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sábado, 20 de febrero de 2016

LAS CINCUENTA SOMBRAS DE CAMERON



Como era más que cantado, incluso más que el Festival de Eurovisión, los líderes de los 28 estados que componen la Unión Europea, han llegado al acuerdo de que el Reino Unido pueda utilizar una especie de freno de emergencia, o de segunda velocidad, en el caso de que ciudadanos comunitarios trabajando en el Reino Unido signifiquen, por decirlo de alguna manera, una carga excesiva para sus finanzas.


Según el acuerdo alcanzado hoy, se permitirá que los europeos que lleguen al Reino Unido a partir del momento en que se ponga en marcha el mecanismo - previsiblemente por Enero del 2017, según el mismísimo Señor Cameron - no puedan acogerse a beneficios sociales en los siguientes siete años a los que, en cambio, sí tendrán derecho los trabajadores británicos. Por lo que ante un mismo puesto de trabajo, los ciudadanos europeos, o del resto de Europa, o del continente, recibirán más o menos en función de su pasaporte. No solo eso, sino que el mecanismo afectaría también de manera retroactiva a quienes ya disfruten de esos beneficios a partir del 2020.


Vaya por delante, que por motivos personales quiero mucho a los británicos, especialmente a los ingleses, porque pasé tres años de mi vida en Londres, y eso no se puede, ni se quiere, olvidar. Pero también me da más visión para poder criticarlos.  


Y hoy, este vecino del mundo se siente cabreado, muy cabreado, porque al final los ingleses han conseguido lo que querían, como siempre. Aunque, en realidad, este final estaba más que cantado, porque el resto de los países ya iban a la reunión a calzón quitado, y si hacía falta se practicaban las cincuenta, e incluso las sesenta y nueve, sombras de Cameron.


Si pensamos en la famosa frase “a donde fueres haz lo que vieres”, un británico viene por ejemplo a España, y en realidad lo que hace es convertir la pequeña parte de España en la que está, en su país.
Lectores, por ejemplo, de la zona Sur y Este de España, en la que hay muchos núcleos de británicos viviendo, podrán corroborar que lo que han hecho es crear pequeñas comunidades británicas con sus pubs,  y viven a su manera, incluso con camareros que no tienen repajolera idea de español, y en lugares en los que claramente te hacen sentir que el “guiri” eres tú. Si los españoles de a pie vamos por allí tendremos la sensación de que nos hemos perdido algo, y sin comerlo ni beberlo nos hemos confundido de país, y ya no estamos en España. Todo ello, dicho sea de paso, con la consiguiente reacción del gobierno español de "no sabe, no contesta".


¿Cómo se sentirán los griegos, por ejemplo, teniendo en cuenta como, hace menos de un año, se les trató a ellos?


En tiempos de nuestros abuelos se decía aquello de que "el que tiene padrino se bautiza y el que no …”. Y recuerdo también, que nunca terminaban el dicho, sino que medio daban a entender mediante gestos, todos ellos negativos, a los que este vecino del mundo los “traducía” como “…y el que no, se jode”. Sin embargo, hoy precisamente, preparando este texto, me he enterado del final verdadero del dicho, que siendo más políticamente correcto, incluso es, al entender de este vecino, más tajante. Y dice: “El que tiene padrino se bautiza y el que no, se queda hereje”.


Desde que me he enterado de ese final, sigo dando vueltas a la idea de si los herejes ahora son los británicos, o el resto de Europa. Lo que sí sé, es que sea lo que sea, ellos se han quedado la mejor parte. Porque, precisamente, ya lo dice otro dicho: ”El que parte y reparte, se lleva la mejor parte”, y las fotos de esas sesiones maratonianas, ya lo dicen: Los españoles solo nos hemos llevado unas cuantas pizzas, que las han comido, con nocturnidad y alevosía, para más inri, los que posiblemente “ya” no estarán en el gobierno dentro de cinco minutos.



Los británicos, y olé para ellos, siguen con su Imperio, aunque de vez en cuando (una vez al año), sus vástagos se desmadren en Magaluf y similares, porque precisamente, y lo han demostrado hoy una vez más, quieren y pueden. Los demás, nos comemos el resto de la pizza, mientras sentimos unas profundas y desgarradoras agujetas, no por practicar, sino porque nos practiquen, las cincuenta, o más, sombras de Mr. Cameron.



*FOTOS: DE LA RED