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lunes, 16 de mayo de 2016

EL DÍA DESPUÉS... AL FESTIVAL DE EUROVISIÓN





Como siempre desde hace mucho tiempo, lo mejor de la noche de Eurovisión 2016, fue esa ensalada mixta que preludiaba a una tortilla de patatas, con cebolla por supuesto, y  unos pimientos verdes que hablaban en varios idiomas, muy bien educados ellos, y en todos decían: “cómeme”. Y para  regarlo todo, sidra con “label” guipuzcoano. 


También había cava, pero se quedó enfriando, y ha debido de coger una pulmonía, porque con el nefasto resultado se quedó más solo que Gary Cooper ante el peligro.


Tanto La Nuri, mi sufrida, como este vecino del mundo, son solo los que ya mantienen la tradición en casa, eso sí, bien vestidos y perfumados, dando cuenta de la cena ya descrita, ante el televisor. Porque los hijos, quizás las nuevas generaciones por aquello de ser más listos, pasan del festival, y en realidad se ahorran un berrinche, tras varios días en los que estábamos seguros que, esta vez (como siempre), sí íbamos a ganar.


Antes de nada, y sobre el post de ayer, mi querido “Anónimo” (él o ella me entiende) me preguntaba a qué me refería al decir, y repito la frase completa:
Quizás como ya opiné el año pasado, en la mayoría de puestas en escena hay demasiada borrachera de tecnología, pero de eso hablaremos mañana”.


Me voy a explicar. Hace ya muchos años, los más jóvenes ya no se acordarán, o muy probablemente, no estaban todavía, había un decorado único, que lo ponía la organización de ese país, sobre el que discurrían las diferentes actuaciones, con una orquesta en directo, y cada país llevaba su director. 


Aún recuerdo que cuando Abba cantó Waterloo (ganando el festival en su decimonovena edición, en Brighton, Reino Unido, en 1974) su director iba disfrazado de Napoleón, con sombrero incluido. Son imágenes que quedan y que se van convirtiendo en iconos.


Luego, con el tiempo se dijo que lo de “poner” una orquesta era engorroso, y se optó por música enlatada. Y lo que son las cosas, con el transcurrir de los años, hemos ido viendo que el dinero se ha ido invirtiendo en tecnología para hacer una especie de “videoclips” pero en vivo y en directo. Y se está logrando tan perfección de imágenes, que en cualquier momento nos van a engañar, y no habrá cantante en directo, sino su holograma, y sino, al tiempo. Y además, aplaudiremos como locos, por habernos sorprendido.


Pero, ¿qué queda de los “antiguos” decorados? Nada, una especie de “agujero negro” en el que van apareciendo imágenes y luces. Y al final, tú, el espectador, no recuerdas nada en concreto. No tienes una especie de fotografía mental de cada festival, para archivarlo en tu memoria.
Y eso también es muy importante.  

    
Una vez contestado debidamente, eso espero, a mi querido/a Anónimo, vamos a pasar a otro punto muy importante, y que ayer en el post ya lo apuntaba. 


Por fin se ha accedido al deseo de unos cuantos, y al parecer al de la mismísima Barei, y se ha cantado en inglés. ¿Qué se ha conseguido? Nada, y algo. Y no es una contradicción.


Nada, porque se ha perdido rotundamente, como siempre desde 1969 y aquella Salomé que solo vivía cantando. Y algo, que como ahora están seguros que entendemos el inglés, ya saben con certeza que “pasan totalmente de nosotros”, por si quedaba alguna duda.



Como se ha empeñado en enseñarnos, el gobierno que desgraciadamente, en opinión de este vecino del mundo, todavía tenemos: en épocas de crisis, medidas desesperadas.


Si Eurovisión nos cuesta mucho dinero, por eso del ser del club de los cinco, sin duda deberíamos dejarlo, porque además no nos luce nada con tanto “vecinismo”. Ya sé que no existirá la palabra, pero se me entiende perfectamente. 


Que paguen los que se votan, y que sigan votándose y queriéndose mucho, y que se contagien su maldita halitosis. Porque lo que está pasando hasta ahora, recuerda mucho a esa dura frase de “además de puta, poner la cama”.


Ayer, y visto lo visto, me acordé de ”Rodolfo Chikilicuatre”, ese “personaje”, y nunca mejor dicho, que nos representó en 2008, y con el cual nos reíamos de todos, de ellos (el festival y su, una vez más, “vecinismo”) y de nosotros mismos. Y en realidad, tampoco nos fue tan mal, los decimosextos. Por favor, que no se entere Barei, que se va a deprimir, más. Y se demostró que el público en general, en este caso los extranjeros que pensaban que Chikilicuatre era un cantante más, no distinguen la astracanada de lo extravagante.


Dicho todo lo anterior, y esa opinión de que deberíamos de apearnos de Eurovisión…¿Queréis seguir en el festival? Pues seguiremos. Porque este vecino del mundo hace muchos años que le cogió el truquillo, y esa noche, la del Festival de Eurovisión, aprovecha para practicar la filosofía, y decir eso de: Sufro, luego existo.


