Mostrando entradas con la etiqueta amigos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta amigos. Mostrar todas las entradas

domingo, 29 de marzo de 2020

OTRA VUELTA DE TUERCA



Es curioso. Siempre que hay un cambio horario, como el acaecido esta mismo noche, hacemos, o fingimos una especie de algarabía sobre el particular. Hoy, en cambio, con todo lo que tenemos montado desde hace un mes largo, y tenemos la casa propia, y la metafórica, como tenemos, lo de menos va a ser hacia dónde apuntan las puñeteras manecillas del reloj, que en la mayoría de los casos ya cambian automáticamente.

Si algo tenemos en estos tiempos del coronavirus es horas de darle al magín. Y hoy estaba pensando que si por un momento el coronavirus fuera consciente de la que ha montado, no me cabe la menor duda de que, como mínimo, nos pediría perdón.

Y es que así, a lo tonto, como se diría en mi pueblo, ya se ha acaparado el bicho de todo un año. Y para las mismas tiendas, esas que lo mismo están en Manhattan que en Motrico, famosas a nivel mundial, cómo superan al coronavirus. 

¿Quién anuncia este año un Black Friday sino hay campaña más grande e incluso más black que la del corona y la madre y el padre que lo parieron? Además de qué te va a servir una televisión nueva, por ejemplo, con más pulgadas que la mayor existente en tu barrio, si ya te has visto todas las series del mundo mundial y tus ojos tienen forma de pantalla plana.

Hoy, como domingo que es, echaré de menos un vermut bien cargadito con mis amigos, que por cierto cada vez quedamos menos, y a este ritmo de bajas, el que diga que cambiemos de bar, y el que cierre la puerta tras irnos, va a ser el mismo. Y así no se puede.

A partir de mañana, otra vuelta de tuerca y ya se quedan en casa los que no tengan un trabajo que no sea de los imprescindibles. Y acordándome de las primeras imágenes sobre la influencia del coronavirus en el comportamiento de la peña, peñita, peña, más papel higiénico necesitado en las casas. Será por aquello de que la familia que defeca unida, permanece unida.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 30 de diciembre de 2016

AQUELLA NOCHE QUE NO TE DEJARÁN OLVIDAR...


Es como si los últimos días del año, desde el punto de vista de “relaciones públicas” se nos amontonara el trabajo. ¡Es agotador! Porque la mayoría de las veces, a no ser que la otra persona sea muy íntima, y hayas quedado para la mismísima Nochevieja, para el resto de amigos y conocidos varios, cuando faltan tres o cuatro días, ya te vas despidiendo de ellos de manera cuidadosa, con abrazos y besos incluidos, por aquello de si no les vuelves a ver en lo que queda de año, eso sí, bajo la apariencia de que es para siempre jamás. Y se han dado casos, sobre todo si ella es guapa, tirando a rompedora, que uno tiende a intentar volver a verla, para despedirse efusivamente otra vez, y volver a abrazarla y, naturalmente, besarla, por si se hace verdad aquello de que “el roce hace el cariño”.

Este vecino del mundo está convencido de que en estas últimas madrugadas, las calles de nuestras ciudades están llenas de gente buscándose unos a otros, con el secreto deseo de orgías llenas de abrazos, besos y… lo que surja.

 Y eso, antes de terminar cualquier año, incluso éste, con lo mal, en general, que se ha comportado, porque el día después y sucesivos, sin fecha de caducidad, incluso hasta casi el fin del próximo, si optas por salir a la calle tras la opípara, se supone, cena y te tomas unos cuantos tragos hasta alcanzar el grado de trompa, borrachera, merluza, o cualquiera de los estados que indican que estás empapado en alcohol, tú no habrás visto a nadie, pero llegarás a la conclusión, al cabo del tiempo, de que no solo los allegados te vieron en un estado lamentable del que solo se salvaba tu amplísima sonrisa y tus ojos que parecían mirar a la lejanía. Pero, visto lo visto, tus ojos no debían de detectar nada, porque al parecer, y por la mucha gente que te vio esa noche, debiste de poner el cartel de “no hay billetes” en el teatro más grande de tu ciudad, aunque tu actuación, por lo que se desprende, debió de ser lamentable. Y te reafirmas, íntimamente, en lo mucho que a la gente le gusta el morbo, incluso a ti, pero que desgraciadamente esa vez, como si te hubieran sacado cuernos, has sido el último en enterarse…

Ya para terminar por hoy, por si no nos vemos, o no os puedo ver, hasta el año que viene…

¡Muchas felicidades, y Feliz Año Nuevo!
 
