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sábado, 20 de abril de 2019

OTRO GÓLGOTA...



Leo el extracto de una noticia en un periódico digital:Muere un joven atropellado por una conductora ebria en Barcelona” y ese puede ser el primer mazazo del día.

Si bien es triste el irse de este mundo con el sinsentido trascendental de la muerte, peor es “marcharse por un error histórico”, algo así como mezclarse o interferir dos historias, dos expedientes, que no tienen nada que ver, llevándose por delante el uno al otro. Como quien derrama su taza de café con leche sobre su teclado, al estar contemplando extasiado lo bien que le queda, en su muñeca, ese Rolex que le acaban de regalar y que se ha convertido en el comienzo del fin de una historia que pudo ser.

Y es que todas las mañanas pueden transcurrir bien hasta que se tuercen, y este sábado visto por el bagaje  de alguien que por sus años y sus creencias  no ha olvidado el concepto de “Sábado Santo” o “Sábado de Gloria”, ni antes de tararear, deja de lanzar una furtiva mirada de valoración en días que fueron muy castigados con prohibiciones durante el franquismo, nunca puede acabar en el cielo, sin pasar al menos por el Purgatorio.

Y un sábado muy nuboso, sin un guion nada claro que lo haga atractivo de vivir, tiene un mucho de purgatorio y una pizca de interrogación, como las buenas recetas de conventos. Y es que “purgar” las penas tiene mucho de elaboración manual, de quemarse en los infiernos hasta que el tueste sea el deseado, y que el sufridor nunca sabe cuándo será.

Este vecino no ha querido indagar más porque seguro que iba a empeorar, pero por esas casualidades de enlazar links con noticias, ha encontrado otra que ampliaba la anterior, y que me ha reforzado en la creencia de que “sólo” podía empeorar: “El fallecido tenía veintidós años”. Sobran las palabras e incluso añadir que tenía “todo un mundo por vivir”.

Al final, y habla lo que queda del creyente que siempre he sido, la Semana Santa también la hacemos todos, y hay mucho Gólgota con diferentes nombres y decorados, pero el mismo sufrimiento.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 10 de abril de 2015

CUANDO EL DESTINO TE PONE MIRANDO AL SUR



Cuantos más detalles vamos recibiendo del intento/simulacro/cachondeo de salvamento de los tres espeleólogos españoles que tuvieron un grave accidente en una cueva en Marruecos, más ganas da de llorar, ante semejante cúmulo de presunta, por no meternos en problemas, ineptitud por parte de las autoridades marroquíes, y lo que pueda tocar, que toca, a las nuestras.

Y mientras el gobierno español, como siempre, intentando hacer sin hacer, tomando medidas, sin tomarlas, y una vez más el destino nos pone "mirando al sur".

El relato del único superviviente, Juan Bolivar, ayer, primero en una rueda de prensa, después por la noche en la radio, pone la carne de gallina, y recuerda más a las andanzas de un Inspector Clouseau, que de una estrategia de rescate normal y corriente. Con el agravante de que está viendo morir a su compañero tras cinco días de sufrimiento por la falta de pericia de los dos miembros de la Gendarmería marroquí, que visto lo visto, su incapacidad es más que demostrable, y que todo tipo de mando intermedio ahora va a intentar quitarse de en medio. Porque está claro que caerá alguna cabeza, pero ya sabemos que en estos casos siempre es mal y tarde.

Nuestros vecinos desde la época de la célebre y desgraciada Marcha Verde nos tienen tomada la medida, y saben que el león español de fiero no tiene nada. 

Precisamente y empalmando con esta desgraciada noticia, el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha propuesto juzgar a once altos cargos y militares del Gobierno de Marruecos a los que imputa, entre otros, un delito de genocidio por los crímenes que se cometieron contra los refugiados del Sahara Occidental entre los años 1975 y 1992, a la vista de las pruebas encontradas y auditadas en una fosa común, con restos de españoles a todos los efectos.

Como se suele decir: - No quieres taza, pues toma taza y media. Y este vecino del mundo se está refiriendo naturalmente al gobierno español, que si quería no poner más nervioso al vecino del sur, se le están acumulando las razones para al menos no llamar a su puerta solo para pedir “perejil”, y hablar del comportamiento de sus "hijos", que por de pronto, y en el caso de lo acontecido durante el intento de salvamento de los tres espeleólogos, decían tener unos conocimientos y material, que al menos en este caso, no han demostrado.