Por cierto, aún tengo el cava en el frigorífico… Me voy a poner una copa. Y no es para olvidar, porque, en este caso, en el del festival,  no debemos hacerlo nunca.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 10 de mayo de 2014

FESTIVAL DE EUROVISIÓN, RECUERDOS A VUELA PLUMA

                         
Esta noche no recibo. Esta noche no estoy para nadie. Y  es que más que una noche va a ser una auténtica puerta al túnel del tiempo.
Como ya os imaginaréis, siendo el día que es, este vecino se está refiriendo al Festival de Eurovisión, que nadie lo ve, eso dicen, salvo los llamados “eurofans”, pero luego si vas a comentar algo, con alguien que nunca ve nada del mismo, casualmente estaba haciendo “zaping”, y  eso sí ha visto.
Más o menos lo que ocurrió en los últimos europeos y mundial de fútbol, que mucha gente no veía los partidos de la selección, pero casualmente si comentabas una jugada, esa sí la habían visto.
No sé por qué pero esta noche la asocio a una cena muy simple, pero de quitarse el sombrero al mismo tiempo, con tortilla de patatas de primero, de segundo y de tercero, acompañándola con una sencilla ensalada solo de lechuga, y para beber, a este vecino se le antoja una botella fresquita de sidra, de Astigarraga, no puede ser de otro sitio.
Una cena sencilla pero contundente, para no perder el tiempo en comparaciones de gustos de diferentes platos. Hoy los sentidos tienen que estar en las canciones, y en cómo votarías tú, y si se parecen tus resultados a los resultados finales.
Como sería muy largo y engorroso hablar profundamente de la participación española en Eurovisión, este vecino solo va a dar unas pequeñas pinceladas, quizás sin orden ni concierto, y nunca mejor dicho, pero que es, a la postre, lo que queda de la marea del Festival de Eurovisión en la orilla de cualquier espectador.
Este vecino no se podía olvidar de las dos picas en Flandes que pusimos, en 1968 con Massiel, y el “La, la, la”, acompañada por el siempre recordado Maestro Ibarbia, al mando de la orquesta, y al año siguiente con Salomé y “Vivo cantando”. Nadie que viera la actuación de Salomé podrá olvidar su vestido azul, del famosísimo Pertegaz, y que dicho sea de paso, pesaba catorce kilos por estar compuesto de canutillos de cerámica.
Desde el punto de vista de calidad, para este vecino quizás la mejor canción de la representación española en este festival pudo ser “Nacida para amar”, defendida por Nina en 1989, compuesta por el siempre recordado Juan Carlos Calderón, y que visto lo visto, solo consiguió, para la extrema calidad de la canción, un discreto sexto puesto. La segunda de mejor calidad, para este vecino al menos, tampoco consiguió ganar, aunque se quedó en un merecidísimo segundo puesto fue, en 1973, “Eres tú”, con Mocedades, y compuesta también por Juan Carlos Calderón.
Conviene destacar en estos recuerdos a vuela pluma, en 1971, Karina con la canción “Un mundo nuevo”, logrando un corto segundo puesto. La orquesta la dirigió el siempre recordado Waldo de los Ríos, siendo el que hizo, al menos para el gusto de este vecino, los mejores arreglos de toda la historia de la participación española en este festival, consiguiendo además con un falso final de la canción, que la misma lleve al espectador al éxtasis final.
El eurofestival también ha servido para dar el espaldarazo a algunos cantantes, como pudiera ser el caso de Azúcar Moreno con “Bandido” en 1990, Sergio Dalma y su “Bailar pegados” en 1991, y David Civera  y “Dile que la quiero” en 2001.
Sería injusto no recordar aquí lo ocurrido en el 2002 y que supuso una especie de enganche al festival de las nuevas generaciones con la actuación de Rosa, y cinco de sus compañeros al coro, con la canción Europe’s living a celebration, y que provenían del programa éxito de la temporada anterior, Operación TriunfoFue una manera, sin duda no buscada, de relanzar este festival en España.

Con la deriva que ha supuesto en los últimos años la descomposición de la zona soviética, y sus aledaños, en pequeños países, pero importantes en sus alianzas, ya es muy difícil saber los gustos de la gente y verdaderas posibilidades de las canciones, como quedó clarísimamente demostrado, que una canción, “El chiki, chiki”, generada de un efímero cachondeo, y defendida por un personaje “Rodolfo Chikilicuatre” en el 2008, fuera tomada en serio, y aunque quedó en el puesto 16, hizo mejor papel que canciones de supuesta calidad en ediciones anteriores.
Y ya para terminar, nunca conviene olvidar lo ocurrido en el año 1979 y que demuestra que Don Quijote solo se pudo crear en España. Participábamos en Israel, con Betty Missiego y la canción titulada “Su canción”. España estaba colocada en primer lugar con 116 puntos, seguida de los anfitriones con 115. Toca a España votar, y le da la puntuación máxima, 10 puntos, a Israel, con lo cual gana, con la canción "Hallelujah", que a la postre se ha convertido en un auténtico himno eurovisivo. Pero eso solo nos podía pasar a nosotros, ¿o no?
Y ya para terminar, Ruth Lorenzo, y su "Dancing in the rain", se merecen toda la suerte del mundo. Estamos con ella.

*VIDEO: KARINA CANTANDO "UN MUNDO NUEVO"