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lunes, 16 de abril de 2018

RETRATO EN NEGRO



En la época en la que ha surgido la “posverdad” a la verdad le han puesto los cuernos disfrazados de trenzas y peinados al revés.

Los niños ya no juegan al columpio intentando llegar a la luna, directamente  tripulan naves espaciales más allá de Orión y del blade runner de turno en su video juego pirateado.

En los días en los que continuamente al hablar en público se diferencian los sexos, a todos les espera la misma indiferencia.

Ahora que se ha inventado el master de línea blanca, no se puede pedir sueños inmaculados a almas torpedeadas mil veces con publicidad negra. La felicidad se dice que está sobrevalorada  para impedir que busquemos el Edén soñado. Ya no hay un solo muro, sino muchos y de diseño, por supuesto a pagar por el más pobre.

Sin un despertar que comience por reconocernos a nosotros mismos frente a nuestro espejo con un pensamiento libre y propio, no podremos distinguir a los "replicantes" disfrazados de Moisés en el viaje a su “nuestra-tierra-prometida”, y que está al otro lado de ese telón de nubes negras populistas que les rodea y que nunca han querido convertirse.

Respirar verdad cada vez es más difícil en un mundo en el que las niñas ya no desean ser princesas, sino a tener millones de seguidores en su Instagram, mientras en sus fotos siempre se perfilan con morritos amorosos ofrecidos a la nada. Y los niños, siempre más perdidos que ellas, quieren los televisores más grandes para verse un día triunfando en el equipo de fútbol que les llevaría al estrellato.  

Hay días en los que te despiertas buscando la luz, y otros, tristemente la mayoría, en los que ya te levantas con tus zapatos de bailar la música que los de siempre han decidido que se lleva, con los pasos de baile marcados de antemano.

Hay días que son noche y su banda sonora es la soledad. 

*FOTO: DE LA RED

lunes, 15 de diciembre de 2014

MI VIDA COMO ZOMBI

¡Estoy contento! Sí, estoy contento. Ayer me enteré a resultas de esas frases lapidarias que últimamente se pueden oír por los medios de comunicación, en la televisión en este caso, que soy mucho más joven.
No es que estuviera viendo la “tele”, sino que más bien estaba enfrente de ella con la mente en ni se sabe qué planeta, cuando oí en un programa, que "los cuarenta de ahora son los antiguos veinticinco". Automáticamente mi mente aterrizó de su viaje interestelar, y esa vocecita que nos habla a todas horas, con la misma personalidad que aquella que te dice “su tabaco, por favor”, hizo cálculos inmediatos y me dijo: “si hay que quitar quince años, ahora tienes cuarenta y tres”.
Todo un mundo por delante. Ahora sí que estoy perdido, porque este vecino del mundo ya había hecho cálculos, y dicho el consiguiente ¡virgencita, que me quede como estoy!, ya había elegido vivir por la sombra y que los toros de la vida torearan los jóvenes. Pero en un pispás me han cambiado el mapa vital, y ahora estoy más perdido que Kiko Rivera en una biblioteca.
De todas maneras, en un mundo, el actual, donde la publicidad tiene mucho peso, vivimos regidos por frases. Desde las tristemente recordadas “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” y la aparición de los famosos “brotes verdes”, todo son frases que nos dirigen a un lugar que en realidad no es el nuestro. Una especie de éxodo, ahora que se ha puesto otra vez de moda la historia de Moisés, a un lugar al que nos quieren llevar que me da que no es la tierra prometida, sino más bien la vuelta atrás a ser esclavos.
Ya le dijeron a mi madre cuando nací, que había tenido un niño malpensado, y con los años no he cambiado. Cuando te sueltan mensajes que parece que caen del cielo, hay que plantearse el por qué.
Como buen cinéfilo hace tiempo  aprendí que si un personaje, por ejemplo, empieza poco a poco a toser, ya se sabe que cuando menos va a tener un grave problema de salud que le va a complicar la existencia en la película, porque en una historia con un metraje determinado solo se incluyen las cosas verdaderamente importantes para la trama. Por eso, nada más enterarme de que tengo quince años menos, lo primero que pensé fue: Espero que ni Rajoy ni sus ministros se hayan enterado, porque entonces nos ponen la jubilación como regalo a los ochenta años
Si desde el punto de vista empresarial ya somos viejos para los cincuenta, nos pasaremos treinta años como unos zombis en vida, mendigando por un lugar en el que ubicarnos.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 22 de agosto de 2013

FIEBRE VERANIEGA (Y III)

Hoy vamos a cerrar esta ventana abierta hace ya tres semanas, con lo que nunca se dice, ni se contempla, en los “sesudos” estudios sobre el veraneante medio.
La mayoría de los turistas extranjeros que vienen a España, no es, ni por la belleza de sus pueblos, que la tienen, ni por la cordialidad de sus gentes, que también. La gente elige España, especialmente en la actualidad, porque otros países que podían ofrecer “artículos” parecidos, como son Túnez y Marruecos, son menos seguros y problemáticos, y los precios son más baratos que en los países de origen del visitante en cuestión. Lo mismo ocurría en su momento, y ahora otra vez, con el rodaje de películas extranjeras, como la que va a rodar sobre Moisés, en breves semanas, Ridley Scott en tierras de Almería. Los precios son más baratos, y la calidad de los técnicos muy buena, y lo demás son zarandajas y excusas para no decir la verdad.
La colonia británica que se pasea por nuestras costas, cerveza va y cerveza viene, es totalmente alérgica a cualquier tipo de ejercicio, a excepción del de levantamiento de vidrio sobre barra fija proveniente del día anterior, antes de la tempranísima y aterradora hora de las once de la mañana.
Está comprobado además, por aquello del todavía quijotismo hispano, que los peores sitios de un restaurante, junto a las corrientes del aire acondicionado, y posibles efluvios provenientes de los aseos, los camareros se los quieren “endiñar” al turista nativo, por el simple pensamiento de que si no vienes hoy, vendrás mañana, pues no tienes la “capacidad crematística” para trasladarte fronteras afuera.
Las disparatadas ganas que entran al turista medio, especialmente a la hora de la cena, de hacerlo fuera del recinto donde reside esos días, bien sea en apartamento alquilado o en hotel, aunque todavía haga mucho calor y la humedad reinante bata records un día sí, y el otro también. Es frecuente, al menos en Torrevieja, y pueblos aledaños, el guardar cola en las terrazas, incluso de más de un cuarto de hora, para cenar, y no estamos hablando de restaurantes de rancio abolengo, sino en cualquier chiringuito del tres al cuarto.
Y ya para terminar, recordar también la fiebre de comprar, comprar todo e irracionalmente, que nos entra estos días, y que incluso se traslada a la misma playa, en la que aparece el equivalente del top manta hispano, o retazos del mercadillo de toda la vida, vendiendo batas, biquinis, camisas, pantalones cortos..., todos de marcas extrañas, si las tienen.

*FOTO: DE LA RED