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lunes, 15 de agosto de 2016

EL CORTE AFRICANO



Ayer por la noche salí, como se decía antiguamente, a darme un “garbeo” por el paseo marítimo. Debo de ser una de esas personas, me imagino que pocas, que disfrutan más dorándose de locura con la luna, aunque sean días en que sea cara de ver, que por el cruel y peligroso “Lorenzo”.  Este vecino está convencido de que pasearse bajo la “luna lunera” siempre te da un punto de locura, que te ayuda, más que a vivir, a sobrevivir.


En un momento dado del recorrido, en un paseo flanqueado por dos hileras  de palmeras, como cada noche de verano, los manteros habían montado su particular “Corte Africano”. Este año una de las estrellas en ventas de las imitaciones parecen ser las zapatillas deportivas. Como no tenía ni idea de los precios, nunca he preguntado ese producto, ayer me enteré de que las están vendiendo por 20 euros.


Sinceramente, teniendo en cuenta que son falsificaciones, el precio me pareció caro. Y que conste que no lo achaco al afán recaudador del emigrante de turno, sino al que les provee, y que supongo que en cierta manera dictará los precios. 


Teniendo en cuenta que en la zona en que me encuentro estos días, si algo sobra es calzado, pues es una de las industrias de toda la vida, por ese precio puedes comprar calzado de marcas desconocidas de calidad muy parecida.


¿Con respecto a que estén prohibidos y perseguidos?
Aunque las autoridades lo pregonen a los cuatro vientos, no lo hacen por los que vivieron por encima de sus posibilidades, es decir, por nosotros, y que en realidad ahora, visto lo visto, y lo sufrido por encontrar un trabajo digno, somos primos hermanos de los manteros. Lo hacen porque protestan las tiendas, que pagan todos sus impuestos, o eso al menos se supone, y me parece bien que lo hagan. Pero no disimulemos, no digamos que es porque no nos den gato por liebre, ya que el que les compra a los manteros, ya sabe lo que compra.


Hace mucho tiempo que nuestra vida está diseñada y dirigida por los propietarios de los negocios. Sino fijémonos, sin ir más lejos, y teniendo en cuenta que estos días es el paraíso de las celebraciones, que la mayoría de las fiestas están auspiciadas por muchos restauradores y empresarios locales, con “ayuda de nuestro dinero del ayuntamiento”.


Sin embargo, se pueden dar casos, y a este vecino del mundo le ocurrió, hace ya más de diez años, comprar en una tienda que se suponía tenía el sello en la puerta, de la marca del “cocodrilo”, y con el tiempo, por la mala calidad del producto, nos dimos cuenta de que era una falsificación. Y el lugar de compra había sido una tienda sita (me encanta esa palabra) en un centro comercial donostiarra, que está en el muy centro. Que conste que esa tienda hace tiempo que desapareció. En cierta manera, el tiempo pone a cada uno en su sitio.


Y este caso, el de una tienda en apariencia normal que te venda falsificaciones, no debe de ser inusual, cuando este vecino conoce a un propietario de una tienda, con él que tiene cierta amistad, que en un momento dado me comentó que él no compra a ciertas marcas por no tener muy clara su procedencia, y son marcas muy conocidas. ¡Ojo! En ningún momento le echaba la culpa a la marca en cuestión. Digamos que hay muchos, o puede haber, recovecos entre la marca e incluso la tienda.


Cuanto más lejos se fábrica un producto, para que salga más barato, más fácil es “copiarlo”, supuestamente. Siempre se ha comentado, que los planos para hacer “originales” en un momento dado se distraen...Por supuesto, que siempre en contra de los deseos de los propietarios de la marca.


El que ha estado de vacaciones en Túnez, por ejemplo, conoce grandes tiendas en las que sólo se venden, ellos dicen, “imitaciones”, claro está que mucho más barato que en las “grandes superficies nocturnas” como la de ayer.


Este tema siempre es muy difícil de abordar, y además nos debemos de alejar de lo políticamente correcto; y como en todo, cada uno mira lo suyo.  Y los malos, si los hay, siempre son los demás. Mientras, el cliente, que lo es las veinticuatro horas del día, debe vigilar su bolsillo, para que no le roben ni los unos ni los otros.


*FOTO: DE LA RED

sábado, 27 de junio de 2015

26 DE JUNIO DEL 2.015, DÍA PARA NO OLVIDAR

Este vecino del mundo hoy está muy triste.