A todo aquel que siga desde hace tiempo a “este vecino del mundo”, ya sabe que si algo es, es demócrata, tranquilo, y entiende y comprende todo lo entendible y comprensible. Pero llega un momento, como se suele decir, o te atas los machos, o te toman por el pito del sereno, y ya los serenos hace tiempo que se perdieron en la curva del tiempo. ¡Ojo! Y que conste que el vecino del mundo no lo dice porque en este caso el problema tiene aires africanos y parece que puede ser más fácil tomar medidas. Cuando ha tenido que  opinar en contra de franceses, alemanes, o cualquiera que fuera su origen, también lo ha hecho.

Porque a este vecino del mundo no le duelen prendas, y no deben doler, no por el orgullo patrio, no, que eso siempre es muy ambiguo, sino porque por burocracia, por aparentar una preparación o por lo que fuera, tres personas, que en este caso, da la casualidad de que son españoles, han tenido un problema muy grave, y dos de ellas ya no están entre nosotros ni para que les pidan perdón, ni para perdonar.

Está claro que no debemos esperar ninguna declaración del Señor Rajoy, a la sazón Presidente del Gobierno, porque en numerosas ocasiones ha declarado que él de muchas “cosas” no habla, y seguro que de ésta tampoco. Es más, seguro que no merece ni la categoría de colocar la televisión de plasma. Porque mientras la gente "normal" tiene un ángel de la guarda, eso dicen,  Rajoy tiene un plasma. No se debe de fiar ni de un espíritu, o el espiritu de él, vaya usted a saber.

En este momento solo me viene una frase a la cabeza: Por vuestros actos os conocerán.

*FOTO: DE LA RED



jueves, 26 de marzo de 2015

¿PROPÓSITO, O DESPROPÓSITO?



Antes de nada quisiera expresar mis condolencias por lo ocurrido ayer con el accidente del avión de la Compañía Germanwings que cubría la línea aérea Barcelona – Düsseldorf, en el que han muerto los 150 viajeros, entre pasajeros y tripulantes, de los que, al parecer, 51 son españoles.

Desgraciadamente vamos acumulando experiencia en sucesos de este tipo, y a los medios de comunicación se les llena, cada vez más, la boca, del cumplimiento de un comportamiento ético, y que respete a los fallecidos y a sus respectivas familias. Y el resultado es, una vez más, lamentable. Eso sí, una y otra vez los canales tanto de radio como de televisión, con sus estrellas correspondientes desplazadas al triste lugar, nos cuentan todo tipo de historias de cada uno de los hasta ahora desconocidos pasajeros con voces apesadumbradas, como lógicamente merece, y en apenas cinco segundos, y por magia no de birlibirloque sino de la publicidad, llegamos al éxtasis del consumismo. Verdaderamente lamentable.

Si como han estado hasta ahora llenándose la boca de intentar aislar a los afectados en una especie de burbuja impermeable a las noticias sobre lo ocurrido, solo queda decir que el esfuerzo ha sido yermo en resultados. Con la novedad además, en las últimas horas, de que lo que antes era un drama arrebatador, y por lo tanto rotundamente serio, se está convirtiendo en un híbrido entre el thriller y una superproducción al más puro estilo hollywoodiense. Con intentos de explicaciones de un posible desenlace fatal debido a una decisión por parte del copiloto, en el que se está aplicando la etiqueta de “posible suicidio” a una decisión que de ser así, se hubiera llevado por delante a un centenar y medio de personas que no tenían ni arte ni parte.

Una vez más tanto las autoridades políticas como los medios de comunicación están jugando a ser políticamente correctos, ante unos hechos que nos presentan a un copiloto como un joven de 28 años, alemán, que pudiera arrastrar algún problema emocional. Es como para rasgarse las vestiduras ante un fariseísmo reinante que intenta encontrar una razón, un “algo” para una respuesta que no existe, y en la que no nos tomaríamos el mismo tiempo, si el país de origen del copiloto, o incluso su religión, hubiera sido otra.

