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domingo, 20 de octubre de 2013

EL TIEMPO ES ORO (...A ESTAS ALTURAS DE LA PELÍCULA)


La clave de esta película, “Una cuestión de tiempo”, estrenada este fin   de semana, está en unas muy recientes declaraciones de su guionista     y director, Richard Curtis, asegurando que ésta sin duda era la última película que iba a dirigir porque cada obra le llevaba unos tres años, tiempo que ahora quiere dedicar a su familia, y este vecino cree que con ella ha intentado realizar su obra definitiva, y una especie de auto-homenaje y compendio de todo su mundo. Y en realidad, en lugar de una película romántica al uso, lo único que ha conseguido es una mezcla de situaciones y personajes que recuerdan a otras películas escritas  por él.

El personaje protagonista femenino, “la chica de la película”, es americana, como lo eran las protagonistas de “Cuatro bodas y un funeral”, y “Notting Hill”, en las que el mismo Curtis fue guionista. Londres, como en esas dos películas, es un personaje más de la historia. 

Esta obra, como las otras dos mencionadas, en momentos se convierte en una especie de revista de viajes en la que se puede tomar nota de lo último en la vida londinense, incluso hay un “reportaje” camuflado de una exposición de fotos sobre la figura de Kate Moss, con exaltación explícita de esta importante figura para la cultura británica, por parte de ambos protagonistas.
La película funciona por partes, pero no como un todo. Hay momentos en que el ensamblaje peca de artificial.  Y este vecino no se refiere a la premisa de que el protagonista masculino, un entonado y sobrio Domhnall Gleeson, puede viajar en el tiempo, aunque con ciertas limitaciones, porque este personaje en manos del inefable Hugh Grant se hubiera convertido en “divertido”, mientras que aquí, pese a su “don”, es un sufridor. 

A la película le falta ritmo,  aunque se ha “regado” con una bonita y variada selección de conocidas y variadas canciones, y ésto se acentúa conforme transcurre la proyección, y al espectador le invaden las ganas de que llegue el final, para comprobar si hay más “chicha”.

La nota dulce la pone su protagonista femenina, una espléndida Rachel McAdams, encarnando a una dulce y frágil joven, mezcla de inocencia y resolución. Con ella la película alcanza sus mejores y delicados momentos.

Como no podía ser de otra manera, el mismo Richard Curtis nos presenta, viene siendo habitual en él, a unos secundarios que no dejan indiferente a nadie y que de alguno de ellos, del padre (un menos desmadrado que en otras ocasiones Bill Nighy) y del amigo escritor (un pirado y demasiado sincero Tom Hollander) concretamente, se podría contar alguna historia paralela.

Este vecino está convencido de que Mr. Curtis era plenamente consciente de que todo aquello chirriaba  y para asegurarse una total comprensión por parte del espectador, nos explica en boca de uno de sus personajes, la moraleja de toda la historia. Y si alguien, después de más de 120 minutos de imágenes, cree que eso es necesario, es evidente que algo falla, y es una pena, porque la vida es también una cuestión de tiempo, y esta vez lo hemos perdido.

*FOTO: DE LA RED