del tercero.

Se supone que vendría de misa de doce y del vermú posterior, aunque uno ya piensa que lo primero le sirve de coartada de lo segundo. Y entre saludo y saludo, mientras se abría su abrigo de piel, me hizo saber que estaba muy, muy disgustada con Donald Trump, y su comportamiento con los musulmanes, que aunque no tienen la suerte de seguir a nuestro Dios, según ella, claro, no se merecen lo que les está haciendo el nuevo Presidente de las Américas. Y mientras suspiraba, pensando en el sufrimiento de muchos, me dijo: -Espero que desaparezca pronto "el presi" -como ella lo definió- antes de que cause mucho destrozo, y vaya a los infiernos para toda la eternidad.

Dijo eso último sin parpadear, como quien planea tomarse otros dos vermús en el bar de siempre, antes de ir a comer, y este vecino del mundo que llevaba un día aburridito, sintió la tentación de ser juguetón por unos momentos y le dijo a Rosa: Sí, lo que ocurre es que seguro que en la otra vida también existe el enchufismo, el amiguismo, y con la cantidad de dinero que tiene, seguro que se compra todo el infierno, y para él se queda las mejores vistas… 

Creo que a Doña Rosa se le agitó el último vermú, y visto lo visto, y el grado de corrupción que se supone estamos sufriendo en nuestro entorno, debió de considerar como más que viable lo que le estaba sugiriendo, y así, como para sí misma, murmuró: Voy a tener que hablar un día de éstos, con Don Pedro (el párroco). – y mientras miraba al infinito que se encontraba detrás de los buzones que tenía enfrente, terminó diciendo:  Pensaba que con la religión lo que mejor funcionaba eran las oraciones. Al final, va a resultar que es como un negocio cualquiera. Y yo, con las donaciones que les doy, estoy haciendo la panoli…

Mientras Doña Rosa se giraba para acercarse al ascensor, noté, fue algo más que una sensación, que la luz del sol bajaba en intensidad. Y por un momento pensé que en el cielo comenzaban las restricciones, ya que es muy posible que a partir de ese momento se notara alguna baja en las donaciones.

Mientras abandonaba el portal, instintivamente miré a mi alrededor por aquello de que Dios está en todas partes. No había nadie.


*FOTO: DE LA RED.

viernes, 12 de julio de 2013

LAS ELÉCTRICAS Y KUNG FU

Una pareja cree conocerse muy bien, pero un simple cambio en su vida hace denotar la manera diferente de pensar en ellos, lo cual en sí no es ni bueno ni malo, sino diferente.
Me imagino que a vosotros os pasará lo mismo. Una nota llevaba puesta al lado del ascensor, en el portal, varios días, como si en realidad no nos hablara a nosotros. Estamos tan rodeados de publicidad que al final casi no leemos lo que nos incumbe. Y lo que nos incumbía era un corte de luz esta noche, de cero horas hasta la una y media de la madrugada.
Me he dado cuenta, cuando subía a casa, acompañado de la vecina de al lado, que tampoco había reparado en que la nota casi nos chillaba, de lo apremiante que era.
Al entrar en casa y tras saludar a La Nuri, mi sufrida, con un beso, le he comentado la nueva mala, y lo primero que ha pensado en voz alta era que el apagón nos tenía que pillar con todo terminado y limpio después de la cena, y ella preparada para ir a la cama, con sus rituales de cremas quitadas y puestas. Bueno, creo que ya me entendéis, porque la relación que tiene una mujer con el armario y el espejo del cuarto de baño dista años luz de la que tiene el ciudadano medio. Vaya por delante, que este vecino del mundo no quiere traslucir ninguna idea machista en este tema. Las cosas, como diría el presentador del “telediario”, son como son y así se lo hemos contado.
Mi único ritual ante el espejo suele ser por la mañana, bastante tiempo además, para afeitarme cara y cabeza. El resto del día prácticamente no reparo en sí llevo la cara en su sitio.
Sin embargo, a este vecino que es más primitivo que su señora, solo le había dado a pensar, con respecto a la amenaza de la luz, en que tenía que preparar la casa a modo de santuario ateo, aunque suenen las dos palabras excluyentes, con una serie de velas, tampoco muchas, porque los metros de la casa dan para lo que dan, y muchos pensamientos tampoco caben con nosotros mientras estamos dentro.
Lo otro, en que había reparado este vecino, es que hoy no merecía la pena ver ninguna película en la tele, porque nos íbamos a quedar sin el final.
Me imagino que vosotros también ya habréis notado que con la crisis la programación de la tele ha variado notablemente, y ahora cualquier programa, acaba más cerca de la una que de las doce, será que tienen en cuenta, a la hora de programar, la cantidad de parados que hay en este país. De todas maneras, habrá que decir a estas mentes pensantes, que dentro de un tiempo, ya no hará falta reparar en ésto, pues a los parados se les habrá estropeado la televisión que tenían, y no habrán podido comprar otra.
Resumiendo: el final de la noche ha sido, con la casa convertida en un decorado de la serie Kung Fu, lleno de velas, y este vecino leyendo, en la tableta, una novela negra, de éstas que están de moda, con unos suecos dentro, rodeados de nieve y frío, matándose entre ellos, mientras La Nuri aprovechaba el tiempo durmiendo. Todo una gentileza de las eléctricas. Y es que ya nadie te asegura el suministro, ni aunque pagues.
Aunque lo peor es pensar, como este vecino, en que dado en el mundo en el que estamos, de chorizos y filibusteros, piensa mal y acertarás, y seguro que están cambiando la maquinaria de la luz, para que el denominado "paso" sea más rápido, y si no, tiempo al tiempo.

*FOTO: DE LA RED