Vaya por delante que este vecino del mundo no quiere justificar en ningún caso lo ocurrido, sea por causas mecánicas o por la decisión irracional de una persona, pero que el lenguaje de los que están dando todo tipo de explicaciones plausibles hubiera sido totalmente diferente si el perfil del copiloto hubiera sido otro, concretamente su nacionalidad o su religión.

De todas maneras, convendrá seguir el desenlace de este suceso, ya que al ser un accidente fuera de nuestras fronteras, seguro que el camino que tomarán los acontecimientos no se parecerá en nada a los que en general tristemente suelen ocurrir en nuestro suelo patrio; que es el que pasen muchos años entre estudios de todo tipo,  y culpas normalmente repartidas entre gente ya fallecida y que no se puede defender, y unos juicios tan distantes en el tiempo que parecen incluso perder su sentido.

Este vecino del mundo  recuerda que de pequeño le intrigaba mucho eso del “propósito de enmienda”, pero en realidad siempre queda en algo formalmente complejo, que tras ser analizado es totalmente vacuo. Y si no, éste es un ejemplo perfecto: el mismo o peor comportamiento, por parte de todos, eso sí.


*FOTO: DE LA RED


martes, 18 de marzo de 2014

EL ÚLTIMO TUNEL

Siempre había pensado que lo del túnel y la luz al final del mismo, era un tópico tanto cinematográfico como coloquial. Sin embargo, ahora me encuentro inmerso en él.
Ha sido hace unos momentos, creo recordar, que he tenido un accidente. No ha sido mi culpa, de hecho estaba cruzando un paso cebra y el semáforo estaba en verde… Pero, ya se sabe… En Donosti ser peatón y despistado se puede penar con la muerte. Y aquí me encuentro ahora, en un túnel, frío y con muchas filtraciones de agua. Aunque el agua sea celestial, está fría de c... ¡Bueno! Mejor no voy a hacer comparaciones para no decir ningún taco, porque, en mi caso, y se supone que con el juicio final cercano, conviene no tentar al diablo. Y nunca mejor dicho.
Tenía que haber traído las gafas de sol, porque estaré en espíritu pero por lo que compruebo ahora, los espíritus también tienen ojos y les molesta esta luz. Que bien pensado, a final de mes se tienen que gastar una verdadera fortuna en la factura de la luz. Aunque me imagino que la compañía eléctrica de turno también será de Dios. Y es que, como Dios lo sabe todo, también debe de saber invertir en negocios que nunca fallan.
Comienza a oírse el eco de unos pasos. Es alguien que se acerca, y como marca la tradición cristiana debe de ser San Pedro con las llaves.
La hiriente luz frontal no me deja ver bien la figura que se está acercando, pero por las formas, cada vez más definidas, juraría que para ser “el apóstol”, tiene unas curvas bien sugerentes, y su manera de andar recuerda a la de una modelo de pasarela.
Si es un espíritu, es, y ahora lo puedo confirmar, el de una mujer, rubia, y todavía joven…
¡No puede ser! Como dirían en la tierra, si no quieres taza, toma taza y media.
Uno ya estaba harto de encender el televisor, y que en cualquier anuncio apareciera ella…
Estaré en un mundo de espíritus ahora, pero parece que para tomar contacto, un espíritu con otro, eligen la fisonomía de personas de carne y hueso. Y la persona que me esperaba al final del túnel, o al menos su apariencia,  no sé si para bien o para mal, no es otra que…Martina Klein.
No es una buena manera de comenzar mi último viaje, si en la vida eterna se usan las maneras terrenales…Y no se puede decir eso de que Dios me asista, porque ya lo está haciendo, y la cosa no va nada bien…

