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miércoles, 19 de febrero de 2020

EL DESGOBIERNO VASCO



Lo del ya conocido como “caso Zaldibar” es como hubiera dicho un filósofo de tasca, para mear y no echar ni gota. Tras trece días del corrimiento de tierras en un vertedero cercano a todo, seguimos echándonos los trastos a la cabeza los unos a los otros.

Del “todo controlado” hemos pasado al descontrol más absoluto, por mucho que se nos diga lo contrario con dicción de ecos de sotana por parte del lehendakari. Por cierto, no se a vosotros, pero a este vecino del mundo la voz de Urkullu siempre le ha recordado la versión masculina de esa voz que nos recordaba “su tabaco, gracias” tras pedirlo en la máquina dispensadora correspondiente.

Espero, sinceramente, que nunca el Señor Urkullu me felicite por mi cumpleaños, porque con ese tono que tiene a púlpito, estaría convencido de que seguro que son los prolegómenos a mis exequias.

Este caso, desgraciadamente, hace tiempo que tomó tintes de humor negro, y junto con las recomendaciones de no airear las casas, y no hacer deporte al aire libre, se les olvidó decir lo más importante: que respiremos, pero poquito.

Hoy nos despierta el Diario Vasco con un titular en portada:
“El vertedero de Zaldibar presentó 23 faltas en la última inspección, «ninguna grave»” Sinceramente, un verdadero dislate. Solo les ha faltado decir que todo fue “casi perfecto”.

Tiene toda la pinta de que el caso Zaldibar tiene mucho de Juan Palomo, “yo me lo guiso, yo me lo como”, y ha llegado un momento en que la cosa se les ha ido de las manos. 23 faltas, 23 copos de nieve, que rodando, rodando, se han ido transformando en el desastre perfecto. Si es que un desastre puede entrar en la perfección.

No sé si puede ser de juzgado de guardia que tras dos semanas, los dos trabajadores del vertedero sigan desaparecidos. Lo que sí sé, y no me cabe la menor duda, es que al menos alguien del desgobierno vasco, en este caso, debería sonrojarse hasta adquirir un morado perfecto.

Siempre, al menos lo hemos pensado, hemos tenido la suerte de nacer en el mejor lugar del mundo, y ser la admiración del mismo, pero esta vez al menos se nos ha ido la mano, la misma que utilizamos para acariciarnos el lomo y hacer la “V” de victoria.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 12 de mayo de 2014

HABLANDO DE POLÍTICA: EFECTO MOURIÑO

Ayer fue mi cumpleaños, y mirándome en el espejo mientras me limpiaba los dientes, conseguí no apartar esos ojos inquisitivos, y me hice comprender de que si no me cuido yo, quién me va a cuidar. Y aquí estoy, limpiando la lechuga para la ensalada del mediodía. Lechuga, y cebolleta, por aquello de lo que se come se cría, con unas lágrimas de aceite y vinagre , y un poco de sal a modo de caspa. Nada más, y nada menos, que hay seguro quien estará peor.
Alguna vez me ha pasado, que con el objetivo en mente de hacerme una ensalada de lechuga, he comenzado a improvisar más ingredientes, y al final se me ha olvidado la lechuga.
Uno, este vecino del mundo, va cumpliendo años y quiere seguir cumpliendo más. Por sobrevivir también, no vamos a mentir, pero sobre todo para joder al gobierno y que no baje, por aburrimiento o deceso, la cifra del paro, y que luego ellos digan que es por su buena gestión. Eso no me lo permitiría nunca, ni en el más allá.
Por cierto, ayer al mediodía pasaba por el Boulevard, en el centro de Donosti, y como había oído hablar de que un día de éstos comenzaba la vigésimo sexta edición de la Muestra de Teatro Joven, por un momento, pensé que había teatro en una carpa blanca instalada muy cerca del quiosco de música, no una carpa  cualquiera, que estamos hablando de Donosti y para Donosti, una carpa digamos que con pedigrí. Cuando estaba gozando con el humor irónico y socarrón del actor principal, aunque desde un primer momento me pareció un poco sobreactuado, me di cuenta de que me estaba confundiendo, y que en realidad era el lehendakari, Iñigo Urkullu. Siguiendo con el ambiente teatral, aclararé que, como todos los partidos estos días,  está intentando llevar su última obra a Europa, es decir, ganar uno de los pasaportes europeos que se “sortearán” el día 25.
Mientras, lo dicho, el vecino limpiando lechuga. Por este tipo de cosas, este vecino, y espero que vosotros también, se tiene que cuidar, porque tiene que dar mucha “lata” todavía, y que el dinero que gana un político, se lo tenga que currar, y bien.
Parece que me he levantado reivindicativo, ya perdonaréis, pero es que quizás, la culpa no es mía, y ocurre como con Mouriño, que acaban metiendo el dedo en el ojo, porque no quiero pensar que la política es eso: lechuga y teatro.

*FOTO: DE LA RED