*FOTO: DE LA RED
*TEXTO EN FOTO: F.E. PÉREZ RUIZ-POVEDA

 

martes, 15 de noviembre de 2016

EL ANUNCIO DE LA ESPERANZA, Y SU OTRA LECTURA...



Si fuéramos americanos, en concreto, de los Estados Unidos de América, podríamos decir que en la práctica el espíritu navideño te invade el último jueves de Noviembre, el Día de Acción de Gracias, en el que ya para ellos queda prácticamente inaugurada esa época del año. Pero en España en realidad, el punto de partida es algo más abstracto. Y sin embargo, últimamente nos vamos “orientando” con el anuncio de la Lotería de Navidad.
Y el de este año se dio a conocer ayer, lunes, 14 de Noviembre, por lo que se supone que el espíritu navideño patrio ya se tiene que estar acicalando...


Este vecino será partidario, por siempre, del calvo que durante muchos años nos visitó al ritmo de aquel vals que en realidad lo compuso Maurice Jarre para una escena del Doctor Zhivago; pero quizás, y ésto es cosecha propia, por miedo a que el personaje trascendiera a la lotería, y llegara a convertirse en un ser libre de yugos, la empresa de Loterias, quizás, optó por cargárselo.


El anuncio de este año, cuya duración más larga (ya que se han hecho, como en otras ocasiones, varias versiones) llega casi a los cinco minutos, y en realidad sería el equivalente a un auténtico largometraje, en el que en apenas con quince segundos, y vía fotos que veremos en la casa en la que transcurre parte de la trama, ya somos informados de toda la vida de la protagonista: maestra, jubilada, con familia, un nieto y muchos amigos. Un malentendido por parte de la prota, la hace creer que es propietaria de un décimo premiado en la  lotería de navidad, cuando en realidad todavía el sorteo no ha tenido lugar…


Como en los tres últimos años de la era sin-calvo, que por cierto el último anuncio ya data de  las Navidades del 2005 (y a este vecino le sigue pareciendo que en realidad fue ayer), lo que los pijos denominarían como “target”, objetivo del anuncio, es claramente aquellos que han sido más perjudicados por la crisis. Pero si algo está dejando claro la realidad de estos últimos años, para muchos tan duros, es el conocer la crudeza de la necesidad, sin estereotipos, sin imágenes prefijadas.


Siempre habíamos creído tener a la lotería como a esa urna de auxilio en la que metes lo necesario para que en caso de necesidad “rompes el cristal” y te sirves de ella al menos para seguir teniendo esperanzas.


Esta crisis sin embargo, y este vecino del mundo lo cuenta por experiencia propia, nos ha enseñado a unos cuantos al menos, que eres verdaderamente pobre cuando ya no puedes elegir, y te tienes que gastar, sí o sí, los últimos cuartos en seguir sobreviviendo, dejando incluso atrás la esperanza que te daría el tener un billete de la lotería, porque ya has incluso traspasado esa fase, y no te llega para ello…


Hay muchos empresarios y políticos que creen haber inventado otro tipo de rueda, en la que pagando a la gente mucho menos va a poder seguir gastando lo mismo, y aquí también entraría la compra de décimos de lotería, para que el sistema siga funcionando.  Pero, amigos, hay un momento en el que el sistema y la rueda citados anteriormente, terminan por romperse… Aunque tengamos amigos, como los del anuncio de la lotería de este año, que finjan para salvarnos de nuestra vergüenza, que no pasa nada, y cuando nos descuidemos, para no humillar, nos ayuden… Esa, tal vez,  también pueda ser otra lectura, más importante quizás, del gran anuncio de este año.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 11 de junio de 2016

UNA PARÁBOLA EN ZAPATILLAS



Es curioso el poder asociativo que puede tener nuestra mente.


Esta misma mañana me preparaba a atacar el frigorífico a la hora del desayuno, cuando las ganas han podido con el orden, como la mayoría de las veces, y un frasco de guisantes a medio terminar ha caído al suelo. Naturalmente, por aquellas tonterías de la ley de la gravedad, se ha roto, y la verdad es que se veía venir, con un frasco que desde hace varios días pedía su libertad apareciendo por todas partes cada vez que quería coger algo.