*FOTO: DE LA RED

viernes, 26 de julio de 2013

HARTO DE ESTAR HARTO

¿Qué es ser políticamente correcto?
¿Ver los documentales de la 2, escuchar música clásica, leer un buen libro es lo normal? O quizás simplemente es lo que se quiere representar pero muy pocos lo hacen.
¿No es políticamente correcto decir que ya estoy harto de tantas imágenes, del accidente de Santiago con “moviola” y presentadores de los informativos a pie del lugar del accidente con sus trajes y sus posturas estudiadas?
No lo será pero lo pienso, porque no es lo mismo ver una película de ficción en la que ocurren mil y un catástrofes, pero todo absolutamente trucado, que ver aunque sólo sea once segundos de un accidente real, sabiendo que son personas de carne y hueso las que viajaban y vivían hasta ese momento.
No soy familiar de ninguna de las personas involucradas en dicho accidente, pero si lo fuera pensaría que en cada instante que se repite ese dramático y triste suceso en las pantallas de la televisión, cada vez más cerca, a mi hijo o a mi hija, por ejemplo, le volvería a pasar lo mismo, y eso no me parece ni justo, ni decente.
¿No es tampoco políticamente correcto decir que esos mismos periodistas punteros, hasta ayer mismo ya estaban de vacaciones, y han vuelto porque representan a un programa, y a una cadena, que al final del mes, intentará decir con mayor o menor grado de exactitud que han ganado miles de “oyentes”, que en realidad no es lo mismo que”escuchantes”?
No será correcto, pero lo pienso, y todo ésto consigue además que haga sentirme como una mala persona por estar harto de estar harto.
¿Cuándo se debe de dejar de hablar de un suceso como el de ayer? Porque dejar de hablar no es lo mismo que dejar de recordar, ni de sentirlo con un dolor que hiela el alma.
Mi padre falleció hace veintitrés años, y este vecino del mundo no habla de ese tema, sin embargo no ha pasado ningún día, desde entonces, en que no me acuerde de él, y de su ausencia.
Han muerto hasta el momento setenta y ocho personas, setenta y ocho historias de amor o desamor que han acabado injustamente, y nadie va a cambiar eso porque se repitan más o menos imágenes, o citen todos sus nombres y apellidos, o aparezcan el rey o el presidente del gobierno dando el pésame, porque eso no se da, se siente y no hace falta hacer alarde de ello, ni que forme parte de ninguna lista de audiencia. Espero que todo esto se entienda, y sino seguiré pensando lo mismo de todas maneras.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 25 de julio de 2013

HOY TENGO QUE HABLAR

Hoy, debería de hablar de la cantidad de cosas que me han ocurrido en apenas cuarenta y ocho horas, desde que este vecino del mundo ha cambiado de aires, los donostiarras por los torrevejenses.
Hoy, debería de hablar de cómo se va notando la diferencia, con notas de crisis, en una localidad acostumbrada a servir de decorado de muchos sueños de vacaciones, y en los que, cada vez más, restaurantes marineros, de comida campechana, y precios desorbitados, dan paso a restaurantes monocordes, de color wok, y precios recortados, como los ojos de sus propietarios, recortados orientalmente.
Hoy, debería de hablar de esos trabajadores o trabajadoras vacacionales que meten horas extras para poner sus sillas y sombrillas los primeros de la mañana, mientras sus señoras o señores disfrutan de un palmo más de cama, y de arrobas de tranquilidad marital.
Sin embargo, hoy tengo que hablar de lo ocurrido con más de dos centenares de personas que ayer por la noche tuvieron la mala suerte de estar en el sitio equivocado, en el momento equivocado, y que sus vidas han girado inevitablemente mientras su tren no lo hacía en una curva en las inmediaciones de Santiago de Compostela.
Hoy tengo que hablar del momento cuando la política desaparece para hablar de sentimientos, y de muestras de ayuda, solidaridad, y amor entre desconocidos pero entendidos por pertenecer a la misma especie, y donde una lágrima significa lo mismo en cualquier idioma.
Hoy tengo que hablar de esos momentos que trascienden al tiempo, y son algo más que una foto para los votantes, y unos datos para un archivo. Momentos en los que sobran las palabras, porque no pueden describir la crudeza de unas vidas rotas que han terminado para siempre, y de otras que inevitablemente nunca volverán a ser como antes de aquella curva, que fuera por lo que fuera, se tomó mucho más rápida que la despedida que no tuvieron los que por siempre han quedado anclados en ese momento.
Hoy tengo que hablar de todos esos cargos involucrados en este suceso, para que después de las fotos y las declaraciones, sigan recordando al cabo de un tiempo, que las víctimas no fueron nunca un número, sino un conjunto de sueños y esperanzas rotos sobre una fría vía de tren que en un tiempo fue lo último en tecnología, y que quizás ahora solo sea lo último de la tecnología.
¡Descansen en paz todas las víctimas del tren que nunca llegó a Santiago de Compostela, y nuestro pésame a todos sus familiares y amigos!