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viernes, 30 de enero de 2015

EL TRUCO DEL TIEMPO


Hace dos días, y viendo una serie de televisión, estaban dos niños con un tablero de la oca, y uno de los niños le preguntaba al otro que por dónde se enchufaba aquello, y el otro sin dudarlo le indicaba un determinado punto del tablero.
Todos recordarán aquella primera vez en que un niño se nos acercaba con cierta precaución,  y hablándonos de usted, nos preguntaba qué hora era. Esa sensación sentida por nosotros, con tanto enojo como sorpresa, y lanzada al silencio del aire de ¿Por qué me hablas así si todavía soy muy joven? Tonto de niño.
Con el paso de los años, y por experiencia propia, uno se va sintiendo cada vez más mayor, normalmente por nada físico, sino cuando en los medios de comunicación, por ejemplo en la radio, y hablando de algo de un pasado inmediato, en teoría, para nosotros, a uno de los interlocutores de turno se le ha de explicar algo que ignoraba, porque evidentemente eso no era de su época y no tenía por qué saberlo.
El  problema de cumplir años, es que cada vez hay más gente a la que hay que explicar muchas cosas que nosotros conocemos, como si el tema en cuestión fuera de ayer mismo, y han pasado, quizás, más de cuarenta años.
Todavía recuerdo el famoso “comediscos” que nunca conseguí que me regalaran. Eran finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Mucha gente nacida con posterioridad no tiene ni “pajolera” idea de qué era. En realidad, y visto desde ahora, fue un invento con fecha muy corta de caducidad. Su mismo material de fabricación, pasta o plástico puro y duro, fue un intento de llevar el disco de paseo, en una especie de bandolera.
Muchos ignorarán también,  que durante unos años, una película dirigida por Narciso Ibañez Serrador, por siempre conocido por todos como el creador del mítico “Un, dos tres”, fue una de las películas más taquilleras de España: La Residencia, rodada en 1969. Una historia del género de terror, con un “algo más” de calidad, del que siempre el célebre “Chicho” ha sido gran aficionado. Y cuyo decorado, la fachada de aquella “residencia” de cartón piedra, en su momento fue el más caro del cine español, tres millones de las pesetas de entonces.
Decir también que el guion fue de un tal Luis Peñafiel. ¿Poco conocido? Depende, escribió todas las historias que el bueno de “Chicho” llevó adelante en televisión, y el guion de sus dos únicas películas. Ambas, muy, muy, interesantes, y abriendo el cine español más allá de nuestras fronteras. Y es que en realidad el tal Peñafiel, es el mismísimo Chicho. Mis amigos me suelen tildar de muy “enterao” cinematográficamente hablando.  Y quizás habrá que ir pensando, en que en realidad lo único que ocurre es que tengo todavía buena memoria, para los años que este vecino ya va cumpliendo.
Por eso, y viendo la vida de otra manera, lo importante no es el tiempo que nos queda, que nunca sabremos cuánto es, sino la cantidad de cosas, datos, sucesos, que nosotros sabemos no por haberlos estudiado, sino por estar vivos y atentos. Porque quizás la vida, es un gran truco de magia ejecutado por un gran prestidigitador que es el tiempo, y tenemos que estar siempre atentos para averiguar el truco.

*FOTO: FOTOGRAMA DE "LA RESIDENCIA".

martes, 17 de septiembre de 2013

CRÍA CUERVOS...Y ÉCHATE A TEMBLAR

Una de las frases de este siglo, del XXI, es esa de el mundo como aldea global, y mezclando un poco los términos, que si alguien se constipa en Florida, por ejemplo, otra persona como consecuencia de ello puede estornudar en Donosti, San Sebastián. Algo de eso me ha pasado estos días al enterarme de la noticia de esa niña de doce años, en Estados Unidos, que se ha suicidado, saltando al vacío, como consecuencia de, según parece, un ciber-acoso realizado por parte de otras niñas.
Siempre se ha utilizado la expresión “juego de niños” para referirse a algo inocuo, pero o ahora los niños no son tan niños pese a su edad, o en el tiempo en el que todavía deberían de jugar lo hacen con conceptos que no se prestan a ello pese a que haya videojuegos, por ejemplo, en los que sí puedan hacerlo. Y es que un niño, o una niña naturalmente, los conceptos son intercambiables, pueden ser muy crueles, porque dicen lo que piensan, sin cortapisas, aunque quizás en eso, los mayores, tengamos algo que decir.
Lo mismo que detrás de un gran hombre suele haber una gran mujer (una amiga mía, Toñi, luchadora feminista elevada a la enésima potencia, diría que detrás de un gran hombre hay una mujer grandemente sorprendida, pero de eso hablaremos otro día), detrás de un niño siempre deben de estar sus padres, especialmente con su ejemplo, porque en el mundo de los niños es más importante los gestos que las palabras.
Con los niños las únicas moralejas que funcionan son las de los cuentos, porque por lo demás, es más importante para ellos la imagen que la palabra. A un niño no le puedes enseñar ser un buen peatón por la boquilla, mientras luego te ve pasando los semáforos en rojo sin parpadear.
Hace muchos años ví una película española, dirigida por el televisivo Narciso Ibañez Serrado, titulada ¿Quién puede matar a un niño?, que bajo la forma de un cuento de terror, es más que todo eso, y en ella se puede comprobar como el arma más mortal que puede tener un niño es su rostro, su expresión, que te desarma, mientras su interior puede albergar de todo, y quizás ese todo se lo hemos permitido previamente nosotros, por aquello de Cría cuervos..., y lo triste es que muchas veces los ojos que sacan no son los nuestros, sino los de otros seres humanos, aunque sean niños también.

*FOTO: Fotograma de ¿Quién puede matar a un niño?