Limpiando el desaguisado, y los guisantes, claro, a mi mente han venido, mientras observaba, por última vez espero, esas “caras” verdes y húmedas, y ahora viene la asociación de ideas a que me refería,  me he acordado de todos esos “amigos” que aparecen muy de vez en cuando, como si se despertaran de su hibernación, y tienen anotado en su calendario “Vamos a tocar los pies a Fulanito”. Y lo hacen como sin molestar, pero cuando se van, desgraciadamente no para siempre, Fulanito, que eres tú, tiene más problemas que antes, y una mala leche que te sale por las orejas. Y deseas tener una escoba gigante, y el coraje necesario, para barrer de tu mapa, y de todo mapa, a esos problemas disfrazados de amigos.


Un poco avergonzado (el vecino del mundo es como es), por haber sido tan malo para asociar a “amigos” con guisantes, me he preguntado por el por qué de esa asociación que más que atacarme a traición, me ha violado y hecho suyo, aunque sólo sea por unos minutos. Y tras ducharme, y ducharme, para limpiarme por dentro y por fuera, creo que he encontrado una respuesta: la influencia de la religión, y en este caso, de esa manía de explicarnos todo con parábolas, y atribuirle a una simple historia, un significado. Porque si a la parábola le quitamos todo el halo místico, o religioso, no deja de ser un cuento con su moraleja.


Sin olvidar, claro está, ese concepto de "culpa" con el que siempre se nos ha atacado, y en cierta manera, "domado", especialmente desde nuestra Iglesia. Espero que Dios me perdonará por todo lo dicho, ya si eso ...


Y mi parábola de hoy ha sido la del guisante, mediante la cual se nos “sugiere” no almacenar amistades que normalmente estarán ya caducadas; siendo, la mayoría de las veces sin darte cuenta, en una especie de sufridor del Síndrome de Diógenes; recopilador, más que de almas en pena, de almas que producen pena, y …sufrimiento.


Os dejo, por hoy, ya perdonareis. Voy a urgencias, porque parece que con el “flagelo” de los recuerdos y culpas, me he debido de exceder y tengo alguna heridita de …nada.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 23 de marzo de 2015

AHORRANDO SUEÑOS



Desde pequeño me enseñaron a tener cuidado con mi comportamiento, para que nunca me tuviera que arrepentir de las cosas que hubiera hecho, pero se les olvidó explicarme que pudiera llegar también un día en el que me arrepintiera de cosas que nunca hice.

Si digo que nunca he roto un cristal, queriendo, naturalmente, muchos se preguntarán, si en realidad quisiera haber sido un cafre, pero los niños nacidos a mediados/finales de los cincuenta tampoco teníamos muchos medios con los que jugar, y sí mucha imaginación. En una época, mi cuadrilla de amigos, de unos doce o trece años de edad, tuvo la oportunidad de jugar en una casa abandonada, que iba a ser derruida, y ante nosotros, durante mucho tiempo, hubo miradores compuestos de ventanas, cada una de ellas con unos diez cristales pequeños, y mientras mis amigos se hinchaban a romper cristales, haciendo verdaderos campeonatos, yo me ganaba el cielo, portándome bien. Ya de mayor me di cuenta que lo del cielo venía a ser como el Fórum Filatélico, pero para cristianos. Te pasas la vida ahorrando rezos y buenas acciones para algo que nunca verás.

Aquellos sueños que siempre he ido posponiendo, o ahorrando, para mejor ocasión, primero por los estudios, luego por la novia, la esposa, los hijos, y porque al final descubres que ese paraíso al que aspirabas en realidad no debe de existir. Has ido sufriendo tantas pequeñas decepciones, incluso de ti mismo, que aquellos valores te resultan como mínimo un tanto naíf, una especie de parque de atracciones de vidas simuladas, en un lugar de una vida en serio.

La vida hay que vivirla al cien por cien, o como se dice ahora “a tope”, pero siempre intentando ver el lado positivo de todo, porque con el tiempo nos damos cuenta de que eso de que solo se vive una vez, tristemente es verdad. El teatro se ensaya, pero la vida no. En el argot cinematográfico diríamos que la vida, nuestra  vida,  se rueda en una toma única, y al contrario de lo que ocurre en el cine, en nuestra película el héroe, o protagonista principal, siempre muere. E incluso desde un punto de vista egoísta, el único consuelo que nos puede quedar es que mientras alguien nos siga recordando, realmente no habremos muerto del todo.

Si alguien esperaba hoy “algo” más alegre, para su información comento que con el malísimo  tiempo que ha hecho todo el día (en Donosti), bastante que este vecino del mundo no ha contado una historia en la que todos se suicidaban, y no podían comer perdices  por razones obvias.