Con días como el de ayer (cuatro atentados en cuatro países diferentes de tres continentes, con más de sesenta muertos y muchísimos heridos) se suele decir que es un día para olvidar, pero eso es precisamente lo que no hay que hacer, olvidar, lo cual no significa que nos dejemos llevar por nuestros instintos, muy al contrario.

Pero tampoco hay que olvidar el comportamiento de los medios de comunicación. Este vecino del mundo, que a medida que pasan los años no se acostumbra con las imágenes violentas, sino muy al contrario, aunque sean de una película y sepa que son fingidas, vivió ayer, y sin ser advertido, una orgía televisiva en el que se mezclaban imágenes de ayer mismo, en especial fotos de la playa en Túnez, con imágenes de reclutados terroristas tanto en acción como en entrenamiento.


Antes al menos, se solía advertir con la frase “las imágenes que vamos a emitir a continuación pueden herir su sensibilidad”, pero lo de ayer fue como un gran buffet de violencia en el que solo lo podías tomar, porque para cuando lo querías dejar ya había pasado todo concentrado.


El concepto histórico de “guerra” hace tiempo que cambió y ahora se utiliza por decirlo de alguna manera, y para que se le entienda  a este vecino del mundo, una especie de guerra de guerrillas, aunque las guerrillas estén compuestos por dos o tres individuos, que lo que en realidad buscan es eco en los medios de comunicación para que se amplíe el poder de sus hechos, y lo de ayer, vaya que sí se amplió…


Personalmente creo que las imágenes de gente ya inerte sobre la playa, en Túnez concretamente, creo que sobraban, y no solo por los espectadores, sino por esa misma persona y sus familiares. Y no me vale que luego se diga, como ocurrió en el 11M, que YA NO SE VAN A EMITIR MÁS, porque ya se ha hecho.


Ahora vendrá el típico listillo, mezclando churras con merinas y me dirá que voy en contra de la libertad de expresión, cuando es más que evidente que este vecino la está “usando” desde el primer momento, pero sobre todo las imágenes, esas que siempre se han dicho que valen más que mil palabras, convendría restringirlas, tanto por la intimidad de las mismas víctimas como por sus familias, porque en cierta manera se está haciendo el “caldo gordo” al autor de los atentados.


Este vecino del mundo ha estado de vacaciones en Túnez dos veces, con unos recuerdos impagables para con su gente, personas encantadoras y que no solo te ayudan por un punto crematístico, sino que son buenas personas, en el mejor sentido de la palabra “bueno”. Por eso, los hechos acaecidos ayer le duelen doblemente, porque se supone que todos pertenecemos al mismo género humano, se lleve armas o corbata.


*FOTO: DE LA RED

jueves, 19 de marzo de 2015

LOS QUE PAGAN LOS PLATOS ROTOS...



Hace un día espléndido, y además día del padre. A este vecino del mundo no le va a quedar más remedio que rascarse el bolsillo y celebrarlo con la familia fuera de casa.

Por lo demás, hoy este vecino del mundo tiene una gran pena no solo por los fallecidos ayer en Túnez (veinte según las últimas noticias), que por supuesto siempre es una gran pérdida, e injusticia, el morir a manos de los deseos de otros, sino por esa tierra, Túnez, a la que he tenido la suerte de visitar, con mi mujer, por dos años seguidos,  y de la que nos quedamos enamorados. Una gente luchadora, muy sincera, extremadamente cercana, y con el alma de un niño, con ganas de conocer y de darse a conocer. Su gran reclamo es el turismo, y con lo sucedido van a sufrir grandes pérdidas en su economía.

Los tunecinos que conocimos, especialmente en Hammamet, que fue nuestro enclave las dos veces que fuimos, son gentes nada maleadas por el turismo, y que a poco que te acerques te hablan sinceramente de sus deseos y problemas. Y la gran mayoría lleva en sus pupilas la inocencia de un futuro por conocer, y crecer económicamente para su familia.

Hay un detalle que nos ocurrió, a La Nuri, mi sufrida, y a mí, durante nuestra primera estancia y que a la postre creo que define muy bien el carácter de ese pueblo. Siempre nos alojamos, las dos veces, en el Hotel Chich Khan, un cuatro estrellas totalmente recomendable. Era la hora de la comida, y aunque se oía un murmullo por parte de los comensales, el ir y venir de los camareros era totalmente silencioso, rápido y seguro. Un joven camarero llevaba una especie de armario metálico con ruedas, y dentro, muchos platos. En un momento dado, y con gran estrépito se volcó el artilugio. Y en apenas diez segundos, con ayuda de todos sus compañeros, y sin pedirlo él, la escena había desaparecido, y ya sólo quedaba el joven afectado por el incidente, barriendo, y “borrando”, los últimos signos del desliz.

