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lunes, 24 de julio de 2017

SANTIAGO, Y ...¿ESPAÑA, DÓNDE ESTÁ?


Desde que España es "muchas, pequeñas y cabreadas", como diría el gran Pedro Ruiz, este vecino del mundo nunca sabe a ciencia cierta, si en la puerta de al lado, léase autonomía o similar, es fiesta en días como el de mañana (25 de Julio). Hoy, concretamente, la sorpresa, la mía, ha sido mayúscula al comprobar que lo que antaño era el Gran Día de Santiago (santo y seña de todas las Españas), y fiesta nacional sin contestación, ahora sólo es fiesta en Galicia y Navarra.

Y es que aquel dicho, y sobre todo su concepto, aunque ya no se comente, por ser políticamente incorrecto, de “Santiago, y cierra España” pesa mucho. E inmediatamente, en esas discusiones intimas que todos tenemos con "nuestro otro yo”, me he dado la razón al pensar que si fuéramos Estadounidenses, no en todos nuestros Estados celebraríamos el 4 de Julio, por aquello de ganadores y vencidos.

Aún recuerdo aquel 25 de Julio de 1992, mañana  se cumplirán 25 años, cuando comenzaron los Juegos Olímpicos, en Barcelona, se eligió aquella fecha por el significado nacional, y….

¡Cómo han cambiado las cosas!  Hoy es el día que lo de lanzar una flecha al pebetero barcelonés, incluso tendría mucho morbo, y sobre todo peligro, estando el palco lleno de autoridades españolas, … Y entonces, sin embargo, fue toda una innovación en el devenir de las siguientes Olimpiadas. Este vecino del mundo, confiesa que en aquellos momentos se sintió muy orgulloso de haber nacido en el país que había sorprendido a todo el orbe. Ahora, seguro que seguimos sorprendiendo, un día sí y el otro también, pero negativamente.

Aún recuerda este vecino del mundo, y en otro orden de cosas, cuándo se comenzaron a poder “repartir y variar” fiestas en cada una de las comunidades. Algunas, y no señalaré para no hacer daño, sin dudarlo quitó el Día de Reyes, por el claro sabor religioso, pero, aunque no lo reconocieron, por la presión de los comercios y de toda la industria que se mueve en esas fechas, a la semana ya habían reconsiderado la medida.


Al final, resultará que el mayor Dios de estos tiempos, es y será el dinero. Y se pueden respetar fiestas por muy católicas que sean, siempre que muevan mucho dinero. Lo demás, puro postureo, o como se dice ahora, como arma arrojadiza, populismo en vena.

Luego nos llevaremos las manos a la cabeza si en tal o cual partido de futbol, si en tal autonomía, se silva el himno nacional, o incluso si a "tal" equipo, siempre se le ve como al más español de todos, por muchos extranjeros que tenga en sus filas, pero eso sí, con la suerte de que nunca será facha, eso dicen, y "el otro", también lleno de extranjeros, siempre será, eso dicen también, "independentista declarado", aunque, irónicamente, nunca se haya planteado abandonar la liga española. 

La cosa viene de lejos y, con una expresión inequívocamente española, lo que te rondaré morena

Al final, va a ser verdad eso de que nosotros somos nuestro peor enemigo...