De todas maneras, si queréis algo más alegre, siempre podemos practicar el famoso “crowdfunding”, o microdonaciones, para enviar a este vecino del mundo, una temporada a la República Dominicana, por ejemplo, y os garantizo unos relatos y comentarios totalmente optimistas. ¿Cuela?...Al menos lo he intentado.


Lo dicho, uno ya está un poco cansado de cuidar su comportamiento a modo de dieta ligera en pecados.


*FOTO: FOTOGRAMA DE "MARCELINO  PAN Y VINO".

miércoles, 22 de octubre de 2014

UNA FOTO, UNA HISTORIA

¿Cuánto tiempo hace que no habéis vuelto a abrir un álbum de fotos? Y no me refiero a un archivo digital con fotos, miles de fotos, tomadas con el móvil o cualquier artilugio digital.
Abrir un álbum de esos de hojas gordas y negras separadas por el célebre e incomprendido papel cebolla que sirve de escaparate a los retazos de toda una vida, es en cierto modo someter a la vida a una especie de moviola en la que vuelven a pasar instantes de una vida ahora congelada.
Antes una foto no se sacaba todos los días. Era algo especial en un día especial. Ahora la mayoría de los niños tienen más fotos que una estrella de esas de Hollywood de los años cuarenta. Sin embargo, antes para sacarse una foto de toda la familia, en mi caso al menos, se hacía los domingos por la mañana, en un día y hora prefijado, en el estudio del fotógrafo de turno, y por supuesto que vestidos con las mejores galas y repeinados para la ocasión.
Es una sensación extraña el revivir retazos de una vida que aparentemente piensas que no hace falta hacerlo porque crees que lo tienes todo en tu cerebro, pero ver una foto de hace muchos años es algo más, es sacar la vida de contexto y verla desde otro ángulo, desde la cuarta pared que se diría en teatro. Es verte con los ojos que te veían los demás, porque tú nunca te ves como eres, sino como crees que eres, y ya se sabe que del dicho al hecho, pues eso, que hay un trecho.
Sonrisas sinceras en su momento, ahora simplemente congeladas. Escenas de una fiesta que ahora ya no recuerdas el por qué, un brazo entorno al hombro de un amigo que ya no está, él no está, la foto sí, maldita foto.
Creemos tener asentado en nuestro interior el paso del tiempo, pero una simple foto puede trastocarlo todo, incluso hacerte recordar, así, a la cara, sin anestesia, cómo eran en realidad las cosas, y no lo que has querido recordar.
Los recuerdos, nuestros recuerdos, siempre se pasan por el tamiz de nuestros sentimientos, lo que los jóvenes definirían como un “Photoshop” virtual, olvidando las arrugas y defectos de una vida, como todas, llena de luz y de sombras, descartando éstas, y ensalzando y modelando las luces, intentando, eso sí, que no nos cieguen.
Esta foto, la que traigo hoy, es de Febrero de 1979. ¡Casi nada! Un Londres en versión original del que poco a poco cada vez ibas entendiendo más, y dándote cuenta de que en todos los sitios cuecen habas, aunque parezcan más interesantes porque te lo cuentan en un idioma que no es el tuyo. Un Londres en el que para las cuatro de la tarde ya era de noche, y no podías distinguir si el frío de la soledad era más cruel que el otro, el atmosférico. Un Londres en el que no ejercías de "guiri" sino de emigrante disfrazado de estudiante de inglés.
De cabecera, un libro que me sirvió de guía: "Londres para turistas pobres". 
El mismo autor, Joaquín Merino, desgraciadamente ya desaparecido, también escribió otro libro titulado: "Londres para turistas ricos", pero si tienes dinero... ¿para qué necesitas un libro que te aconseje qué hacer? Lo descubres entre billete y billete. ¡Vamos! Es lo que este vecino haría si tuviera la oportunidad.
Una vida en la que te forjabas amigos, como siempre, para toda la vida, de los que desgraciadamente ya no sabes nada. Quedan unas fotos y recuerdos. Si tengo que ponerlos en una balanza, deseo que pesen más los recuerdos, aunque estén editados y oculten en cierta manera la verdad, porque es con los que tengo que convivir. Lo otro, las fotos, por mucho que griten la verdad, atrapadas en un libro, nadie nunca las escuchará, aunque las vean durante décimas de segundo.

FOTO: F.E.PEREZ RUIZ-POVEDA