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miércoles, 15 de febrero de 2017

JOSE MARI QUE ESTÁS EN LOS CIELOS...

Hay días en que prácticamente rezas  para encontrar un buen tema para el blog, y otros en cambio te encuentras con el deber moral de tratar un tema que te atañe y mucho, y que el día anterior ni te imaginabas que eso iba a ocurrir.

Esta mañana he recibido una llamada telefónica que al comprobar el origen, me ha dado mala espina, ya que era de un excompañero de trabajo, y ahora, y no es poco, amigo, con el que había hablado ayer, y el instinto me ha puesto en alerta ya que de ayer a hoy, era difícil  que se hubiera hecho millonario, único hecho positivo porque el que hubiera merecido la pena volver a llamarme.

Jon, me ha comunicado el fallecimiento de Jose Mari, una de esas personas que crees que van a vivir para siempre, porque se lo merecen.

La verdad es que siempre he considerado a Jose Mari como el prototipo del vasco: voz profunda, ademanes toscos, rudo e incluso con un punto bronco, pero tras su aparente seriedad adivinabas mucha honestidad y un amigo para los que buscaban amistad.

Jose Mari ha sido, se me hace muy raro hablar de él en pasado, un Sancho Panza vasco, con un refrán o un dicho para cada momento.

 Con él la vida ha sido, ese maldito pasado otra vez, una especie de enciclopedia gráfica mucho más divertida. Desde que le conocí, las personas, por ejemplo, no se ponen nerviosas sin más, hay que compararlas con algo, por eso, yo, o el que sea, está más nervioso… que una vieja con novio. Y ya, personalmente, este vecino del mundo, no se puede imaginar a nadie más nervioso.

No, lo adivináis, Jose Mari nunca ha sido políticamente correcto, quizás, como la vida misma. Es lo que tiene ir de frente.

Siempre te recordaremos, y tranquilo, sabemos que no nos has dejado, simplemente te has adelantado para cuidar hasta el último detalle el momento en que nosotros lleguemos. Porque reencontrarte, siempre será, como volver a casa…

*FOTO: DE LA RED

jueves, 6 de marzo de 2014

HOMBRE REFRANERO...

Puede que este vecino esté confundido, pero al olfato le da que en las nuevas generaciones se va perdiendo eso tan nuestro como es el refrán. Un compendio de experiencias ya vividas por el pueblo, encerradas en una frase, que al recapacitar sobre ella te puede servir de guía sobre alguna experiencia parecida, muchos refranes se van aprendiendo en las diferentes fases de la vida, por lo que nunca es tarde para ello.
El refrán es a la palabra lo que la fotografía a la imagen, porque un buen refrán siempre te ahorra mil consejos, y además indica que ya antes a alguien le había pasado lo mismo, y estaba en la misma situación. Aunque también se diga eso de “Hombre refranero, maricón y pilonero”, lo cual indica que también hay mucha envidia, por lo que es mejor quedarse con la versión modosita que es “Hombre refranero, medido y certero”.
En realidad el refrán es como el “starlux”, que al mezclarlo con la vida diaria coge su verdadero sabor.
Siempre se puede dar consejos a alguien, pero la otra persona puede poner en duda o tu bondad o tu juicio, en una palabra, tu imparcialidad, sin embargo si aparte del consejo, lo apoyas con un refrán que refrende lo dicho, parece que lo expuesto coge mayor fuerza. Por ejemplo, en el caso de que te dijeran lo ya mencionado de …maricón y pilonero, siempre puedes responder eso de “Consejo es de sabios perdonar injurias y olvidar agravios” o el muy conocido de “No ofende quien quiere, sino quien puede”.
Al hablar de refranes, inmediatamente nos puede venir a la mente la figura de Sancho Panza, que como representante del pueblo, era una auténtica enciclopedia andante del refranero español, un gran hallazgo de Cervantes, y quizás, figuras públicas como los políticos no son muy amigos de hablar de refranes en sus comparecencias, porque ellos siempre quieren dar imagen de lo último, de lo que se lleva ahora mismo, y el refrán tiene aroma del pasado. Pero eso sí, en tiempos de campaña electoral, y de visitar mercados,  para que les vean mezclarse con los votantes, lo mismo que algunos se ponen su ropa de pana, que ya solo tienen en su armario para esos momentos, también cambian su léxico y se hacen menos remilgados. Y si para ganar un voto hay que hablar como el pueblo, pues se hace.
Y es que, al final, más sabe el diablo por viejo que por diablo, y tampoco debe de haber mucha diferencia entre la política y el infierno.

*FOTO: DE LA RED