*FOTO: DE LA RED


viernes, 26 de julio de 2013

HARTO DE ESTAR HARTO

¿Qué es ser políticamente correcto?
¿Ver los documentales de la 2, escuchar música clásica, leer un buen libro es lo normal? O quizás simplemente es lo que se quiere representar pero muy pocos lo hacen.
¿No es políticamente correcto decir que ya estoy harto de tantas imágenes, del accidente de Santiago con “moviola” y presentadores de los informativos a pie del lugar del accidente con sus trajes y sus posturas estudiadas?
No lo será pero lo pienso, porque no es lo mismo ver una película de ficción en la que ocurren mil y un catástrofes, pero todo absolutamente trucado, que ver aunque sólo sea once segundos de un accidente real, sabiendo que son personas de carne y hueso las que viajaban y vivían hasta ese momento.
No soy familiar de ninguna de las personas involucradas en dicho accidente, pero si lo fuera pensaría que en cada instante que se repite ese dramático y triste suceso en las pantallas de la televisión, cada vez más cerca, a mi hijo o a mi hija, por ejemplo, le volvería a pasar lo mismo, y eso no me parece ni justo, ni decente.
¿No es tampoco políticamente correcto decir que esos mismos periodistas punteros, hasta ayer mismo ya estaban de vacaciones, y han vuelto porque representan a un programa, y a una cadena, que al final del mes, intentará decir con mayor o menor grado de exactitud que han ganado miles de “oyentes”, que en realidad no es lo mismo que”escuchantes”?
No será correcto, pero lo pienso, y todo ésto consigue además que haga sentirme como una mala persona por estar harto de estar harto.
¿Cuándo se debe de dejar de hablar de un suceso como el de ayer? Porque dejar de hablar no es lo mismo que dejar de recordar, ni de sentirlo con un dolor que hiela el alma.
Mi padre falleció hace veintitrés años, y este vecino del mundo no habla de ese tema, sin embargo no ha pasado ningún día, desde entonces, en que no me acuerde de él, y de su ausencia.
Han muerto hasta el momento setenta y ocho personas, setenta y ocho historias de amor o desamor que han acabado injustamente, y nadie va a cambiar eso porque se repitan más o menos imágenes, o citen todos sus nombres y apellidos, o aparezcan el rey o el presidente del gobierno dando el pésame, porque eso no se da, se siente y no hace falta hacer alarde de ello, ni que forme parte de ninguna lista de audiencia. Espero que todo esto se entienda, y sino seguiré pensando lo mismo de todas maneras.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 25 de julio de 2013

HOY TENGO QUE HABLAR

Hoy, debería de hablar de la cantidad de cosas que me han ocurrido en apenas cuarenta y ocho horas, desde que este vecino del mundo ha cambiado de aires, los donostiarras por los torrevejenses.
Hoy, debería de hablar de cómo se va notando la diferencia, con notas de crisis, en una localidad acostumbrada a servir de decorado de muchos sueños de vacaciones, y en los que, cada vez más, restaurantes marineros, de comida campechana, y precios desorbitados, dan paso a restaurantes monocordes, de color wok, y precios recortados, como los ojos de sus propietarios, recortados orientalmente.
Hoy, debería de hablar de esos trabajadores o trabajadoras vacacionales que meten horas extras para poner sus sillas y sombrillas los primeros de la mañana, mientras sus señoras o señores disfrutan de un palmo más de cama, y de arrobas de tranquilidad marital.
Sin embargo, hoy tengo que hablar de lo ocurrido con más de dos centenares de personas que ayer por la noche tuvieron la mala suerte de estar en el sitio equivocado, en el momento equivocado, y que sus vidas han girado inevitablemente mientras su tren no lo hacía en una curva en las inmediaciones de Santiago de Compostela.
Hoy tengo que hablar del momento cuando la política desaparece para hablar de sentimientos, y de muestras de ayuda, solidaridad, y amor entre desconocidos pero entendidos por pertenecer a la misma especie, y donde una lágrima significa lo mismo en cualquier idioma.
Hoy tengo que hablar de esos momentos que trascienden al tiempo, y son algo más que una foto para los votantes, y unos datos para un archivo. Momentos en los que sobran las palabras, porque no pueden describir la crudeza de unas vidas rotas que han terminado para siempre, y de otras que inevitablemente nunca volverán a ser como antes de aquella curva, que fuera por lo que fuera, se tomó mucho más rápida que la despedida que no tuvieron los que por siempre han quedado anclados en ese momento.
Hoy tengo que hablar de todos esos cargos involucrados en este suceso, para que después de las fotos y las declaraciones, sigan recordando al cabo de un tiempo, que las víctimas no fueron nunca un número, sino un conjunto de sueños y esperanzas rotos sobre una fría vía de tren que en un tiempo fue lo último en tecnología, y que quizás ahora solo sea lo último de la tecnología.
¡Descansen en paz todas las víctimas del tren que nunca llegó a Santiago de Compostela, y nuestro pésame a todos sus familiares y amigos!