Minutos después se nos acercó un camarero al que ya habíamos conocido días atrás, y nos dijo que era el primer día de ese camarero, y que todos le ayudaban para que aprendiera, y que a cualquiera le podía haber pasado.
La Nuri me miró, y no hizo falta decirnos nada, porque nos entendimos, y sonreímos. ¿Qué hubiera pasado si la misma escena ocurre en España? ¿El comportamiento hubiera sido el mismo? Quizás desde la atalaya del vecino del mundo las cosas se distorsionan por  verlas desde otro ángulo, la experiencia, pero mucho me temo que hubiera habido cuchilladas chivatas y dedos acusadores,a los dos minutos, en la puerta del encargado de turno.

La mayoría de los españoles llevamos dentro un Luis Miguel Dominguín acostándose con Ava Gardner, no porque es hermosa, sino por famosa, y, lo que es más importante,  para poder contarlo a los amigos. Porque muchos seguirán siendo de la opinión de "¿Si no se puede contar, para qué vivirlo?"

Por eso, y ya para terminar, este vecino del mundo hoy está muy apenado por lo ocurrido ayer en Túnez, no solo por las personas afectadas por el acto terrorista, y sus familias, sino por ese pueblo que en el fondo es la victima real, y el que va a sufrir las consecuencias de ese turismo, que una vez más, se mostrará esquivo. Desde aquí todo nuestro cariño al pueblo tunecino. Lo ocurrido con el camarero y los platos ratos..., toda una metáfora.


*FOTO: DE LA RED





jueves, 22 de agosto de 2013

FIEBRE VERANIEGA (Y III)

Hoy vamos a cerrar esta ventana abierta hace ya tres semanas, con lo que nunca se dice, ni se contempla, en los “sesudos” estudios sobre el veraneante medio.
La mayoría de los turistas extranjeros que vienen a España, no es, ni por la belleza de sus pueblos, que la tienen, ni por la cordialidad de sus gentes, que también. La gente elige España, especialmente en la actualidad, porque otros países que podían ofrecer “artículos” parecidos, como son Túnez y Marruecos, son menos seguros y problemáticos, y los precios son más baratos que en los países de origen del visitante en cuestión. Lo mismo ocurría en su momento, y ahora otra vez, con el rodaje de películas extranjeras, como la que va a rodar sobre Moisés, en breves semanas, Ridley Scott en tierras de Almería. Los precios son más baratos, y la calidad de los técnicos muy buena, y lo demás son zarandajas y excusas para no decir la verdad.
La colonia británica que se pasea por nuestras costas, cerveza va y cerveza viene, es totalmente alérgica a cualquier tipo de ejercicio, a excepción del de levantamiento de vidrio sobre barra fija proveniente del día anterior, antes de la tempranísima y aterradora hora de las once de la mañana.
Está comprobado además, por aquello del todavía quijotismo hispano, que los peores sitios de un restaurante, junto a las corrientes del aire acondicionado, y posibles efluvios provenientes de los aseos, los camareros se los quieren “endiñar” al turista nativo, por el simple pensamiento de que si no vienes hoy, vendrás mañana, pues no tienes la “capacidad crematística” para trasladarte fronteras afuera.
Las disparatadas ganas que entran al turista medio, especialmente a la hora de la cena, de hacerlo fuera del recinto donde reside esos días, bien sea en apartamento alquilado o en hotel, aunque todavía haga mucho calor y la humedad reinante bata records un día sí, y el otro también. Es frecuente, al menos en Torrevieja, y pueblos aledaños, el guardar cola en las terrazas, incluso de más de un cuarto de hora, para cenar, y no estamos hablando de restaurantes de rancio abolengo, sino en cualquier chiringuito del tres al cuarto.
Y ya para terminar, recordar también la fiebre de comprar, comprar todo e irracionalmente, que nos entra estos días, y que incluso se traslada a la misma playa, en la que aparece el equivalente del top manta hispano, o retazos del mercadillo de toda la vida, vendiendo batas, biquinis, camisas, pantalones cortos..., todos de marcas extrañas, si las tienen.

*FOTO: DE LA RED